Un infiltrado en la TV

Nicolás Eyzaguirre aterrizó hace nueve meses en Canal 13 admitiendo que no sabía nada de televisión. Aprendió, dicen allá, pese a que la pantalla plana en su oficina está casi siempre apagada. El ex ministro de Lagos y funcionario del FMI hoy está obligado a mirar la política de lejos, aunque sus amigos dicen que la extraña. Así es su vida en televisión




Es agosto de 2012 y los funcionarios de Canal 13 celebran un nuevo aniversario. La fiesta es en un centro de eventos subterráneo del Parque Araucano, en Las Condes, y como suele ocurrir en estas fechas, los funcionarios se dan licencias y los más antiguos reciben medallas, aplausos y comentarios a sus espaldas. En eso es como en cualquier fiesta de oficina. Pero acá hay algo distintivo de otros años. Días atrás se ha anunciado que Nicolás Eyzaguirre ha sido designado como nuevo presidente del directorio del canal, en reemplazo de René Cortázar. Y ese nuevo jefe máximo, que aún no asume oficialmente ni se ha aparecido por el canal, se encuentra presente en la fiesta. Es un debut anticipado.

Sonriente, vestido de sport, recorre el salón saludando a quien se le cruce por delante. No falta el que se hace un lugar a empellones para presentarse ante el nuevo jefe. En un canal como el de la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde los funcionarios pueden pasarse una vida y tratar al dueño de don, el mandamás es algo parecido a un monarca del que depende la suerte de los súbditos. El asunto es que esa noche de agosto Eyzaguirre está presente y a sus anchas. Muy cómodo en su lugar, como un actor que conoce de sobra su libreto, se detiene ante los desconocidos, estira la mano y lanza la broma del momento:

-Un gusto, soy Nicolás, tramoya del nuevo reality.

La broma no es muy buena, pero en ese contexto, considerando de quién viene, despierta simpatías y sonrisas. Todos saben que fue ministro de Hacienda de Ricardo Lagos y que dejó su trabajo en Washington del Fondo Monetario Internacional para hacerse cargo de un canal de televisión. Pero los funcionarios, y todos los que se interesan por las cosas que ocurren al interior de un canal, saben también que Eyzaguirre es un economista cuya experiencia en el medio televisivo es igual a cero. El mismo, en una reunión con periodistas, reconoció que llegaba a aprender.

-Un gusto, Nicolás, asistente de dirección de la nueva teleserie.

Eyzaguirre sigue dando vueltas por el salón, sube a la terraza exterior a fumar y es uno de los últimos en sentarse a cenar a la mesa del directorio. Quienes están presentes esa noche lo ven cómodo, disfrutando con el bajo pueblo del canal. Y es precisamente en una de esas conversaciones informales que el nuevo presidente del directorio le estira la mano a un funcionario que le cuenta que está en Mundos Opuestos. Y entonces Eyzaguirre, mostrando cierta preocupación, le dice a la persona que tiene enfrente que debe estar tranquilo, que su idea es que todos los trabajadores se sientan integrados, en ningún caso en mundos opuestos.

Ya se sabe. El hombre regresaba a Chile después de cuatro años de estadía en Washington, y si no había visto televisión chilena desde entonces, menos sabía del reality de moda.

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A fines de septiembre, ya instalado en la presidencia del directorio, Eyzaguirre se reunió en su oficina con la presidenta del sindicato. Marcela Acuña había sido la misma mujer que días antes, en la celebración del Dieciocho celebrado en los patios del canal, había sacado a bailar un pie de cueca al nuevo jefe, provocando en este un pequeño bochorno público. Eyzaguirre no baila cueca, pero se vio obligado a hacerlo frente a todos los funcionarios del canal. Días después era visitado en su oficina por su compañera de baile. La reunión fue breve, apenas un saludo protocolar en el que Eyzaguirre, en su estilo, dijo algo que hoy Marcela recuerda como si fuera ayer:

-De televisión no cacho na', yo soy economista y toco guitarra… Pero ya voy a aprender.

Puede no haber sabido de esa industria, pero llegó con algunas ideas claras.

En esos días de septiembre citó a los productores ejecutivos a un almuerzo de trabajo en un restaurante de Providencia. Era su primera reunión con quienes tienen la responsabilidad de responder por la ejecución de los programas y sus resultados de audiencia. Entre esa docena de productores estaba Marco Antonio Cumsille, del área deportiva, quien recuerda que fue una reunión distendida en la que hubo presentaciones mutuas y el nuevo jefe aprovechó de dar los marcos generales o principios de lo que entendía por televisión.

