Es un hecho imprudente que en plena recta final de las elecciones presidenciales en Chile, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), organismo que depende de la Organización de Naciones Unidas (ONU), entregara un indisimulado respaldo a la candidatura de la Nueva Mayoría, no solo valorando las reformas estructurales impulsadas durante este gobierno, sino también resaltando la importancia de su continuidad. "Quien gane la elección no es un tema neutral, eso está claro", planteó.

Es improcedente que un organismo internacional con sede en Chile vulnere un elemental principio de neutralidad, y preste soporte ideológico a un programa de reformas cuya efectividad -y continuidad- está precisamente siendo objeto de deliberación ciudadana. Tal respaldo se produce sin ofrecer evidencia científica, desentendiéndose de la realidad de las cifras, como es el hecho del abrupto retroceso del crecimiento y una fuerte caída de la inversión en este período.

El homenaje que la secretaria ejecutiva brindó al régimen de los Castro -con ocasión del fallecimiento de Fidel- fue otro desatino, validando un régimen cuyas prácticas se alejan completamente de la misión que debería inspirar a la Cepal, como es "contribuir al desarrollo económico de América Latina".

No parece haber precedente de un intervencionismo electoral inusitado de La Moneda, y en paralelo un activismo político de la propia ONU. Se trata de un fenómeno que afecta los equilibrios internos, y de no haber ánimo de corrección, deberá evaluarse de qué forma es posible resguardar los procesos internos de tal interferencia.