Madrid y París tienen algo en común: ambas capitales europeas son cubiertas con frecuencia por una nube negra de smog debido a sus altos niveles de contaminación. Tanto así, que la mala calidad del aire ha llevado a las autoridades a tomar drásticas medidas para bajar las emisiones de gases contaminantes. Una de ellas: prohibir la circulación de autos particulares por las grandes avenidas.

Alrededor del mundo, el tráfico automovilístico es una de las mayores causas de la contaminación. Según la Organización Mundial de Salud (OMS), tres millones de personas mueren al año debido a causas relacionadas con la contaminación atmosférica.

El pasado 30 de diciembre, Madrid implementó por primera vez la restricción de vehículos según su número de matrícula debido a la contaminación. Esta medida se suma a una serie de ideas que tiene la alcaldesa de la capital española, Manuela Carmena, para combatir este problema. Su principal iniciativa es aquella que permitirá que solo los buses del transporte público, las bicicletas y los taxis tengan acceso a una de las rutas más transitadas de la urbe. Un plan que deberá ser realidad antes de que termine su mandato, en mayo de 2019. Se trata de la Gran Vía, una de las principales avenidas de Madrid que fue puesta a prueba las semanas previas a Navidad, cuando se suspendió el tráfico por nueve días en varios tramos de ella.

La alcaldía de Madrid busca que el 30% de los más de 300 mil vehículos que transitan cada día por la Gran Vía, busquen caminos alternativos para cruzar la ciudad con el fin de bajar el nivel de polución. Sin embargo, el cierre de la calle no ha sido total, puesto que los residentes de la zona y casos excepcionales han podido seguir transitando. Lo que sí está asegurado son los 3,3 millones de euros presupuestados para ensanchar las aceras que permitan a los peatones caminar con mayor facilidad.

Sin embargo, la medida ha sido blanco de las críticas del Partido Popular, de Mariano Rajoy. "Si van a peatonalizar la Gran Vía dado que es un eje importantísimo este-oeste queremos que den alternativas", dijo Esperanza Aguirre, portavoz del PP.

París también está viviendo una situación similar. El nivel de contaminación en la capital francesa es, en sus peores días, 80% mayor a lo autorizado. En diciembre de 2016, la ciudad alcanzó su índice de contaminación más alto en 10 años debido a partículas finas y dióxido de nitrógeno, por lo que se tuvo que restringir la circulación de autos e imponer la gratuidad del transporte público. La alcaldesa parisina, Anne Hidalgo, ha implementado varias medidas contra la polución desde que inició su mandato, en abril de 2014.

En septiembre del año pasado, Hidalgo prohibió el tránsito en la calle aledaña a la orilla derecha del río Sena, en el centro de la ciudad, y por donde pasan 43 mil automóviles a diario. La iniciativa, que se implementó debido a los peligrosos niveles de polución, fue duramente criticada por los defensores de autos, alcaldes suburbanos y la derecha. Por el contrario, fue apoyada por la mayoría socialista y los ecologistas, que han permitido a Hidalgo continuar con su propósito de peatonalizar parte de la ciudad.

En 2015, las autoridades de París prohibieron la circulación de camiones y buses fabricados antes de 2001, lo que motivó a otras ciudades del país a seguir la misma iniciativa.

Además, desde el 16 de enero, todos los vehículos que circulen en la ciudad, incluidos los de dos ruedas y de matrícula extranjera, deben llevar un distintivo que indique el nivel de gases contaminantes que emiten. De esta forma, se pretende prohibir el tránsito a los más dañinos en los episodios graves de contaminación.

Se espera que para 2018, las áreas restringidas para los automóviles sean aún mayores en la Ciudad Luz. Tal es el caso de una de las calles principales de París, la Rue de Rivoli; y de la Plaza del Carrusel, que se encuentra detrás del Louvre, por la cual en el futuro y al igual que en la Gran Vía madrileña, solo podrán pasar bicicletas, buses y taxis.

Madrid y París han sido una de las capitales que, junto a Ciudad de México, se han sumado a la iniciativa para prohibir los autos diesel a partir de 2025. Esta idea surgió en la Cumbre de Alcaldes del C40, una red de ciudades unidas para enfrentar el cambio climático. En ella, las tres ciudades decidieron prohibir en ocho años el uso total de vehículos con este tipo de combustible.