Señor director:

Los efectos de los incendios forestales sobre la seguridad de las personas, sus hogares y trabajo son catastróficos y el impacto sobre la biodiversidad incalculable. Así, cabe preguntarnos por qué estamos enfrentando una temporada de incendios sin precedentes en la zona central.

Prácticamente todos los incendios en Chile son de origen humano, ya sea de forma intencional o por negligencia; sin embargo, un denominador común de la situación actual es la facilidad con que el fuego se propaga en una matriz dominada por plantaciones de pinos y eucaliptus. Chile es uno de los principales productores de celulosa en el mundo, con lo que vastas áreas de la zona centro-sur se encuentran pobladas por estas especies. Ambas, muchas veces sin manejo, ofrecen una gran biomasa combustible que agiliza la propagación del fuego. De rápido crecimiento, estas especies consumen grandes cantidades de agua, secando la superficie y las capas freáticas e impidiendo el crecimiento de flora nativa.

Por otro lado, el año 2016 fue históricamente el más caluroso en el planeta y en los últimos tres meses se han batido records de temperatura en la Región Metropolitana. Más aún, se proyecta un aumento en las temperaturas y una disminución en la pluviosidad en los próximos años para la zona central. Los impactos del cambio climático son una realidad y las plantaciones forestales deben ser mejor reguladas y manejadas, considerando la restauración del bosque nativo.

Ante este escenario, sumar mejoras en educación de la población, en planificación territorial y en la capacidad de respuesta rápida ante el combate de incendios, son urgentes para la protección de nuestro patrimonio social, cultural y natural.

Claudio Soto Azat

Director Centro de Investigación para la Sustentabilidad U. Andrés Bello