Esa fue la primera vez que Eyzaguirre habló de la televisión como "un mecanismo unificador y de identidad nacional", que "debe ser pluralista y estar al servicio de las personas". Un principio que ha reiterado hasta hoy en día en conversaciones formales con ejecutivos y periodistas, y especialmente en las reuniones de comité editorial de los lunes, en las que se le ha escuchado decir que "la televisión no sólo debe dar espacio a las opiniones dominantes, sino también a voces minoritarias que están más apagadas". Pluralidad de opiniones y profundización de los hechos: "Que la información sirva para educar y empoderar a las personas".

Este discurso ha caído de maravillas en el área de prensa, que recibió con particular optimismo la llegada de Eyzaguirre. Su arribo marcó un contraste obligado con su antecesor, René Cortázar, economista democratacristiano que si bien logró revertir las bajas en audiencia y finanzas con que venía el canal hasta ser vendido a Andrónico Luksic en 2010, tenía un estilo más controlador que le ganó antipatías. Su salida, sin ir más lejos, estuvo marcada por la suspensión de la segunda parte de un controvertido reportaje sobre la discriminación a las nanas del barrio alto. El episodio dañó confianzas y provocó la renuncia de dos editores.

Uno de los periodistas emblemáticos del canal, que pide reserva de su nombre, dice que Cortázar tenía "una visión más restrictiva de lo que debía ser prensa, era muy cuidadoso en mantener los equilibrios entre los poderes políticos y en no pisar callos". Eyzaguirre, en cambio, "es de asumir riesgos y ha otorgado mayor autonomía en la toma de decisiones".

Sobre esto último, en alguna reunión de comité Eyzaguirre comentó que él no está ahí para revisar las pautas diarias de prensa, sino para fijar la línea editorial junto al directorio. Para eso, y entre otras cosas, para atender los llamados de gente importante que cada tanto llama para quejarse por alguna información.

Hay otro hecho significativo que marca una diferencia con su antecesor. Eyzaguirre muy rara vez tiene encendido el televisor en su oficina. Quienes lo frecuentan dicen que sólo lo enciende cuando hay extras de noticias o despachos en directo de hechos relevantes. De lo contrario, el televisor de pantalla plana permanece desconectado, a un costado de la ventana, haciéndole compañía a una maceta con plantas ornamentales que hizo traer cuando tomó posesión del cargo.

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A mediados de 2012, cuando recibió el llamado de Andrónico Luksic, tenía un puesto cotizado en el Fondo Monetario Internacional. Dirigía el Departamento para el Hemisferio Occidental, uno de los más grandes del FMI, con un sueldo cercano a los US$ 300 mil al año y un departamento en el centro de Washington. No estaba nada mal. El acuerdo que hizo con Dominique Strauss-Kahn, que lo llevó a Washington, le permitía viajar a Chile una vez al mes, de jueves a domingo. No obstante esto, su amigo Francisco Vidal dice que Eyzaguirre "añoraba volver a su país y estaba buscando la forma de hacerlo". Quería estar cerca de Juan Diego, el menor de sus tres hijos, hoy de 15. Y también de Bernadita Piedrabuena, su pareja, que en el último año estuvo viviendo la mitad del tiempo en Chile.

Entonces recibió el llamado de Luksic.

Eyzaguirre se tomó una semana para pensarlo. Uno de sus cercanos dice que si bien el ofrecimiento no tenía relación alguna con su trayectoria profesional, jugó a favor el hecho de que fuera un medio influyente, además de una empresa "que no tuviera una posición oligopólica en el mercado".

Volvió a hablar por teléfono con el empresario y luego con Ignacio Sánchez, el rector de la Pontificia Universidad Católica, que es dueña de un tercio de la propiedad del canal. Y una vez en Santiago, cuando se reunió con ambos, planteó que no deseaba dirigir un canal que estuviera "al servicio del interés político o económico de los dueños". A cambio estaba dispuesto a aceptar la exigencia de suspender las actividades políticas.

