Cuando Beatriz Aid García (70 años) vio que dos carabineros la esperaban afuera de su casa, de inmediato pensó en su hijo mayor, quien había salido temprano el día anterior, sin especificar su destino. "Llega a dormir, por favor", le imploró su madre.

Marcelo Caviedes Aid (45) no le hizo caso. Como muchas veces, había decidido pasar la noche en otro lugar, sin avisarle a nadie. Hacía ocho meses que no consumía alcohol, pero el campeonato logrado por la Universidad de Chile unas semanas antes lo había motivado a retomar su adicción. Quería celebrar. Aunque no jugaba fútbol, era hincha del club. Beatriz estaba resignada y sabía que cuando su hijo salía para tomar en la calle podía pasar cualquier cosa. "Un día van a llegar los carabineros para avisarme que te encontraron muerto", le decía a su hijo cuando este salía de la casa sin avisar. Por eso, cuando vio a los efectivos policiales se preparó para lo peor.

Los uniformados, sin embargo, estaban en el lugar por el menor de sus hijos.

Víctor Caviedes Aid (40)había sido detenido durante la mañana en la Primera Comisaría de Santiago tras haber trepado por el mástil de una bandera de Chile ubicada en la Plaza de la Constitución, justo frente a La Moneda. Los carabineros le contaron que había burlado los cordones de seguridad y mientras estaba ahí, colgando, se desnudó y empezó a gritar incoherencias, llamando la atención de las personas que a las 11 de la mañana pasaban por el centro de la capital. La incomprensible acción obligó a Carabineros a interrumpir el tránsito peatonal y llamar a efectivos de Fuerzas Especiales para ayudarlo a bajar. Tras algunos minutos, Víctor se lanzó directamente al techo del bus de Carabineros, golpeándose muy fuerte y quedando con una pequeña lesión.

Ese día, jueves 25 de mayo, la imagen del hombre sin ropa, a varios metros de altura frente al Palacio de Gobierno, dio la vuelta al mundo en varios portales de internet. Beatriz no sabía nada.

De hecho, en tres meses no había tenido noticias de Víctor.

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Beatriz Aid conoció a Carlos Caviedes Madrid en la población Los Nogales, de Estación Central. Eran vecinos y se ubicaban de vista. El atendía un quiosco donde vendía frutas y ella iba a comprar a ese lugar. Empezaron conversando y luego se hicieron amigos. Con el tiempo se emparejaron y se fueron a vivir juntos.

Cuando empezaron a convivir comenzaron los problemas. Carlos era extremadamente celoso y no dejaba que nadie se acercara a Beatriz. "Una vez me hizo un escándalo porque saludé a un niño en la calle", recuerda la mujer.

Puertas afuera, Carlos se mostraba como un hombre tranquilo, pero en la casa se volvía violento con su mujer. La golpeaba y la insultaba. El nacimiento de los dos niños no calmó las cosas. Los vecinos se daban cuenta de los abusos, escuchaban los gritos y, en secreto, le recomendaban a Beatriz que se fuera lejos. Un día, Carlos salió de la casa muy temprano y la mujer se decidió: junto a sus hijos abandonó a su pareja.

"Ese tipo era malo, una vez me tiró una piedra en la cabeza. Si hubiese seguido ahí, hubiese terminado muerta", reflexiona Beatriz.

Pese a iniciar una nueva vida, el fantasma de Carlos era grande sobre la familia. Con el tiempo, Marcelo y Víctor volvieron a vivir con su padre, ya que Beatriz no era capaz de mantener un hogar para tres personas. Trabajaba como asesora del hogar puertas adentro y los iba a visitar frecuentemente, pese a que tenía que lidiar con su ex pareja. "Yo creo que ahí empezaron los problemas para ellos", dice.

Los niños crecieron sin una autoridad presente. Podían salir a la hora que quisieran y no tenían que dar explicaciones, siguiendo el ejemplo de su padre, quien tampoco llegaba a la casa. Pronto empezaron a consumir alcohol y drogas en la calle.

Carlos Caviedes murió el 4 de enero de 2015. Tuvo otras parejas, pero también lo abandonaron, debido a su comportamiento. Beatriz supo de su muerte por una vecina, pero no quiso asistir a su funeral. Hacía varios años que no lo veía. Tampoco lo hizo Marcelo. Víctor, en cambio, sí apareció durante el velatorio de su padre.

Fue a lanzarle piedras al ataúd.

