Ser actor fue un proceso azaroso. Yo estaba en la Universidad Católica estudiando Arquitectura. Tras el golpe de 1973, mataron a un profesor y la forma de hacer clases cambió. Me empecé a sentir ahogado y me metí a un instituto de música que se llamaba Taller 666. Este funcionaba al lado de una escuela de teatro, y mientras estudiaba música, veía lo que pasaba ahí. A cada rato la gente de teatro iba a buscar músicos para que les ayudáramos en distintas cosas. Empecé a conocer ese mundo por dentro y me empezó a gustar.

En un tiempo estudié trompeta y a veces lo sigo haciendo. He tenido un asunto potente con la música, porque era algo que rondaba en mi familia. Recuerdo cuando chico haber ido a la casa de mi abuelo, que vivía en esas casonas antiguas en Agustinas con San Martín. Ahí había una pieza de música gigante, donde tenían un piano, un chelo, era alucinante. En los tiempos en que no estoy con teleseries, si puedo estudiar la trompeta, también lo hago. Tengo una en mi casa, meto bulla cuando puedo y cuando me aguantan.

Hoy, un artista de derecha sigue siendo mal visto en ciertos ámbitos. Antes un artista de derecha no era considerado artista, pero personalmente me interesa su arte, su persona, me interesa lo que él está provocando en la sociedad. Lo que sucede en términos culturales es que, en general, la gente de derecha son personas más ligadas a los dogmas. La gente de izquierda está buscando, tiene una libertad mental y que no se compra ni los dogmas sociales ni los dogmas religiosos.

La administración de TVN ha tomado malas decisiones tanto programáticas como en el área creativa. El contenido público de TVN es algo que está bastante diluido y sobre el cual no ha habido un debate serio en los últimos años. A mí en la calle a cada rato me piden que no me vaya del canal, eso significa que algo pasa en la misma ciudadanía, alguna conciencia hay, algo se siente. Pero este debate hoy día no le interesa a nadie, porque al mundo político no le interesa realmente. La grúa de Mega fue gigante, hizo que el área dramática de este canal se desaguara y, por suerte, el Parlamento le pegó un salvataje, porque si no estábamos jodidos.

Hubo un momento en que me querían transformar en diputado. Fue un período muy intenso en la época de Lagos, la Concertación me lo pidió. Pero preferí continuar en lo mío, si bien siempre me ha importado, y he tenido participación y opinión, nunca di el paso. Es mucho más gratificante y poderoso el mundo de las artes que el mundo de la política.

Actuar en Una Mujer Fantástica fue un mundo a descubrir. Cuando se me presentó el proyecto me llené de preguntas, de curiosidad. No tenía ningún amigo transexual, nunca había actuado en algo parecido, entonces no tenía mayor información. En la película, Orlando no se cuestiona la sexualidad de Daniela, él la ama y punto, y es legítimo. De esa forma abordé el personaje. El trabajo previo con Daniela y Sebastián fue fundamental. Todo eso no es fácil de entender y, de hecho, te puedo decir que hasta el día de hoy no lo entiendo perfectamente, pero sí llegamos hasta un punto en donde pudimos hacer la película.

El cine chileno pasó por una etapa de pretensión. Cuando quieres ser exitoso y quieres ganar muchos millones con lo primero que haces, eso es nefasto. Ahora, el cine chileno ya no está en esa etapa, pero siempre hay que tener un ojo en la producción en términos artísticos. Tú tienes que estar pensando en lo que estás haciendo. Durante el rodaje de Una Mujer Fantástica nunca se habló de premios, estábamos metidos en una historia.

Estoy bastante al debe con mis hijos. Es muy difícil ser papá, tal vez más siendo artista, porque uno requiere de mucho tiempo consigo mismo y el tiempo que se les entrega a los hijos no es de lo mejor. Duele cuando te das cuenta de que un hijo te ha requerido y no has estado, duele cuando un hijo te hace reclamos de cosas que tú ni siquiera registraste, es impresionante y eso pasa mucho. Esas cosas duelen, uno dice cómo no fui lo suficientemente lúcido o cómo fui tan egocéntrico.

Lo que ha hecho mi mujer con el teatro es alucinante. Los que dicen que mi mujer -Carmen Romero- lucra con el teatro es ignorancia. Uno escucha esos rumores y lo único que puedo decir es que es negativo y puedo dar fe de eso. Creo que la Fundación Teatro a Mil ha sido un aporte gigante en el desarrollo de las artes escénicas en Chile. Indudable que todo tiene dificultades y hay gente que envidia y otros que no envidian.

Si me topo con Anthony Hopkins en los Óscar le pediría una foto. Soy súper calcetinero, si me encuentro con cualquier actor que me guste voy a intentar sacarme una fotografía, podría ser con Al Pacino también.