Los HMOs y su relevancia en la alimentación infantil

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La leche materna contiene un conjunto de hidratos de carbono complejos que son denominados en conjunto oligosacáridos de la leche materna (HMOs). Son uno de los tres componentes más abundantes de la leche después de la lactosa y los lípidos. Los HMOs son casi exclusivos de la leche materna humana ya que en la leche de los demás mamíferos sólo hay cantidades trazas. Se han aislado unos 350 tipos diferentes de HMOs, aunque algunos son más abundantes y cada madre sintetiza unos 60 de ellos.

Sus actividades en el organismo están asociadas directa o indirectamente con el desarrollo progresivo de las bacterias benéficas propias del intestino del recién nacido y su inmunidad. Los seres humanos tienen dos formas de sistema inmune: la innata, que está presente y funcionando al nacer en todos los seres humanos y la inmunidad adquirida, que está poco desarrollada al nacer y evoluciona a lo largo de la vida, estimulada por contactos con virus, bacterias, parásitos y proteínas foráneas. En el tubo digestivo los HMOs favorecen el crecimiento de las bifidobacterias, capaces de estimular ambos tipos de mecanismos inmunes y adicionalmente contribuyen a bloquear a las bacterias que pueden causar infecciones intestinales y sistémicas.

Estudios en niños han mostrado que algunos de los HMOs más abundantes en la leche materna previenen la diarrea por Campylobacter, una bacteria que causa episodios graves de diarrea. Los HMOs se unen a la superficie de diversas bacterias causantes de diarrea y bloquean su capacidad de causar esta enfermedad.

Desde hace algunos años se dispone de cantidades abundantes de HMOs principalmente del tipo 2′-fucosil lactosa (2′FL) y la lacto N neotetraosa (LNnT) producidos industrialmente. Otros más han sido sintetizados recientemente. Esta disponibilidad de 2′FL y LNnT ha permitido evaluar su tolerancia, calidad funcional y ausencia de efectos secundarios.

Una mezcla de 2′FL y la LNnT ha sido administrada por períodos de 6 meses a recién nacidos a partir de los 15 días de edad; después de este período los niños fueron alimentados con una fórmula normal y fueron observados hasta los 12 meses edad. Los niños que recibieron los HMOs crecieron y se desarrollaron normalmente, con valores comparables a los lactantes amamantados que sirvieron de grupo control; tuvieron deposiciones con consistencia similar y no tuvieron mayor número de efectos adversos. Durante todo el seguimiento quienes recibieron 2′-FL y LNnT tuvieron menos episodios de bronquitis, de afecciones bronquiales bajas, requirieron menos antibióticos y menos antipiréticos en los primeros meses.

La posibilidad de agregar HMOs a preparaciones para la alimentación infantil representa la oportunidad de suministrar a los lactantes algunas de las moléculas que hacen tan única a la leche materna.

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