"Clarence puede insultar por teléfono al presidente de un estudio".

"Nunca te han insultado hasta que Clarence te insulta".

"Que Clarence te insulte es 'vaya, qué genial'. Es como el síndrome de Estocolmo".

¿Quién es este tipo cuyas palabrotas son causal de honra entre algunos de los más altos ejecutivos y estrellas del entretenimiento estadounidense? Le llaman El Padrino Negro y su nombre es Clarence Avant (88), un afroamericano objeto de un documental de Netflix que después de casi dos horas de entrevistas a la élite de los espectáculos de EE.UU. contando artistas, productores, mánagers y al propio protagonista, traza un retrato tan benevolente que despierta suspicacias.

La información en línea tampoco ofrece matices. Los artículos publicados a propósito del estreno en Netflix de este film biográfico, repiten los datos de Wikipedia mientras otros se sinceran preguntando quién es esta persona de la que ex presidentes como Barack Obama y Bill Clinton hablan tan bien, cuál es el motivo para que los peces más gordos de la industria -la mayoría blancos- solo reiteren profunda admiración por su figura.

Contra todo pronóstico por el contexto en el que se abrió paso profesional, Avant se hizo de un nombre y prestigio extraordinarios en una era donde el racismo arreciaba, con un talento que traspasó las barreras del negocio de la música donde se inició para expandirse hacia el cine, la televisión, los deportes y la política de la más alta esfera, siempre en bastidores, encarnando el verdadero poder tras los brillos y las luces, manejando la carrera de diversos artistas, a cargo de la producción ejecutiva de grandes espectáculos, el montaje de sellos, radios y giras, o el lanzamiento de cantantes como Bill Withers, un ex marino que fabricaba tasas de baño para aviones y que pasó a la historia del pop gracias al éxito Lean on me, una canción a la que no le tenía fe pero Clarence sí. Resultado: un one hit wonder redondo número uno del Billboard.

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The black godfather, disponible en Netflix.[/caption]

El asesinato de Emmett Till

Nacido en una localidad insignificante como Climax en Carolina del Norte, Clarence Avant creció como el mayor de ocho hermanos en una familia empobrecida. Lo deslenguado proviene de la madre Gertrude quien, técnicamente, era hija de esclavos. Clarence experimentó el racismo en los tiempos en que los negros eran linchados, ahorcados y luego la gente se retrataba solemne con los cuerpos ultimados. "El KKK nos rodeaba".

Tenía un padrastro abusador que molía a golpes a su madre. A los 12 años intentó librarse de él envenenando su comida. Obligado a huir se alojó en la casa de una tía en Nueva Jersey para luego conseguir trabajo en un bufete de abogados como junior.

"Mi vida completa cambió cuando asesinaron a Emmett Till", cuenta el ejecutivo sobre el caso de un chico negro que estando de vacaciones con su familia en el sur de EE.UU. en agosto de 1955 fue acusado de silbar a una mujer blanca. Al día siguiente lo encontraron muerto de una golpiza con el rostro desfigurado. La madre exigió que el cajón permaneciera abierto para exhibir el ensañamiento. "Fue el día después de su asesinato", evoca Clarence, "comencé a llorar y a gritar cuánto odiaba a los blancos. El caballero que dirigía el lugar (...) Vino y me dijo que fuera a su oficina. Todos pensaron que me despedirían (...) él dijo 'entiendo lo que sientes. No voy a despedirte pero no puedes hacer esto de nuevo'. Eso claramente cambió mi vida en términos de derechos civiles o como quieras llamarlo".

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Clarence Avant.[/caption]

El único en la sala

Todo lo aprendido por Clarence Avant en materia de negocios en el mundo artístico fue enseñanza de Joe Glaser, mánager histórico de Louis Armstrong y una figura clave en el negocio de los agentes de espectáculos. El documental insinúa que Glaser y por cierto Avant eran de la vieja escuela de los representantes, estilo proclive a las maneras de la mafia donde el matonaje, las amenazas y las estafas eran el ambiente.

En la filosofía de Avant, que repite hasta el final del documental cuando pregunta "cuando acabemos con esto, ¿cuánto me van a pagar?", se reduce a números y dinero. El detalle distintivo de Clarence estaba en su capacidad negociadora que además debía lidiar con el elemento racial. En muchas de las reuniones para zanjar grandes contratos era el único negro en la sala.

Avant levantó sellos ajenos y propios, compró radios y encaminó las carreras de productores como Jimmy Jam y Terry Lewis, los fabricantes de una parte del sonido pop de los 80 a cargo de la carrera de Janet Jackson. Formó un imperio con vaivenes que lo tuvieron al borde de la bancarrota a mediados de los 70, naufragio del que le ayudó a salir, entre otros capos de la industria, Bill Cosby, dato que el filme soslaya.

El estilo de Avant contenía rasgos transgresores en beneficio de su gente, como el acuerdo que negoció con Coca Cola para promocionar el récord de jonrones que el beisbolista afroamericano Hank Aaron batió en 1974, perteneciente al legendario Babe Ruth. El contrato millonario e inédito para un deportista afroamericano permitió a Aaron sobrellevar la presión de la hazaña que le reportaba incontables amenazas de muerte de fanáticos reacios a la idea de un negro superando la marca de un blanco. Sin saludar al presidente de la gaseosa y mirándolo directamente, Clarence Avant inició las negociaciones diciendo "los negros toman harta Coca Cola".

Aunque Clarence Avant subraya el factor económico como el eje de su política, finalmente lo que El padrino negro establece es que su poder negociador se debía, entre otras cualidades, al talento de tender puentes, enlazar gentes y operar las redes humanas para conectar a las personas adecuadas con el dinero y las influencias necesarias. Si entre medio podía putear a los involucrados, tanto mejor.

https://www.youtube.com/watch?v=Gp_MsziYf4s