Es medianoche de invierno en China. La santiaguina Camila Vilches (28 años de edad) descansa en la comodidad de su departamento en las afueras de Tianjin, una ciudad que vive a la sombra de Beijing, pero que cuenta con un potente polo de desarrollo económico. Ella decidió probar suerte en el gigante asiático.

"Un amigo que estaba pronto a viajar a China me recomendó para un trabajo como profesora extranjera en un centro privado de inglés con un sueldo inimaginable para mí. Lo pensé, lo conversé con mis padres. No tengo nada que perder y solo mucha experiencia que ganar, me dije a mí misma", explica al teléfono por WeChat, la red social más usada en China, y que tuvimos que instalar para poder hablar con ella.

Un nuevo comienzo

Camila llegó a fines de octubre de 2018 y, con el jet lag a flor piel por la diferencia horaria, tuvo que comenzar sus funciones el segundo día de su arribo a la ciudad ubicada al noreste de China.

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Camila Vilches está sorprendida con la facilidad que tienen los niños chinos para aprender inglés.[/caption]

Al igual que muchos inmigrantes en China, la joven santiaguina conocía solo estereotipos del país, desde los pandas hasta la Gran Muralla; en Chile, eso sí, tuvo clases de chino mandarín en cuarto año medio. La incomunicación fue un problema para ella al principio: "No sabía dónde estaba metida".

Camila hace clases en "Sesame Street English", un after school en el que enseña a niños de entre 3 a 12 años el idioma anglosajón en un ambiente lúdico y ameno.

"Uno de los puntos centrales que acá se potencia es la educación de los niños. Todos los chicos en promedio tienen cuatro actividades extras tras salir del colegio. Hay centros para todo, incluso dentro de un mall les enseñan a cabalgar a caballo", dice Camila.

"Tengo hasta 12 niños por sala y aplicamos el sistema TPR (Total Physical Response) que quiere decir que la mayoría de las actividades que se hacen tienen actividad física. Es muy entretenido enseñarles a niños chinos de 3 años; saltan, gritan, tienen ganas de aprender, y los padres son muy exigentes. Lo que más me ha impresionado es que a las 42 semanas que termina el curso, ya puedan hablar inglés", dice Camila.

-¿Qué es lo que más te ha impresionado de China?

-Uno de los puntos centrales que acá se potencia es la educación de los niños. Todos los chicos en promedio tienen cuatro actividades extras tras salir del colegio. Hay centros para todo, incluso dentro de un mall les enseñan a cabalgar a caballo".

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Al igual que muchos inmigrantes en China, la joven santiaguina conocía solo estereotipos del país, desde los pandas hasta la Gran Muralla.[/caption]

Frente a los estereotipos sobre la forma de vida en China que sus amigos chilenos le han consultado, ella responde: "Yo no vivo atochamientos, no vivo mega rápido, porque no todo es como en Beijing; mi pueblo es relajado y bien avanzado".

En este corto tiempo, dice que disfruta de su rutina laboral: "No me traigo pega a la casa y tengo tiempo para mí. No tengo que preocuparme si debo llegar a fin de mes o no. Puedo darme gustos".

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Camila dice: "Yo no vivo atochamientos, no vivo mega rápido, porque no todo es como en Beijing; mi pueblo es relajado y bien avanzado".[/caption]

Pese a que ha enfrentado problemas como cualquier persona que se adapta a una nueva cultura, Camila quiere seguir trabajando en China. "Me queda un año de contrato acá, pero quiero ver la posibilidad de estudiar un máster aquí".

Revela que va a invitar a su mamá a conocer China. "Como los tramos son largos, se necesitan estadías largas para conocer a los soldados de terracota o la muralla china", dijo.