Las autopistas se convirtieron en ríos. Las aguas llegaban hasta la cintura de las personas. Las lluvias torrenciales bloquearon el acceso de miles de habitantes a sus hogares y hospitales. Cientos pedían auxilio incluso a través de redes sociales. Vecinos en bote lanzaron una operación de rescate a quienes se encontraban atrapados en sus casas. La escena parece del huracán Katrina, en Louisiana en 2005, donde la gente era rescatada por helicópteros en los techos de sus casas y donde casi 2.000 personas murieron por las secuelas que dejó la tormenta. Sin embargo, es de Houston, Texas, donde el pasado viernes llegó Harvey, la tormenta más fuerte que ha golpeado a Estados Unidos desde Katrina.

En 2005 fue Houston la que acogió a miles de afectados. Pero ahora, es la cuarta ciudad de Estados Unidos la que se encuentra inundada y en la que han fallecido al menos cinco personas y existen decenas de heridos.

Según The New York Times, se estima que 6,6 millones de residentes, que están acostumbrados grandes tormentas, afrontarán graves inundaciones.

Se estima que sea un desastre "devastador" y uno de los peores que el estado ha visto, según la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA).  "La reconstrucción a este evento durará muchos años", señaló William Long, adminstrador de la FEMA.

Hoy en la mañana, equipos de emergencia seguían buscando a personas atrapadas. Según funcionarios gubernamentales, el peligro está lejos de terminar y es poco probable que las inundaciones retrocedan rápidamente.De acuerdo a las autoridades, hasta 50 condados de Texas están afectados por las inundaciones y se cerraron dos aeropuertos, se evacuaron hospitales y las principales vías se encontraban cortadas. Según el Servicio Nacional del Clima, algunas partes de Houston podría recibir hasta 1,3 metros de lluvia, la mayor cantidad registrada en Texas.

Harvey -que tocó tierra el viernes por la noche como huracán de categoría 4 y posteriormente se degradó a tormenta tropical- se ha mantenido en la región provocando fuertes lluvias y se espera que recupere fuerza y vuelva a golpear la costa del Golfo el miércoles, pero esta vez en la dirección al límite divisorio entre Texas y Louisana. A pesar de que el pronóstico es incierto, en Louisiana no quieren revivir lo que ocurrió con Katrina y ya se preparan para sufrir inundaciones.

El Presidente Donald Trump, que planea llegar mañana a la zona de desastre, declaró alerta de emergencia en ese estado, que ya estaba recibiendo aguaceros. La declaración de emergencia permite al gobierno federal aportar fondos y coordinar las ayudas a través de la FEMA.

Las autoridades estiman que la tormenta obligará a más de 30.000 personas a dejar sus hogares y ubicarse en refugios temporales. "Harvey sigue siendo una tormenta peligrosa e histórica", dijo Elaine Duke, secretaria de Seguridad Interior.

Respuesta

Ahora, todos los focos están puestos en cuál será la respuesta del gobierno. En el primer desastre natural que enfrenta el Presidente Donald Trump en su Presidencia, el huracán se convertirá en un nuevo test para el gobierno y el Partido Republicano. Los congresistas se verán presionados para aprobar "miles de millones de dólares en fondos de recuperación", señala el diario The Washington Post. Esto significará un duro reto ya que los conservadores han mostrado profundas diferencias y no han llegado a grandes acuerdos durante este año. Y será un nuevo test para el mandatario, quien deberá demostrar si puede dejar su estilo de lado y posponer su propia agenda para priorizar la ayuda.

El costo de limpiar los escombros y reconstruir el desastre que dejará Harvey será grande. Katrina dejó US$ 160 mil millones en daños, mientras que Sandy (2012) US$ 70 mil millones. Ambas tormentas provocaron una dura lucha en el Congreso, con republicanos que se negaban a aprobar paquetes de ayuda debido a preocupaciones sobre lo que provocaría en el presupuesto federal.

Según el Post, un alto funcionario de la Casa Blanca dijo que ya se comenzó a discutir un paquete de emergencia para apoyar la ayuda y la reconstrucción de Texas, aunque no se sabe a ciencia cierta de cuánto sería el monto. La respuesta del gobierno al huracán será una dura prueba para el mandatario y expondrá si el Presidente podrá superar las divisiones del Congreso sobre el gasto y el presupuesto para priorizar la ayuda. Ese paquete podría llevar ayuda a la policía, escuelas, infraestructura, hospitales, y alimentos, entre otras entidades.

En tanto, Harvey llegó en momentos en que Trump ha amenazado con cerrar el gobierno federal si es que el Congreso no aprueba los US$ 1.600 millones de financiamiento para construir el muro en la frontera con México.

Washington se encuentra en una batalla por presupuesto y poco tiempo para "resolver diferencias", señala el Post. Esto, porque en septiembre se tienen que discutir múltiples temas, muchos de ellos complicados, como el presupuesto federal de 2018, la reforma de impuestos, el gasto en infraestructura y el techo de la deuda de EE.UU, el que podría elevarse de forma más rápida debido al huracán. Harvey podría presionar la lucha por el presupuesto, obligando a que los miembros del Congreso resolvieran apresuradamente el tema.

Trump ha prometido extender la ayuda federal para ayudar a responder al huracán, pero no ha comentado en detalle. Y, se espera que demócratas luchen especialmente contra aquellos republicanos de Texas votaron contra el paquete de Sandy en 2012.