Al menos tres décadas antes de su muerte, el escritor Carlos Monsiváis supo confirmar a Juan Gabriel como la figura que fue. Desde su libro Escenas de pudor y liviandad lo nombró ícono de una época, ídolo popular y figura imprescindible de la música; el cantautor que sustituyó el rostro del machismo por el de un ser amanerado al que México entero le perdonó todo y que hizo bailar, cantar y pavonearse.

Algo de eso hay en Lo que no se no se pregunta, un abanico de voces y registros que perfilan al Divo de Juárez desde los días posteriores a su muerte, un 28 de agosto de 2016.

El trabajo de compilación va desde poemas a crónicas, con la urgencia editorial de homenajear al baladista —parafraseando a uno de los autores dle libro— que hizo hablar al alma del amante desde la resignación y el desamparo.

Si bien el resultado es dispar, Lo que no se ve no se pregunta raspa superficialmente el fenómeno de Juan Gabriel pero ayuda a crear un imaginario colectivo y mexicano a partir de sus letras y material fotográfico, a la espera una biografía a la altura de su leyenda de cuatro décadas de música.