1535. Ñusta Huillac es la hija del sacerdote del imperio inca, Willac Umu. Junto a 10 mil indígenas cruzan el Desierto de Atacama con Diego de Almagro y su tropa. Pero las tensiones desembocan en una cruenta sublevación, donde Willac es asesinado ante sus ojos. Sedienta de venganza, Ñusta se esconde con un grupo en la Pampa del Tamarugal, donde asesina a todo extranjero que cruce el lugar.

Eso, hasta que conoce a un minero portugués, Vasco de Almeida, de quien se enamora perdidamente y hasta se convierte al cristianismo. Pero ambos son descubiertos y condenados a muerte, dando origen a la leyenda de La Tirana.

Hace dos años y luego de las presentaciones del musical Los miserables, la joven compañía Alzares estaba buscando tema para su primer musical de autoría propia. Tenían un predicamento: querían hacer una obra a gran escala, con música original y muchos actores/cantantes en escena. Y llegaron a esta leyenda, que es un perfecto melodrama: tiene datos históricos, amor, odio y sangre.

"Tiene todos los requisitos para apropiarse del musical: un mundo corporal y visual, y le agregamos un mundo del canto", cuenta Julián Marras, director de Tirana, la leyenda del Tamarugal, la obra que, luego de un singular proceso, se estrena el 26 de agosto en el Teatro Municipal de Las Condes.

Singular, porque se trata de cerca de 70 personas, con un elenco de 30 actores/cantantes y una orquesta de 22 músicos, que además cuenta con una partitura original de Camilo Gouet, un compositor de 23 años.

"Investigamos seis meses porque quisimos entrar de frentón en el mundo de los incas", prosigue Marras. Por eso, hay un especial cuidado en texturas, vestuarios y ambientación. Sólo en trajes, la compañía confeccionó casi un centenar.

Si bien las influencias van por el musical al estilo Broadway, el grupo ve en títulos como Sweeney Todd o El fantasma de la ópera sus referentes. "Nos interesan los musicales con mayor énfasis en la historia: un relato potente con personajes complejos. En este caso, de cómo las culturas no son capaces de convivir en paz", cuenta Osvaldo Iturriaga, periodista y cantante, quien es coguionista y actor en la obra.

Egresados de la UC, los creadores de Alzares montaron una versión estudiantil de Jesucristo Superestrella. Y luego de Los miserables crearon una academia para formar actores y cantantes para el género. Con un presupuesto que ronda los US$ 500 mil, financiados con aportes privados, la obra tuvo su impulso definitivo cuando el alcalde de Las Condes visitó un ensayo. "En ese momento se nos cayó un auspicio importante, pero nos dijo: 'voy con ustedes igual'", recuerda Iturriaga. ¿La razón? "Hay un trabajo notable, donde destacan la composición musical y la dirección", remata el edil. Los precios de las entradas van de $ 7.000 a $ 30.000.

RESURGE UN GENERO MASIVO
Aunque incipiente, el género musical comienza a crecer en el país. El propio Teatro Municipal de Las Condes debutó con My fair lady y luego apostó con Cabaret, y ahora tira sus fichas por el primer musical chileno en su sala. Antes, fueron exitosas las experiencias de El hombre de la Mancha, en el Teatro Municipal de Santiago, y Viento blanco, más orientada a la lírica. La anterior obra de Alzares, Los miserables, se mostró en las universidades Andrés Bello y Los Andes, con un elenco de 50 actores.