Cuando el Planetario de Santiago abrió sus puertas en marzo de 1985, se transformó en un panorama atractivo para los santiaguinos y en uno imperdible para quienes venían de regiones. Era el único lugar en el país que proyectaba y simulaba el universo sobre un domo de 360 grados y que permitía a los espectadores experimentar la sensación de estar viajando a través del espacio.
A casi tres décadas de su inauguración, esta construcción, ubicada en plena Alameda a un costado de la  Universidad de Santiago y que convoca a más de 130 mil  visitantes cada año, cerrará sus puertas el próximo 9 de octubre para ejecutar durante tres meses una de la remodelaciones más importantes en sus 28 años de funcionamiento ininterrumpido.

Durante ese período se estarán instalando los equipos de última generación que permitirán  mostrar películas en todo el domo y que reemplazarán a las antiguas máquinas que funcionaban con diapositivas (32) y a los dos reproductores de DVD, que en conjunto permitían dar una sensación de movimiento a las imágenes.

Estos aparatos serán reemplazados por ocho proyectores de alta definición que permitirán mostrar otro tipo de contenido.

La directora del planetario, Haydée Domic, asegura que el cambio permitirá poner al recinto a la par de los mejores planetarios, como los de Japón, Alemania y Estados Unidos. "Vamos a tener una experiencia completamente renovada. Sentíamos que teníamos una deuda con las nuevas generaciones que están acostumbradas a lo digital", explica Domic. 
Junto a los proyectores, se mejorará el sistema de sonido para que sea compatible con los nuevos contenidos, se pintará el domo y se realizarán modificaciones técnicas al interior de este espacio donde caben 300 espectadores.

Una vez terminadas las obras preliminares comenzará la instalación de los equipos. Ese proceso, que durará  entre dos y tres semanas, se iniciará a mediados de noviembre para que el recinto pueda estar operando nuevamente en la segunda quincena de diciembre.


PROYECTO DE LARGA DATA
El edificio, con forma de cono truncado, fue diseñado en 1982 por el arquitecto Oscar Mac Clure y está inspirado en las pirámides mayas. En 1997 fue recubierto de cobre, pero luego de eso no sufrió mayores remodelaciones.

Por esa razón, en 2008, comenzó a planificarse una transformación completa,  que permitiera afrontar los nuevos tiempos. Recién este año lograron terminar de financiar los US$ 3 millones que cuesta la iniciativa, gracias aportes -en partes iguales- de Conicyt y la Universidad de Santiago.
En marzo se abrió una licitación privada a la que se invitó a cinco empresas internacionales. Tres llegaron con ofertas y en julio se la adjudicó la empresa alemana Carl Zeiss, ganadora con el modelo Velvet, el más moderno que tiene esa compañía.

"Son equipos que tienen una resolución 5.0, es decir, supera la alta definición. Pueden funcionar en 360 grados y en 180, dependiendo del contenido la película. Es especial para planetarios", explica Carlos Reichman, gerente general de Reichman SA, la empresa con la licencia de Zeiss en Chile.
La empresa alemana es la misma a la que el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva le adquirió en 1967 el proyector estelar central (uno que emerge desde el centro y proyecta imágenes de estrellas), el modelo Mark VI.

Según Domic, se decidió mantener ese aparato debido a la calidad de su proyección  y al atractivo que genera entre los visitantes. "Es un ícono de planetario, es muy impactante para niños y adultos el momento en que aparece el proyector y eso se ha transformado en parte misma del espectáculo, por lo que no quisimos desecharlo", comenta la directora.

El cobro de la entrada, aún no definido, subiría en un 10%, es decir, de los $ 2.700 y los $ 3.300 que cuesta hoy pasará a $ 3.000 y $ 3.650.  Con esta transformación, el planetario espera duplicar el número de visitas al año y superar las 250 mil personas al año.