Pero este proceso no está exento de riesgos. Por un lado, estos organismos pueden llegar a diseminarse y colonizar nichos ambientales que no le son propios y, por otro, puede haber depredadores en el medio que se los coman y, al diminuir su población, reduzcan su eficiencia.

Para salvar ambos obstáculos, un equipo de investigadores argentinos creó una novedosa solución. Se trata de una suerte de jaula en la que se colocan los hongos, que impide que se los coman sus depredadores y que los microorganismos se escapen fuera de control.

La ventaja adicional de esta tecnología es que una vez que estos hongos enjaulados han cumplido con su trabajo, se los puede retirar del agua con una red y volver a utilizarlos en otra ocasión.

CASA DE VIDRIO
El primer paso consiste en colocar a los hongos dentro de una cápsula de un polímero biodegradable para que queden protegidos.

Luego, esta esfera se recubre con dióxido de silicio (vidrio) y así queda formada la jaula. De todos los materiales posibles los investigadores optaron por el vidrio debido a que no es tóxico y una vez que se descarta, puede incorporarse directamente a la tierra.

"El tamaño de la casa puede variar. Puede ser muy pequeña o como un cilindro de varios centímetros de alto y uno de diámetro", le explicó a BBC Mundo Sara Aldabe-Bilmes, líder del equipo de investigadores.

"Nosotros trabajamos con hongos que degradan colorante, pero si la concentración de colorante es muy alta los puede matar. Entonces, regulamos la porosidad como para que los orificios sean lo suficientemente chicos para que el hongo no se escape y para que el tóxico que degradan penetre lentamente y no los mate", explicó la investigadora.

Si se quiere utilizar a los hongos en más de una oportunidad, lo único que hace falta es mantenerlos vivos en un medio de cultivo.

"Estamos creando algo así como un ejército de esclavos", bromeó la investigadora: microorganismos presos, listos para trabajar cuando se los necesite.

SIMPLE Y BARATO
Los investigadores experimentaron con un hongo de la especie Stereum hirsutum que degrada la lignina, un residuo que produce principalmente la industria papelera. Durante las pruebas, reemplazaron a esta sustancia por un colorante cuyo proceso de degradación requiere las mismas enzimas que la lignina.

"Con diez cápsulas decoloramos en 15 horas un cuarto litro de una solución muy azul hasta dejarla casi incolora", explicó Aldabe-Bilmes.

Pero la jaula puede albergar a cualquier tipo de microorganismo que se necesite, según el contaminante que se quiera degradar.

Y en términos de costo, la investigadora señala que la construcción de las casas no requiere de una gran inversión.

"Es un procedimiento simple, barato y se puede hacer en cualquier protocolo industrial".