María Isabel Manzur: la experta en biodiversidad que ha dedicado una década a proteger la naturaleza

María Isabel Manzur, experta en biodiversidad.

Esta bióloga y defensora incansable de la biodiversidad, participó de cada una de las sesiones del Congreso en donde se discutió la recientemente aprobada Ley de la Naturaleza. Cada vez que había sesión tomaba sus apuntes y viajaba a Valparaíso con el fin de incidir en esta iniciativa que, según dice, permitirá enfrentar la crisis de biodiversidad que afecta al país. "Dejar algo para las nuevas generaciones es una gran satisfacción para mí", confiesa.




“Tengo que aparecer con una sonrisa porque ganamos”, bromea la bióloga María Isabel Manzur (70) mientras posa para la foto de esta entrevista. Se refiere a la aprobación de la Ley para la Naturaleza que a mediados de junio de este año se despachó del Congreso tras casi diez años de tramitación. Y lo menciona como un triunfo porque si esta ley se pudiera encarnar en una persona, sería María Isabel.

Fue en 2014 cuando se presentó por primera vez el proyecto de Ley. Desde entonces –casi una década– esta experta en biodiversidad y parte del directorio de la Fundación Chile Sustentable, asistió ininterrumpidamente a casi todas las sesiones en que se discutió el proyecto que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas. “La primera versión del proyecto estaba elaborada muy pro empresas, pro economía, entonces había mucha piedra por picar, mucho trabajo por hacer”, dice. “Ameritaba un seguimiento porque en Chile tenemos especies únicas; somos un país isla que por nuestra geografía, tenemos niveles de endemismo muy altos. Es decir, que si se pierden especies acá, se pierden para toda la humanidad. Y actualmente muchas de ellas están sumamente amenazadas”, agrega.

Además sabía que a este tipo de proyectos hay que hacerles seguimiento. “Nunca se dejan solos, son como las guaguas. Hay que involucrarse como ciudadanía y el Congreso da la oportunidad de hacerlo”. Así que se propuso asistir a todas las sesiones, lo que no se imaginó, es que la discusión del proyecto duraría tanto y que le significaría decenas de viajes a Valparaíso. “A veces había marchas o manifestaciones camino al Congreso y por eso no podía llegar, pero cuando pasaba eso las veía en vivo o grabadas. Entonces, no me perdí ninguna sesión finalmente”, relata.

María Isabel es Licenciada en Ciencias Biológicas de la Universidad Católica de Chile y Doctora en Zoología de la Universidad de Liverpool, Inglaterra. “Cuando volví a Chile después de hacer mi doctorado, tenía la duda de si trabajar en docencia e investigación, o dedicarme a la conservación, y elegí lo segundo. Entonces cuando en 2014 se presentó el proyecto de Ley, yo llevaba tiempo trabajando en conservación de distintas especies, como huemules, ballenas, también en conservación de humedales. Y sabía que esta era una ley que se necesitaba con urgencia”, dice.

También reconoce que fue aprendiendo en el camino cómo se hace un proyecto de ley, pues no sólo siguió atenta su tramitación, en esta década y en cada una de sus visitas al congreso, tomaba apuntes, preparaba minutas y pedía audiencias con los asesores parlamentarios, con el objetivo de incidir en el documento final. “Fueron años que casi no sentí, nunca me detuve a pensar si seguir en esto o no. Aunque hubo días malos, en que perdíamos todo lo que habíamos avanzado y me dolía la guata de sólo pensar en la idea de tener que partir de cero. Pero, al final, esos días en vez de desmotivarme, me daban más fuerza para seguir”, reconoce.

1.200 indicaciones recibió el proyecto de ley en todos estos años, algo que según Isabel, es inaudito. “El proyecto tuvo mucha oposición durante toda su tramitación, porque cuando hablas de biodiversidad, inevitablemente tocas actividades económicas, y entonces fue un arduo trabajo, de mucha estrategia. La secretaria llegaba con un carrito con turros de papeles porque de otra manera no se podía. Yo también llegaba a las sesiones con mis turros de papel porque no se usaban tanto los celulares en esa época como ahora”, recuerda.

Y no es lo único que ha cambiado. María Isabel dice que los cambios en nuestra biodiversidad son muy latentes. “De niña viajaba de noche y el parabrisas se llenaba de polillas. Ahora no se ven, porque su población se ha visto muy disminuida. Eso lo he notado en los últimos años de mi vida. Es muy lamentable que un país vaya perdiendo su riqueza natural y verlo frente a mis propios ojos, me generaba más urgencia. Al mismo tiempo que este proyecto se discutía, los factores que amenazaban nuestra biodiversidad iban aumentando”, dice.

“Cuando uno mira desde arriba la isla donde está Haití y República Dominicana, Haití es café en cambio República Dominicana se ve verde. Nosotros no queremos que Chile se vea café, porque la vida y la riqueza de un país depende de su patrimonio natural”

Aunque es optimista. “Hay que serlo, porque una no saca nada con paralizarse y quedarse en casa deprimida. Aunque sea a paso lento, hay que intentar dejar las cosas mejor de lo que las encontraste. Y en ese sentido confío en las nuevas generaciones que tienen mucho más internalizado la importancia del cuidado al medioambiente”.

Para esas generaciones es que María Isabel siente esto como un legado. Dice que al menos ellos pueden contar con una ley que proteja el patrimonio natural del país. “Cuando uno mira desde arriba la isla donde está Haití y República Dominicana, Haití es café en cambio República Dominicana se ve verde. Nosotros no queremos que Chile se vea café, porque la vida y la riqueza de un país depende de su patrimonio natural. De hecho, nuestra economía está basada en los recursos naturales, si los sobreexplotamos o extinguimos no hay ninguna garantía de futuro”.

¿Crees que eres un ejemplo para esas generaciones?

Uno trabaja por convicción, con ánimo de bien público, de que este país sea mejor hacia adelante y si eso es un ejemplo para las futuras generaciones, me parece perfecto. En esto hay amor por la naturaleza porque cómo uno va a proteger algo que uno detesta, no es posible. Cuando me dediqué a la biología en los años 70 dije: no sé si voy a poder vivir de esto, pero me gusta. Y es que siento cariño por esta tierra.

¿Cómo fue para ti, después de diez años, el día que se despachó la ley?

Lo que logramos no es todo lo que hubiésemos querido, pero es un avance tremendo de lo que hoy no hay nada. Ahora tendremos un cuerpo legal integral que protege la biodiversidad del país y la valora. El país cambió y dejar algo para las nuevas generaciones es una gran satisfacción para mí.

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