Patricio Hernández se pasea entre vigas, concreto expuesto y materiales de construcción, en el edifico de Vicuña Mackenna que está siendo reconvertido para la nueva era de Mega. "Es la chochera", dice, casco blanco en mano, mientras va mostrando cómo quedarán las oficinas directivas, la producción y todo el resto de las instalaciones que deberían llevar al canal que dirige al éxito continuado. El plan de reformulación de Mega partió el año pasado,  y Hernández, como director ejecutivo, llevó al canal de la señal Bethia al número uno, a punta de turcas y Pitucas. No sólo una hazaña dentro de un canal que terminó el 2013 en cuarto lugar y al año siguiente era el rey indiscutido, sino que lo hizo en un año negro para la industria televisiva, marcado por la baja en la inversión publicitaria y la esquiva audiencia.

La construcción de Vicuña Mackenna, parte de la inversión de US$ 37 millones para los próximos tres años, debería tener lista en julio la parte sur del canal, con cuatro estudios de ficción y el área de producción. Luego vendrá la parte norte, que incluye la remodelación del antiguo edificio de ladrillos, donde se instalará un nuevo departamento de prensa, más bodegas y estudio de estelar.

Hace un año usted dijo que durante todo 2014 la audiencia iba a pensar que Mega "era una gran decepción". Los ratings de Las mil y una noches o Pituca sin lucas fueron una sorpresa. ¿Con ese éxito cambiaron las metas y los planes que tenía para el canal?

No. El plan inicial se mantiene. Obviamente agradecemos y valoramos la audiencia que hemos tenido luego de este primer año. Esta primera etapa la estamos dando por cerrada y estamos iniciando un segundo gran arranque. Antes partimos por echar a andar la programación de emergencia, echar a andar los procesos, las unidades productivas, la remodelación del canal. Y ahora viene una fase en donde lo que queremos es empezar a consolidar los proyectos de producción propia y local.

Pero si usted esperaba sacar 10 puntos de rating con una programación de emergencia y está todo en 30 puntos, eso debería apurar los procesos. 

No. Yo creo que se dio la coyuntura de que el público reaccionó mejor de lo esperado, probablemente antes de tiempo. De todos modos, el proyecto es de largo aliento. Es de cuatro  años, en los que pueden ocurrir muchas cosas. Por lo tanto, el proyecto va a estar afianzado el 2017 tal cual como estaba planteado en el origen.

Su último estreno turco, Sila, ha tenido incluso más éxito que Fatmagül. ¿Cómo se eligen esas teleseries? Y ¿no es un exceso tener cuatro turcas al aire?

Yo creo que no es un exceso tener cuatro  telenovelas brasileñas al aire, mexicanas tampoco, ni turcas tampoco. O tener seis telenovelas chilenas, que es lo que nosotros vamos a tener al aire cuando el área dramática entre en fase de producción plena. Es un absurdo hablar de los productos en función de su origen. Cuatro telenovelas de mala calidad turcas, mexicanas o chilenas al aire en simultáneo es un exceso. Pero si el público valora las teleseries por su contenido no podemos estar discriminando por origen. Es un absurdo.

¿Qué hizo que la audiencia se reencatara y volviera a prender el televisor con rating de 30 puntos?

Mega tenía una base de audiencia muy fuerte. Durante 25 años el canal construyó una audiencia con un canal muy cercano y lo que se agregó fue sólo una cuota de entusiasmo de parte de un grupo de realizadores y directores de contenido que manejan muy bien su oficio y que con un poco de metodología logramos sintonizar muy bien con lo que estaba ocurriendo hoy en Chile. Principalmente, yo te diría que se juntó un muy buen equipo de trabajo. Los mejores equipos del Mega histórico, los mejores de Televisión Nacional y de Canal 13, y también una parte de Chilevisión, lo que conformó una energía por hacer las cosas con cariño, con calidad, preocupación y dedicación.

En ese sentido, la grúa de Mega fue muy llamativa. ¿Fue que en los otros canales no se supo valorar la importancia de los equipos para la televisión? 

La grúa millonaria de Mega es una ilusión. Nosotros tenemos el gasto en estructura más bajo del mercado. Somos los que gastamos menos.

¿Eso quiere decir que los otros canales están gastando mucho?

Mega siempre ha sido un canal de bajo costo, que con la incorporación de nuevos profesionales no ha significado que lideremos en materia de costos. De hecho, ha sido al revés. Tenemos una estructura muy liviana, y lo que hemos hecho ha sido ahorrar en otras áreas. En producción se ha hecho un muy buen trabajo, en la incorporación de tecnología que aliviana los procesos se ha hecho también un avance importante. Lo mismo en materia de ficción, con un sistema de utilización de los recursos que nos permite hacer economías de escala, por lo tanto, en Mega estamos haciendo una gestión que apunta a reducir los costos al mínimo.

Pensando en el año que pasó, en el que todos los canales perdieron dinero, menos Mega, ¿cree que el modelo con el que se hacía televisión en el país cambió y que ahora hay que hacer un nuevo sistema, a escala más pequeña? 

