LA ansiedad, la presión por cumplir con las expectativas, la dificultad para concretar... ¿Como que da pena la descripción, no? Bueno, y lo que viene es como para dejar de lado la pena y partir preocupándose, porque eso es lo que están sintiendo los jóvenes de entre 18 y 25 años.
Convengamos, el temor es normal. Pero, de acuerdo a un reciente estudio, en los jóvenes chilenos el miedo a la intimidad emocional y la ansiedad por cumplir los afligen, y eso, claro, está disminuyendo la satisfacción de las relaciones amorosas. Se sienten amenazados por la presión de tener una relación de "pareja ideal", estable y feliz en el tiempo.
Y eso es algo que, paradójicamente cumplen, dice la investigación de la U. Diego Portales que entrevistó a 120 jóvenes universitarios en 2010 que declararon mayoritariamente tener relaciones que duran más de un año (más del 50%).
¿Por qué sienten tanta presión, entonces? Porque conseguir esa estabilidad y esas relaciones de largo aliento es parte de la forma que tienen de demostrarle al resto que ya son adultos, aunque aún les falta madurez emocional para lograrlo.
De acuerdo a la sicóloga de la U. Portales que realizó el estudio, Catalina Muñoz, esta ansiedad también se explica porque las personas desarrollan habilidades y competencias distintas en cada etapa, y en la que están pasando estos jóvenes las relaciones de pareja estables no sólo son una motivación personal, sino que también una ayuda a la inserción social.
Los jóvenes entre 18 y 25 años no lo están pasando bien, eso es lo que concluye la investigación UDP. Y eso mismo es lo que refleja un sondeo realizado por la consultora Subjetiva, que da cuenta que la ansiedad está permeando incluso en sus relaciones sexuales: si el 82,4% de ellos se declaraba satisfecho con su vida sexual en 2007, ese porcentaje bajó a 78,2% en 2011.
Cuestión de "emergente"
Los especialistas coinciden en que los jóvenes están pasando lo que hoy se llama adultez emergente, y eso ya es una explicación razonable para entender lo que les pasa. Porque significa que no son adolescentes, pero tampoco califican para adultos. Están en la recta final de sus estudios, planean dejar la casa y muchos se integran al mercado laboral. Son tiempos de cambios. Ni tan entusiastas como en la época del colegio, tampoco tienen la presión de casarse o convivir que llega con la adultez.
Sin embargo, la madurez no está aún tan afianzada. Y eso se traduce en miedo a la intimidad o dificultad de acercarse de manera profunda con otra persona altamente valorada. Esa ansiedad, explica Constanza Cruz, sicóloga que participó en el estudio UDP, se expresa en miedo a mostrarse tal como son y en dificultad para expresar sentimientos. Carecen de la seguridad de las parejas en la etapa adulta.
René Catalán, sociólogo de Subjetiva, explica que, además, existe otro fenómeno: las experiencias compartidas a través de las redes sociales los presionan de alguna manera a cumplir con un "estándar" de felicidad. "Se genera un efecto de identificación que influye en las expectativas. A través de blogs o Facebook se comparten las mejores experiencias posibles con respecto a la vida sexual o relaciones de pareja y al ver que son de personas como ellos, piensan que les puede pasar, pero como no les pasa, se frustran".