Señor director:

Una de las características más destacadas del carácter nacional es la resignación, esa conformidad para soportar con entereza el mal funcionamiento de algunos servicios. Me llama la atención esta singularidad, porque se toma como algo natural que muchos sistemas y organizaciones sean deficientes.

Hace algunos meses decidí vivir cuatro días de la semana en Ocoa y descubrí que la banda ancha móvil en este lugar, más que algo verdadero, es sólo un concepto. Todos saben en qué consiste y la pueden definir, pero pocas veces se tiene la oportunidad de advertir su pleno funcionamiento. En consecuencia, este servicio emblemático del siglo XXI, en esta zona, es una irrealidad.

Lo más sorprendente de todo es el conformismo de los usuarios, que como si fuera una fatalidad inevitable, terminan por aceptar que la ineficiencia, en algunos casos, sea la norma. He conversado con numerosas personas que viven o visitan periódicamente esta área y todas coinciden en que la conectividad es mala, pero a la respuesta se agrega una expresión simbólica de nuestra manera de hablar: "Es lo que hay".

Mientras sigamos amoldándonos a la precariedad y las deficiencias las veamos como propias de la normalidad, los servicios seguirán operando en la medida de lo posible, pero no existirá la exigencia perentoria de mejorarlos. Sugiero que en honor a la transparencia y a la verdad, a los envases de los dispositivos de banda ancha móvil se les agregue con letras muy destacadas la advertencia siguiente: Este aparato sólo funciona en algunos lugares de Chile.

Héctor Velis-Meza