Cuatro de cada díez colegios reportan un alto nivel de contaminación ambiental, según datos del Colegio de profesores, dato que es corroborado por el estudio "Sobre la Audición de la Población Chilena", del Centro Auditivo Gaes, que advierte que un 27, 2% de los chilenos considera que su entorno laboral es ruidoso.  Esto, en el caso de los docentes, sumado a jornadas laborales extensas y a la falta de supervisión médica puede generar un deterioro de la audición irreversible.

"Se pueden generan traumas acústicos crónicos, que es un daño irreversible. La persona comienza a perder la capacidad audición, sin darse cuenta, hasta que a partir de los 65 años, la discapacidad es severa", señala Carlos Stott, jefe de servicio de otorrinolaringología del Hospital Clínico de la U. de Chile.

La contaminación ambiental durante las jornadas de clases, como producto a los ruidos exteriores sumado a los propios de sala de clases y patios, puede alcanzar en su punto álgido los 85 decibeles, lo que para la medicina indica un peligro para la salud de los oídos.

Por esta razón, los profesores deben levantar la voz, provocando además un esfuerzo en las cuerdas vocales que puede ser exagerado considerando sus extensas jornadas de trabajo. "Generalmente  presentan nódulos y pólipos en las cuerdas vocales como producto del esfuerzo vocal que realizan", afirma el especialista.

 La prevención:

Según el profesional, las medidas para prevenir deben enfocarse a mejorar las condiciones dentro de la sala de clases. Se recomienda el uso de ventanas de panel aislantes, apartarse de fuentes de sonido -como timbres y campanas-, en especial,  a los profesores de educación básica, el grupo que está más expuesto a mayores niveles de ruidos ambientales. 

Asimismo, ante la menor sospecha de presentar cualquier tipo de dificultad para escuchar o entender, se recomienda consultar inmediatamente a un otorrinolaringólogo, como la realización anual de chequeos auditivos.