¿Qué tan justo es esto? Para Halloween nos colamos en la guarida de Stephen King en busca de horrores y espantos, pero aquí, en cambio, él nos está ofreciendo intuición y valentía. Vas a masticar unos pocos capítulos de Elevación (Suma, 2019) antes de darte cuenta de que no hay una hoja de afeitar en esta manzana confitada. La nueva novela de King es dulce y truco, una conmovedora parábola de prejuicio superado y resentimiento sanado. ¡Las llamadas vienen de dentro de nuestra conciencia!

Lo más sorprendente de Elevación es que este parecería el momento perfecto para que King convierta la furia de su cuenta de Twitter en una historia de invectiva rechinante en contra del presidente Trump. Pero quizás el Maestro del Terror sepa que estamos recibiendo muchos horrores desde la Casa Blanca. Además, como King me dijo hace un par de años, ya ha escrito una novela sobre Trump: La zona muerta.

Pero si esto es un nuevo King, los fanáticos de su obra reconocerán un antiguo motivo tomado de la novela de 1984 Maleficio. En esa siniestra historia, un abogado sufre una pérdida de peso infinita, una especie de pesadilla de la empresaria de las dietas Jenny Craig, inspirada en los esfuerzos del propio King por perder peso. En Elevación, la situación es similar pero menos macabra: Scott Carey está perdiendo peso pero no masa. Por fuera, parece el mismo de siempre: un atlético hombre de 42 años que pesa alrededor de 105 kilos. Pero cada vez que se pesa, la balanza dice que es más ligero. Lo que es más extraño, no importa la ropa que lleve puesta, ni siquiera lo que esté sosteniendo en la mano. Su peso sigue cayendo.

El misterio de la pérdida de peso

Por supuesto, esta historia tiene lugar en el entorno familiar de King: Castle Rock, ese pequeño pueblo de Maine que sufre la maldición de fenómenos inexplicables como camiones asesinos, bromas mortales y la senadora Susan Collins. Esta vez, sin embargo, los problemas de pérdida de peso de Scott son el único misterio, un desgarro privado en el tejido de una realidad por lo demás pedestre, y Scott no está particularmente interesado en encontrar una explicación o una cura. Al comienzo de la novela consulta con un médico jubilado que de manera sabia le dice: “Dudo mucho que esto sea algo que pueda investigarse científicamente”. Eso confirma la decisión de Scott. No quiere participar en ningún tratamiento hospitalario agresivo ni en estudios gubernamentales. Él menguará con dignidad.

King presenta esto con un ingenio tan tierno que es difícil tener en cuenta cuán sobrenatural es. (El libro incluso tiene bonitas ilustraciones en lápiz y tinta de Mark Edward Geyer que corren el riesgo de hacer que todo el paquete parezca algo que el autor de libros de sentimientos navideños Richard Paul Evans pondría debajo del árbol de Navidad.) Simplemente seguimos el ejemplo de Scott, volviendo nuestra atención hacia un drama cotidiano de vida vecinal: dos mujeres se han mudado recientemente a esa calle y de manera constante no logran controlar a sus perros. Scott está muy molesto.

Ah, aquí vamos, ¡Cujo ha vuelto!

Pero no. Esta no es una novela sobre furia desatada. Es una novela sobre la respuesta mesurada, sobre el respeto civil, sobre cómo deberíamos comportarnos en nuestros pueblos pequeños y chismosos. Piense en ello como “El misterio de cómo debiera ser Salem’s Lot”.

Cuando Scott educadamente les pide a las mujeres que recojan los excrementos de sus perros, él es rechazado con rudeza, pero no pierde los estribos. De hecho, él es provocado hacia una extrema cortesía. “Todo lo que quiero”, dice, “es que seamos buenos vecinos”. Lo que se desarrolla es una tranquila comedia moral en la que Scott se esfuerza por lograr una cortesía cada vez mayor, lo que solo más irrita a una de las mujeres. Y cuando él las defiende públicamente contra un matón homofóbico, Scott se ve envuelto en un feo conflicto que ha dividido al pueblo.

Ah, aquí vamos, como el enfrentamiento mortal en “Bellas durmientes”.

De nuevo, ¡no! Se trata de una novela sobre comportamientos ejemplares, sobre tensiones resueltas por adultos capaces de evolucionar más allá de sus creencias estrechas.

Castle Rock

La mayor parte de Castle Rock —un pueblo sólidamente republicano— está dispuesta a tolerar a las lesbianas, pero ¿a las lesbianas casadas? “Ese es un factor decisivo para muchas personas”, le dice un conocido a Scott. “El condado eligió a Trump tres a uno en el 2016 y creen que nuestro gobernador insensato camina sobre las aguas. Si esas mujeres lo hubieran mantenido en un nivel bajo, habrían estado bien, pero no fue así. Ahora hay personas que piensan que están tratando de hacer algún tipo de declaración”. Dado ese fanatismo arraigado, la modesta cruzada de Scott por la iluminación social puede ser ingenua, pero no podría ser más importante.

Si Elevación no es un ataque a Trump, es una reprimenda implícita a su burda invectiva y divisiones tóxicas. Con una tripulación esquelética de amigos, Scott eleva con gracia la conciencia del pueblo y expande el círculo de su apreciación. Es un recordatorio del tipo de buen espíritu que todavía insufla a Estados Unidos, sin importar la demagogia que estemos soportando desde arriba.

Y, sin embargo, esta novela puede repeler a los lectores estridentemente progresistas tanto como a los incondicionalmente conservadores, lo que, sospecho, no preocupará demasiado a King. Tener cientos de millones de copias impresas debe proporcionar un escudo útil contra los vientos del prejuicio confirmado o la corrección política. Pero hoy en día, pocos jóvenes escritores de ficción serían tan sordos como para crear una ciudad monocromática o entregarnos una lesbiana estridente o celebrar a un salvador blanco que literalmente asciende al cielo.

Búrlate de esos viejos clichés si es necesario, pero King, ahora de 71 años, está del lado de los ángeles. Ha escrito un libro delgado sobre un hombre común en una condición poco común que se eleva por encima del odio y aprende a vivir con tacto y dignidad. No es un gran libro de Halloween, pero está en el momento adecuado para nuestra temporada aterradora.

Elevación