Aunque las nubes se configuraron como una amenaza constante, las gotas se mantuvieron piadosas durante la mayor parte del día. Aun así, el reporte climatológico previo fue claro: las precipitaciones para este sábado en Santiago eran más que probables. Tanto así, que hasta la organización del Primavera Sound –festival español que este fin de semana está debutando en nuestro país, ayer con su segunda jornada- confirmó ante las dudas que los shows se realizarían “con sol o lluvia”

Para las 21.05 horas, apenas diez minutos antes de que Lorde -una de las artistas pop más innovadoras de la última década- arribara al escenario Punto Ticket, las nubes apenas aguantaban. Entonces, la estadounidense Phoebe Bridges cerraba su presentación justo al frente, en el escenario Santander, apostado a sólo unos metros de la tarima donde ya se comenzaban a instalar los elementos escénicos de la compositora neozelandesa.

En cosa de segundos, gran parte de los espectadores de Bridges se trasladaron hacia el otro extremo para esperar a la compositora responsable de éxitos como Royals. Nacida en noviembre de 1996, Ella Marija Lani Yelich-O’Connor (conocida artísticamente como Lorde) llegó a Santiago para concretar su reencuentro con la fanaticada criolla, a cuatro años de su exitosa presentación en el Primavera Fauna.

Con 26 años recién cumplidos y su tercer disco Solar Power (2021) como una parte fundamental de su repertorio, la artista regresó aún más consagrada que antes, figurando como uno de los platos fuertes del debut del Primavera Sound en Latinoamérica junto a músicos de la talla de Arctic Monkeys, Travis Scot y Björk.

A eso de las 21.10, las luces y pantallas del escenario se apagaron para dar a entender que el inicio del show se aproximaba. El público, aunque abrigado y en algunos casos protegido por impermeables plásticos improvisados, no parecía estar preocupado del tiempo. Lo único importante era lo que estaba por suceder.

En medio de la tarima, una escalera con un círculo luminoso en su centro (similar a las escaleras utilizadas para subir a los aviones) comenzaba a moverse. Entre los gritos y aplausos, la luz mostró a los músicos, ordenados y calzando ternos de un tono amarillento, parados de forma ascendente en los peldañoslos. De pronto, las pantallas revelaron a Lorde apostada en las primeras escalas, cantando The Path (parte de su último álbum) y vistiendo un traje negro que, junto a su cabello rubio, parecían condensar la oscuridad y luminosidad solar que representan los dos extremos de su discografía.

Homemade dynamite y Buzzcut season fueron las canciones siguientes. Pero en la mitad del tema de Pure Heroine, las gotas tímidas terminaron por transformarse en una lluvia lo suficientemente intensa como para empapar al público y a la cantante. Sin embargo, lejos de significar un problema, el agua terminó por configurarse como un elemento más de la escenografía que no hizo titubear a la artista en ningún momento, casi como si fuera una escena planeada con anticipación.

“Gracias Santiago”, “te amo” y “hola” fueron algunas de las breves pero entusiasmadas frases articuladas en español por Lorde, y que fueron aplaudidas y celebradas por los espectadores a pesar de ser pronunciadas en un castellano poco fluido y agringado.

Así, entre una fanaticada inmersa en vivir el momento (algo que pudo verse influenciado por la imposibilidad de sacar los celulares), una lluvia que no cesó e incluso un par de relámpagos, pasaron temas como California, Ribs, 400 lux, Royals (una de las más aclamadas por el público), Perfect places y Greenlights. Todos ejecutados con una voz impecable y con un color mucho más maduro que en sus primeras grabaciones, que no titubeó ante el frío.

En cuanto a su desplante escénico, la artista no dudó a la hora de bailar bajo la lluvia, pasearse por todo el escenario, subir por las escaleras y explotar todos los recursos que estuvieran a su alcance. Y aunque se tomó en serio los momentos que requerían algo de dramatismo en la interpretación, su expresión facial se mantuvo alegre durante todo el espectáculo, emocionada de ver que, a pesar del clima, el público se mantuvo firme y gozando cada minuto de su presentación (en más de una ocasión se mostró preocupada por el bienestar de quienes la escuchaban, pidiéndoles que no se sintieran comprometidos a quedarse y afirmando que haría todo por mantenerlos “calientes y secos”).

“Santiago, quiero regalarles una canción más”, exclamó antes de dar por finalizada su presentación. Acto seguido, se preparó para interpretar Teams, uno de los éxitos indiscutibles de su cancionero y que fue bailado y cantado de forma transversal. Así, la artista dio por finalizado un show marcado por la conexión innegable con sus fanáticos, pero también por el profesionalismo digno de alguien que llegó a la industria para darle un aire fresco y novedoso a los esquemas del pop.