Terrence Malick da la impresión de ser un ermitaño del cine. Nunca concede entrevistas, y rara vez se ven sus fotos. No participa en ruedas de prensa de sus trabajos, sino que deja que estos hablen por él. Así, se ha transformado en una de las figuras más enigmáticas del cine. Pero dejando hablar su trabajo, es posible dilucidar parte de la personalidad de este cineasta, que con un puñado de películas se ha hecho un nombre en el mundo del celuloide.

El primer largometraje de Malick fue Malas Tierras, en 1973. Con la actuación de Martin Sheen y Sissy Spacek, la cinta sigue a una pareja mientras huyen de un crimen, y al mismo tiempo reconfiguran su identidad.

En esta cinta se comienza a ver al hombre tras las películas, desencantado de su país, pero aún más de la especie humana, pese a que no se revela juicios de valor. El trabajo le valió a Malick reconocimientos en el Festival San Sebastián, tanto para él como para la actuación de Sheen.

Cinco años después llegaría el turno de Días de cielo, el segundo largometraje del cineasta, que se llevó un Oscar a Mejor Cinematografía, y el reconocimiento en Cannes para Malick, como Mejor Director.

Al igual que en Malas Tierras, la cinta gira en torno a una pareja joven, que decide dejar su presente pobre para empezar una nueva vida, pero termina involucrándose en un triángulo amoroso, protagonizado por los actores Richard Gere, Brooke Adams y Sam Shepard.

Pero Malick no tendría una taquilla considerable hasta su próximo proyecto, que llegaría recién en 1998. Se trata de La Delgada Línea Roja, que alrededor del mundo logró recaudar la suma de US$98 millones.

La cinta fue nominada a siete premios Oscar, entre ellos al Mejor Director, premio que ganó pero en el Festival de Cine de Berlín.

En la cinta, Malick se adentra en uno de los momentos más sangrientos en la historia del mundo moderno, la Segunda Guerra Mundial. La película sigue a un grupo que llega a relevar a la desgastada unidad de infantería de marina que se encuentra en la Isla de Guadalcanal, y que se deben enfrentar al ejército japonés.

En 2005, la siguiente cinta de Malick volvió a abordar la violencia, pero en una forma más crítica, con El nuevo mundo. Basándose en la historia de Pocahontas y John Smith, el cineasta retrata el choque de culturas que se provoca cuando los primeros colonos llegan a América del Norte.

Pero a diferencia de la versión infantil de esta historia, El nuevo mundo muestra la traición y la infidelidad del "hombre moderno" que llega para destruir a lo "primitivo", o a lo "inocente".

Estas son las cintas que dieron paso a que Malick llegara este año con El árbol de la vida a Cannes, donde se llevó el premio máximo, La Palma de Oro.

"Es una película grande", asegura el medio español El Mundo, donde añaden que  se trata de "la historia entera de la vida. Desde la célula al dinosaurio de antes, pasando por una familia de Texas, cuyo padre es Brad Pitt".

Con esta cinta, el director de 67 años cumple un ciclo en el cine, el mismo al que ha dotado con la capacidad de hablar por él, y que en respuesta, ha revelado a quien ve las películas, partes de su persona que han logrado perfilarlo dentro de su rubro.