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Según Beatriz, su hijo menor fue el más influenciado por las conductas de su padre. Ella sospecha que los golpeaba duramente. Marcelo tenía problemas con el alcohol, pero era capaz de mantener un trabajo estable, como bodeguero en un supermercado, y no caer en el vicio. No tan seguido, al menos. Víctor, en cambio, sacó un título como panadero, pero apenas iba a trabajar. Cuando tenía un poco de dinero o bienes materiales los cambiaba por drogas. Pasta base, presume su madre.

En 2014, Marcelo y Víctor volvieron a vivir junto a Beatriz. Durante ese tiempo, ella se había vuelto a casar y tuvo otros hijos con un nuevo marido. Los aceptó y en su casa trató de enderezar la vida de ambos, pero ya no podía hacer nada. "Les decía que salieran a trabajar, que no se perdieran", recuerda.

Marcelo la escuchaba, y cuando lograba mantenerse sobrio, ayudaba en la casa. Víctor, en cambio, no podía acostumbrarse. Se escapaba de la casa, pasaba varias noches afuera y no hacía caso a las órdenes de su progenitora. No le gustaba la autoridad. Durante ese tiempo empezó a evidenciar un comportamiento errático: tenía cambios de humor drásticos, aparecía con los ojos desorbitados y amenazaba a su madre. Cuando salía decía que iba a buscar trabajo, pero se quedaba dando vueltas por las calles. Lo terminaron por echar de la casa.

"Me daba miedo que me hiciera algo o a mis hijas. Me recordaba mucho a su padre", reconoce Beatriz, quien con el tiempo perdió contacto con su hijo. El único recuerdo que queda de Víctor en la casa es una foto de su licenciatura de cuarto medio. Ahí se ve muy distinto a como lo recuerdan. "Una vez lo fui a ver, estaba flaco y le faltaba un diente", dice Beatriz.

Foto Cerrillos Reportajes

La última vez que madre e hijo se vieron fue en febrero de este año. Beatriz estaba veraneando junto a su familia en Quintero. Para sorpresa de todos, de pronto apareció Víctor. Nadie lo esperaba ni sabían por qué estaba ahí. Se veía un poco alterado y quería hablar con su hermano y su madre. Beatriz no quería saber nada de él.

Marcelo salió para conversar con su hermano menor y tranquilizarlo. Le dio un poco de plata para que se fuera.

Después de eso, no supieron más de él.

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Según su expediente, el prontuario policial de Víctor Caviedes es largo. Su primera detención fue por "porte de arma cortante o punzante" en la población Alessandri (Estación Central) en junio de 2012. Un mes más tarde fue detenido por "amenazas con arma blanca".

En total, Caviedes suma otras cuatro detenciones, tres en Santiago y una en Valparaíso. De hecho, fuentes al interior de Carabineros cuentan que el jueves 25 de mayo se lo llevaron a la Primera Comisaría de Santiago por su abultado prontuario y no por el simple hecho de subirse a un mástil. Luego lo llevaron a la Posta Central.

Las primeras versiones decían que Víctor Caviedes se había trepado de la bandera frente a La Moneda en señal de protesta. La información fue desmentida por los carabineros que lo asistieron. Se dijo que actuaba bajo la influencia del alcohol y que tenía perturbadas sus facultades mentales.

"Yo creo que tiene esquizofrenia", comenta Beatriz, aunque ella no tiene ningún informe médico que la respalde. También dice que los golpes de su padre lo pudieron haber afectado. Luego de su detención, Víctor fue internado en el Hospital Psiquiátrico Dr. José Horwitz.

Cuando los carabineros se fueron de la casa, Beatriz prendió el televisor. Empezó a ver La Jueza, en Chilevisión, hasta que interrumpieron la programación con un avance de prensa. Ahí vio a su hijo, colgando de una bandera chilena.

Ella no supo qué pensar de la imagen y no quiso contarle a nadie. "Yo tengo primos con una buena situación económica y no quería que se enteraran de lo que había hecho el Víctor. Quizás qué hubiesen dicho", confiesa.

Luego, volvió a ver a su hijo en las noticias de la noche.

Ese día, Marcelo Caviedes llegó muy tarde a su casa. Su madre lo esperó despierta y le preguntó si sabía lo que había pasado con su hermano menor. Manuel no se había enterado de nada. Beatriz lo reprendió: "¡Si hubieses llegado temprano habrías podido ver a tu hermano pilucho colgando de una bandera!".