De cualquier modo, al radicarse en Washington, ya estaba alejado del PPD, el partido en que milita. Tras el gobierno de Lagos, empujado por la ambición de una carrera presidencial, comenzó una vida partidaria activa. Llegó a la comisión política del PPD y ahí se enfrentó al sector liderado por Guido Girardi, otro hombre que aspiraba a la presidencia. No era el mejor momento para progresar en el PPD. El partido vivía una crisis por la renuncia del senador Fernando Flores, y de pronto esa renuncia se transformó en un buen culebrón que enfrentó a todos los dirigentes, incluido Eyzaguirre. A los pocos meses de su llegada a la comisión política, el ex ministro de Hacienda salía de la primera línea acusando una intriga en su contra para bajarlo, además de "falta de democracia interna".

Francisco Vidal dice que Eyzaguirre "quedó muy decepcionado del partido y de la forma de hacer política en general". Aunque acota también que a excepción de la experiencia narrada, nunca hizo mucha vida de partido. Tanto así que en 2000, cuando fue nombrado ministro y el PPD lo invitó a una reunión, Vidal dice que "Nicolás se perdió en el camino, porque no sabía dónde estaba la sede".

Entre sus amistades del ámbito político se cuentan el mismo Vidal, Carlos Mackenney y Ernesto Ottone. También es cercano al sacerdote Fernando Montes, con quien se suele reunirse a cenar una vez al mes, y a Felipe Berríos, aunque con este sólo se ha contactado por correo, pues está ahora en Ruanda. Y claro, está la amistad con Michelle Bachelet.

Cercanos a Eyzaguirre dicen se han visto en contadas ocasiones desde que éste se refirió a la ex Presidenta como mi gordi, lo que le costó el enojo de ella en tiempos en que su amiga estaba lanzada en la recta final de la campaña a la Presidencia. Una vez que Bachelet llegó al gobierno, también le costó un puesto de poco brillo en el Consejo Nacional de Innovación que dejó en abril de 2008, seis meses antes de partir a Washington. Sin embargo, los afectos se recompusieron en los últimos años y -a decir de un amigo de ambos- "el impasse está absolutamente superado y hoy se tienen cariño".

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En septiembre de 2012, cuando tomó posesión del cargo, Eyzaguirre realizó algunas transformaciones a la oficina del cuarto piso con vista al cerro San Cristóbal que ocupaba Cortázar. Hizo sacar unos cuadros y traer otros más modernos y luminosos que estaban dispersos en el canal. También hizo traer una alfombra persa y reemplazó una mesa de trabajo por una de centro. Eso y la maceta con plantas que acompaña a la pantalla plana de televisión que permanece apagada por días.

El mandamás de Canal 13 no suele usar traje y corbata. Los usa en reuniones formales fuera del canal, o bien los fines de mes en que se celebra la junta del directorio. El resto del tiempo pasa por profesor universitario de humanidades: de jeans o pantalón de lino, camisa y chaleco.

Es común que se lo vea fumando en los patios del canal, donde hay avisos que previenen que Si fumas, todos fumamos. Que tu creatividad no se haga humo. Eyzaguirre es un fumador empedernido que suele encender un cigarrillo en su oficina y hasta pedir permiso en las juntas de directorio -que se extienden por seis a siete horas- para poder hacerlo allí. Cuando eso pasa, se acerca a una ventana que está a sus espaldas, con un Marlboro gold entre los dedos, y participa de la junta que preside frente a los otros 10 directores del canal.

Hay otro rasgo distintivo que es comentario obligado. A diferencia de otros ejecutivos, almuerza en el casino como cualquier otro funcionario: bandeja en mano, esperando su turno en la fila. Este hábito puede explicar que el concesionario haya mejorado notoriamente desde su llegada, según advierten algunos comensales.

Por todo esto -y porque es hijo de la actriz Delfina Guzmán, porque posó de flaite para The Clinic, con un melón con vino entre las manos; y porque tiene un estilo opuesto al de René Cortázar, a quien rara vez se vio almorzando en el casino y menos sin corbata- Nicolás Eyzaguirre Guzmán, 60 años, tres hijos, es visto en el canal como un jefe informal y cercano. Sin embargo, quienes lo han tratado en reuniones de trabajo y conversaciones a puertas cerradas, relativizan esta imagen.

Un funcionario cercano a la gerencia dice que es en las reuniones de comité a la que asisten todos los gerentes de área, donde Eyzaguirre "aprieta y genera debate y tensión".

