Aunque el país se encuentra sumido en una profunda crisis económica, el gobierno de Grecia no presentó ningún reparo para implementar una cuestionada medida para evitar el ingreso de inmigrantes indocumentados dentro de sus fronteras: la construcción de un muro de 4 metros de alto y 10,3 kilómetros de largo.

La frontera greco-turca es de 200 kilómetros por el curso del Río Evros, menos en una porción de tierra de 12,5 kilómetros, donde se producen la mayor cantidad de detenciones, y donde ahora se erigió el coloso de acero y hormigón, con alambre de púas y cámaras de vigilancia durante las 24 horas del día.

Y es que la situación del país, según relata en una crónica el diario El País de España, obliga a que en las calles de Grecia sea muy común encontrar a inmigrantes asiáticos o africanos vagabundeando sin trabajo, buscando ocupar su estadía en el país heleno para partir luego a alguna otra nación europea.

De esta forma, el gobierno griego partió en agosto de 2012 con una lucha contra los indocumentados, lo que ya ha generado que cerca de 71 mil inmigrantes fueran detenidos sólo en 2012, de los cuales poco más de mil han sido repatriados, maniobra cuyos costos deben ser cubiertos por las arcas del país, y que ascienden a cerca de tres millones de euros.

La construcción desató una oleada de críticas de diversas organizaciones sociales, y el apoyo de otras como el partido neonazi local "Amanecer Dorado" (el tercero más popular). Pese a todo, el muro llegó para quedarse y sumarse así a otras construcciones similares en la UE como Ceuta y Melilla en España, el de la Paz en Irlanda del Norte, o la "Línea Verde" de Chipre.

Cabe destacar que a pesar de la críticas, las cifras llegan a apoyar la postura del gobierno griego, pues el flujo de inmigrantes en dicha ruta ha bajado en un 95%, aunque ahora los intentos de cruzar la frontera se han desplazado al mar Egeo, donde antes se detenían a 102 documentados, y donde ahora en sólo tres meses se ha detenido a 1.536.