Un nuevo golpe de realismo vivió la economía chilena al recibir una nueva rebaja en la calificación del riesgo soberano. Esta vez la calificadora Fitch Ratings se sumó a S&P, dejando la nota soberana de Chile en "A". La agencia justificó el recorte por "el prolongado periodo de debilidad económica y menores precios del cobre, que están contribuyendo a un deterioro sostenido del balance soberano".

La pregunta de fondo es qué están haciendo las autoridades económicas para revertir este proceso de deterioro, que sigue su avance. A modo de ejemplo, el crecimiento del primer semestre fue de solo 0,5%, el peor desde la crisis subprime, mientras la inversión sigue desplomándose y cerró la primera mitad del año con una caída de 3,3%.

Esta debilidad está lejos de ser coyuntural. Hace pocos días se conoció el cálculo del grupo de expertos convocados por Hacienda para el PIB tendencial, insumo clave para la elaboración del presupuesto y las estimaciones del balance estructural. El resultado es preocupante: los expertos recortaron la estimación de crecimiento tendencial de 3% a 2,6% para el periodo 2017-2018. Por su parte, la Cepal reporta que la inversión extranjera directa del 2016 cayó 40% respecto del año previo.

Es lamentable que los actuales responsables de reactivar la economía aparezcan enfrascados en disputas políticas más que en darle al país alternativas creíbles de solución al aletargamiento económico, y en los hechos se estén dilapidando los meses restantes que le quedan a esta administración.