La televisión chilena está enfrentando una coyuntura histórica. Con los recursos que la publicidad puede aportar, con un país con 17 millones de personas, estamos compitiendo hoy con los grandes productores de la televisión del mundo. No competimos entre cuatro o cinco canales en Chile, estamos compitiendo con las mejores series que se producen en EE.UU. y en Europa, estamos compitiendo con los programas de entretención que llegan a través de las diferentes plataformas digitales, a través de Netflix y del cable. Es un país pequeño, con una torta publicitaria pequeña y tenemos que producir contenidos de clase mundial; eso es lo que ha llevado a que, además con cuatro grandes canales, se presione la estructura de costo, haciendo que 2014 sea un año para olvidar en la industria en materia de resultados.

¿Pero eso es parte de un ciclo o hay que adaptarse?

Yo creo que como ha ocurrido en todo el mundo, la televisión, con todo esto de los nuevos productos digitales, enfrenta un panorama en el que te ves obligado a adaptarte. Obliga a redefinir tu rol como televisión abierta y producir contenidos más próximos, más cercanos. Y construir esa diferencia respecto de la oferta que produce el resto del mundo. Estamos compitiendo en una nueva era con una segmentación atómica de los con- tenidos, una segmentación también explosiva de los intereses y los tipos de audiencia y la televisión abierta está obligada a adaptarse y está obligada a encontrar un nuevo rol, en este nuevo contexto que es muy desafiante.

¿Usted cree que vamos a evolucionar a contenidos más de nicho o los grandes canales van a tener esta vocación de apelación masiva? 

La TV abierta mantiene ese gancho comercial porque es el único medio que logra construir grandes volúmenes de audiencia en muy poco tiempo. El cable y las plataformas digitales tienen una severa limitación para llegar en poco tiempo a grandes audiencias y esa es la gran oportunidad que tienen los avisadores chilenos: que la televisión abierta les ofrece productos a través de los cuales llegar a las audiencias que les interesan en períodos muy restringidos de tiempo. Eso no lo tiene nadie.

¿Qué opina de lo que ha pasado este año con TVN? Un canal con vocación pública, dentro de este nuevo contexto de contracción económica. Este año parece ser un punto de inflexión para su modelo.

TVN es un gran proyecto en la televisión, muy necesario para el país. Tiene, además, un gran equipo ejecutivo, una gran directora, es un competidor al que siempre miramos con respeto, y como todos los otros canales hemos tenido nuestros momentos buenos y malos, y estoy seguro de que la televisión pública va a mantener el espacio que ha tenido en los últimos 25 años.

En la televisión siempre se repite que el éxito es cíclico. ¿Usted vive con el miedo de que esto se va a acabar en algún minuto? ¿Cómo se trabaja eso con el equipo?

Nosotros, como equipo de trabajo, nos hemos construido en el fracaso, a todos nos ha tocado anteriormente. Desde ahí nos alimentamos y tomamos la energía y tratamos de hacer el aprendizaje. Por lo tanto, es parte del proyecto tener momentos de menor audiencia, porque es parte de la estructura y del ADN de la industria.

Parte del éxito de Mega se ha debido a su estrategia programática. En parte, no ha existido vergüenza en cambiar rápidamente contenidos que no entregan resultados. Fatmagül, aunque es un éxito, ha sido cambiada varias veces con esta parrilla flexible. ¿No cree que eso es faltarle el respeto al público, que está acostumbrado a un hábito?

Fatmagül lleva más de siete u ocho meses en el mismo horario. Ha habido parrilla estable.

En el último mes, Sila iba a ir al almuerzo, se estrenó en el segundo bloque de domingo, y debido a su éxito, desplazó hace dos semanas a Fatmagül de las 22 horas. Ha habido flexibilidad en toda la parrilla de Mega. 

Eso es un cambio muy acotado. Previo a su debut se pensó que Sila podría ir en otro horario, pero la verdad es que se quedó en su horario y no se ha cambiado. Fatmagül ha estado siete u ocho meses en el mismo horario. Es la parrilla más estable de la televisión chilena.

O cuando termina Las mil y una noches, que iba de domingo a jueves, fue exhibido un capítulo cada domingo en la recta final. Hay mucha más flexibilidad que hace, por ejemplo, dos años.

No. No es así. La parrilla flexible se vivió hace seis o siete años. Comparado con eso, esta parrilla es inflexible, porque los cambios han sido muy puntuales. Llevamos como cinco meses con Fatmagül, Ezel y reality todos los días. Es una estructura súper rígida. Entonces, un cambio cada cuatro o cinco meses es un cambio mínimo en lo que se refiere a parrilla programática.

Entonces es sólo para las estrategias de lanzamiento, como empalmar teleseries que irán en horario vespertino, con las nocturnas exitosas, como pasó con Pituca sin lucas, por ejemplo. 

Bueno es algo más viejo que el hilo negro. Nosotros lo veníamos haciendo hace más de 10 años en Canal 13. Acá no hay novedad, yo te diría que esta es la parrilla más inflexible en los últimos 10 años en la televisión chilena.