Manuela Infante estrena adaptación de obra chilena de 1842

Con motivo del Bicentenario,la directora presenta en el Festival Santiago a Mil su versión de Ernesto, del dramaturgo Rafael Minvielle.




La obra Ernesto, escrita en 1842 por el dramaturgo chileno Rafael Minvielle (1800-1887), esconde una contradicción. A pesar de ser el típico melodrama chileno, que imita al europeo, contiene un relato ilustrado. O mejor: al interior del texto se contraponen el discurso de la Ilustración y el del Romanticismo, el de la razón y el de la afectividad.

La directora Manuela Infante (Prat, Cristo) reflexiona sobre esta paradoja en su versión de esta pieza de 168 años de antigüedad, que se estrena hoy en el Festival Santiago a Mil.

"Nos ofrecieron montar cualquier obra chilena del siglo XIX y nosotros elegimos Ernesto", explica Manuela Infante. "Aquí encontramos paradojas que nos hablan de quiénes somos hoy. No remontamos la obra en un gesto museístico, hay algo en ella que nos habla de cómo se construye la identidad chilena todavía".

El protagonista de la obra, Ernesto, es un joven soldado español que, enviado a Hispanoamérica a contener por la fuerza la insurrección de las colonias, abandona las filas realistas. Influenciado por los ideales libertarios e ilustrados franceses, Ernesto termina combatiendo a favor de la independencia americana. Luego el protagonista regresa a su tierra natal, con la esperanza de lograr reencontrarse con su familia y poder casarse con su amada Camila, su prima y prometida desde la infancia. Sin embargo, en España es considerado un traidor y Camila, obediente del mandato de su familia, debe renunciar a su matrimonio con él.

A partir del conflicto dramático que plantea Ernesto, la directora  de la obra refuerza la idea de que el proyecto independentista chileno y americano estuvo impulsado por ideales liberales e ilustrados, los que fueron recogidos desde procesos foráneos.

De esta forma, Infante cuestiona hasta qué punto la práctica de "citar" o "asumir" algunos modelos extranjeros podría considerarse como un modo específico de formación de la identidad del chileno.

"La Independencia de Chile se basó en esos ideales ilustrados franceses. Está movilizada por un modo de pensamiento que es foráneo. Fue una especie de Independencia dependiente. Todo su modelo y paradigma conceptual es copiado del francés. Todos los modelos que nos definen como país hasta hoy tienden a recoger modelos extranjeros", finaliza la directora.

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