A ese otro Eyzaguirre también lo conoce Marco Antonio Cumsille, productor ejecutivo del área deportiva, que lo define como un jefe que "acostumbra a preguntar mucho y puede llegar a ser bastante duro". El periodista deportivo cree que ésta puede ser una estrategia de poder, "porque me da la impresión de que a veces sabe la respuesta y pregunta para cuestionar o poner a prueba al otro".

Llegó sin asesores externos. Ni siquiera con una secretaria. Se instaló en la oficina de su antecesor y asumió que trabajaría con el mismo equipo de gerentes y productores heredados de la era de Cortázar. Por lo demás, en dos años, la administración antigua había pasado del cuarto al primer lugar de sintonía, y después de arrastrar una deuda histórica, a principios de 2012 obtenía ganancias por mil millones de pesos.

Si hubo un asesor informal, este fue Cortázar. El mismo Eyzaguirre lo contactó a fines de agosto, poco antes de asumir el cargo, para hablar sobre la marcha del canal. Luego se volvieron a reunir a solas en un par de ocasiones, antes de que Cortázar reemplazara a Luksic en el directorio de Canal 13 hace casi dos meses.

Pueden tener ideas y estilos distintos, pero ambos fueron ministros de Estado, son economistas y estudiaron en el Verbo Divino. De mundos opuestos no son.

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Eyzaguirre ha navegado con la hoja de ruta trazada en 2012 por Cortázar. Para septiembre de ese año, cuando se produjo el cambio de timón, la programación 2013 ya estaba definida. Una programación que si bien ha mantenido a Canal 13 en el primer lugar de la sintonía, ha levantado polémica al interior de la propia estación.

En noviembre último, el arzobispo Ricardo Ezzati se quejó por la prensa de "la farandulización de la familia", y de "las relaciones superficiales, donde da lo mismo la fidelidad o la infidelidad", que proyectaba el canal. Un mes después, el rector de la UC dijo que no se identificaba 100% con la programación.

Los dardos han apuntado a programas como Soltera Otra Vez y Mundos Opuestos, además del personaje de Yerko Puchento en Vértigo. Este último ha sido tema aparte.

En enero, después de que el periodista Andrés Caniulef acusara de racista y homofóbico a Daniel Alcaíno (el actor que interpreta a Yerko Puchento), Eyzaguirre afrontó la primera polémica bajo su gestión. Primero ordenó que guardaran silencio dos figuras del canal que habían comenzado a tomar partido a favor del periodista. Luego, en reuniones de comité editorial y del directorio, donde se discutió el tema, Eyzaguirre defendió la rutina del personaje.

Un gerente del canal dice que "a Nicolás le encanta Yerko Punchento, es su fan, y estuvo dispuesto de asumir el riesgo de que volviera en la próxima temporada de Vértigo", en agosto próximo. Aunque se suelen revisar los guiones del humorista, el mismo ejecutivo dice que Alcaíno y su guionista, Jorge López, "son inmanejables".

En las reuniones de comité editorial, y en la junta del directorio, promovió Protagonistas, el espacio de entrevistas políticas estrenado un par de semanas atrás y que fue iniciativa suya. De una cierta forma, el hecho de que Canal 13 junto a CNN transmita esta semana los dos primeros debates -previos a las primarias presidenciales- es interpretado al interior del directorio como un reconocimiento al modo en que ha cautelado los equilibrios políticos.

Puede que no vea televisión en el día, pero uno de los directores nombrados por Luksic reconoce que Eyzaguirre ha aprendido de la industria en estos nueve meses al frente del canal. Y no es que no vea televisión: en el canal ha comentado que suele ver en la noche, en su casa, cuando se expone a teleseries y realities. No vibrará como lo hace con películas francesas y series estadounidenses, de las que se declara fanático. Pero ha hecho un esfuerzo por entender el fenómeno de los programas de entretención, llegando a cambiar su percepción de ellos.

Como sea, uno de sus amigos dice que Nicolás Eyzaguirre sólo está de paso en Canal 13. Que no le ve mucho tiempo ahí, que lo suyo son las políticas públicas, no la administración de empresas. Eyzaguirre se ha lamentado, por ejemplo, de no tener tiempo para escribir un libro sobre desigualdad social en Chile que tiene en mente hace rato. Pero su amigo dice que la carencia de política es más profunda: "Si Bachelet llega al gobierno y le ofrece algo atractivo, no lo va a dudar".

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