LA modificación referida a los impuestos correctivos, que se presentó esta semana en el protocolo de acuerdo sobre la reforma tributaria, contiene algunos aspectos valorados, pero sigue haciendo más oneroso el negocio en las industrias afectadas. Concita la atención que los llamados de los fabricantes de bebidas no alcohólicas azucaradas no fueron tomados en mayor cuenta, por cuanto el impuesto específico se mantuvo en la tasa originalmente propuesta. Al entrar en vigencia los cambios tributarios, dicen ellos, dos de cada cinco botellas de bebida que produzcan serán para pagar impuestos.
Eso es lo que más preocupa a dicho sector. El proyecto original establecía que las bebidas analcohólicas naturales o artificiales, energizantes o hipertónicas, jarabes para preparar bebidas, además de aguas minerales con edulcorantes, colorantes o sabores adicionados, tendrían una tasa del 13%. En el caso de que las bebidas hubieran tenido un contenido de azúcar superior a 15 gramos por 240 mililitros, la tasa será del 18%.
La industria argumentó que el nuevo tributo era más elevado que el 13% que paga actualmente como impuesto específico, el que en 1933 fue aplicado con carácter transitorio.
El gremio argumentó en una audiencia en el Congreso que, de mantenerse tal tasa de 18%, se estaba creando una carga tributaria de casi 40% al sector, tras contabilizar el IVA, de 19%.
Y esto sucedía de un modo discriminador, asegura Pelayo Bezanilla, director de la Asociación Nacional de Bebidas Refrescantes (Anber), por dos razones. Una es que la propuesta gubernamental hacía blanco de este impuesto saludable o correctivo a sólo un nutriente -el azúcar- y, entre todos los alimentos que lo contienen, sólo a las bebidas analcohólicas.
El segundo factor discriminador que alegan en la industria es que el impuesto, al encarecer el producto final, sería regresivo, dado que las familias de menores recursos destinan el 5,6% de su gasto en alimentos a las bebidas, mientras que en los segmentos más ricos esa fracción es apenas de 0,76%.
En Anber dicen, además, que la experiencia de otros países demuestra que es improbable que el mayor impuesto redunde en una baja de la demanda por estas bebidas.
El acuerdo entre los senadores esta semana sí consideró el punto de Anber, de que podrían gravarse otros alimentos azucarados. Una comisión de expertos coordinada por el Ministerio de Hacienda, con el apoyo técnico del Ministerio de Salud, elaborará un informe, en un plazo de 60 días desde su creación, con "propuestas para gravar con impuestos, además de los ya establecidos para las bebidas gaseosas azucaradas, a otros alimentos con alto contenido en azúcar", dice el protocolo de acuerdo.
En el caso de los impuestos, la decisión final fue que las bebidas analcohólicas tendrán un impuesto base de 10% y que para aquellas con azúcar adicionada, "la precitada tasa será de un 18%".
Bebidas alcohólicas
Las bebidas alcohólicas, sin embargo, tendrán una carga muy superior, sobrepasando en el caso de los espirituosos el 27% actual que pagan.
Originalmente, la propuesta del gobierno contemplaba una tasa de 18% a toda bebida alcohólica y una tasa ad valorem de 0,5% por cada grado de alcohol contenido. A eso se sumaba una sobretasa de 0,03 UTM por cada litro de alcohol contenido. Este último gravamen se suprimió durante el trámite legislativo.
El acuerdo de esta semana deja el cuadro así: se establecerá una tasa común de impuesto a vinos y cervezas de un 22,5%. Respecto de los restantes licores se mantendrá la fórmula actualmente contenida en el proyecto de ley, esto es, los espirituosos pagarán el 18%, más 0,5% por grado alcohólico.
Una botella de pisco de 40°, por ejemplo, pasará del impuesto adicional actual de 27% a uno de 18%, más un 20% correspondiente al gradaje, totalizando 38%.
"Esto está bien, porque en Chile el alcohol era muy barato", opina Rodrigo Bauzá, gerente general de Pisco Bauzá, quien cree que esta mayor carga en su sector reflejará un salto de 4% o 5% en el precio a consumidores, nada grave, dice.
Lo más importante, destaca Bauzá, es que se eliminó el cargo en UTM. "Eso sí iba a dejar fuera del mercado a muchos productores pequeños", explica.
Desde ahora, dice, la estrategia del sector será la de crecer en los segmentos de mayor calidad de la industria, ergo de mayor precio, continuando una tendencia que al menos los pisqueros estaban percibiendo en el mercado desde antes de iniciarse la discusión tributaria.
En el caso del tabaco, el acuerdo en el Senado dice que se aumentará el impuesto específico y que se disminuirá el ad valorem, asegurando una mayor recaudación, sin otorgar mayor precisión.
Actualmente, el impuesto a los cigarrillos se estructura en base a un impuesto específico de 0,000128803 UTM por cigarrillo y un impuesto de 60,5% sobre el precio de venta al consumidor, incluido impuestos, por paquete.
Consultado por estos cambios, Chiletabacos declinó hacer comentarios.