En los últimos años hemos visto cómo se han comenzado a cuestionar los modelos productivos poco sustentables y, también, cómo los consumidores están exigiendo a las empresas un enfoque más ético con el medio ambiente. Solo en 2019 los productos sustentables se vendieron 5,6 veces más rápidamente que aquellos que no lo son, según un estudio del Centro para el Negocio Sustentable de la Universidad de Nueva York.

En paralelo, también se ha incrementado la presión legal y regulatoria en este ámbito, ya que desde 1970 a la fecha las leyes ambientales en el mundo se han multiplicado por 38, según el análisis del Programa Ambiental de las Naciones Unidas.

Así las cosas, las empresas que trabajan con producción poco sustentable se enfrentan al riesgo de crisis reputacionales. Fuera de la mirada cortoplacista, la sustentabilidad es, además, una tendencia a tener en cuenta ya que genera oportunidades a gran escala y crecimiento rentable para las compañías que realmente incluyan la sostenibilidad en su ADN.

En particular, se advierten espacios de crecimiento en sectores como la alimentación, las cadenas de suministro, el estilo de vida y los sistemas urbanos sostenibles. Por ejemplo, se estima que en la industria alimentaria habría una oportunidad de US$ 250 mil millones para el desarrollo de la agricultura de precisión, es decir, de proyectos como el monitoreo de cultivos en tiempo real o la siembra personalizada para mejorar los rendimientos.

Desde la mirada del inversionista creo que este será un factor clave para cualquier decisión y la razón que permitirá a las empresas lograr el potencial para su crecimiento y rentabilidades superiores al promedio. En este escenario, los inversionistas juegan un papel fundamental, ya sea aportando con capital semilla para la innovación sostenible, con la compra de acciones en empresas que están a la vanguardia del cambio o cuando usan su voz como accionistas para encaminar a las empresas hacia una dirección más sostenible.

Todo escenario de transición culmina con actores que ganan y otros que quedan rezagados. Los ganadores serán empresas con finanzas sólidas, prácticas comerciales éticas y un modelo de negocio diseñado para prosperar en el largo plazo.