Partió con la trigésimo primera versión del Festival de Viña con Xuxa en sus filas. Los días siguientes brillaron Luis Miguel, Europe y Cheap Trick. Un par de semanas después, en la nueva sede del Congreso en Valparaíso, Patricio Aylwin asumió como Presidente de la República y volvió la democracia. El 25 de mayo este diario publicó la verdad del "Cóndor" Rojas: "Yo me corté en el Maracaná". Partió la era de los megaconciertos con Sting, Peter Gabriel, Sinéad O'Connor y David Bowie en el país. El desaparecido Provincial Osorno fue campeón de segunda división y Kurt Horta ganó la Fórmula 3 Chilena. El año se cerró con la primera Teletón en 24 meses, logrando la meta con shows de Mocedades, Rudy La Scala y nuevamente Xuxa.
Muchas cosas pasaron. Y no era raro. Como decían en ese entonces, "se respiraban nuevos aires" en el país, lo que se notó también en los nacimientos: según datos del INE ese año se inscribieron 292.146 niños, lo que podría ser una estadística más si no representara el año en que nacieron más personas en la historia de Chile y el único en el que se superó la barrera de 290 mil inscritos.
Es decir, cuando hablamos de los nacidos en 1990 nos referimos a la generación con más integrantes que hemos tenido nunca. Lo que no es menor. Porque al ser más, se espera que las matemáticas afecten sus vidas en distintos sentidos: les debería costar más encontrar trabajo y pareja. También deberían ser más exigentes, educados (académicamente hablando), tolerantes, caprichosos, buenos para cambiarse de trabajo y acostumbrados a vivir con el refrigerador lleno... en resumen, distintos.
"La masividad condiciona el entorno en el que van a vivir. Es un grupo que ha ido demandando más servicios en cada una de las etapas de su vida, en un principio más educación, más oportunidades laborales, después más jubilación. Van a ir cambiando la sociedad que los rodea quizás sin darse cuenta", dice Esteban Calvo, sociólogo y director del Magíster en Políticas Públicas UDP, proyectando lo que les espera a los nacidos en 1990. Los mismos que por estos días cumplen 23 años comienzan a terminar la universidad, preparar su arribo al mundo laboral, pensar en sus propias familias y… cambiar Chile.
"Mi generación es bien diversa, bien rara, somos muchos, no tenemos problemas entre nosotros y respetamos la opinión del resto". Bruno, estudiante de Ingeniería en Acuicultura.
Hijos del boom
Por su gran número, algunos especialistas los emparejan con otras generaciones masivas de la historia, sobre todo los baby boomers, nacidos después de la Segunda Guerra Mundial. La comparación se debe a que surjan de períodos similares. "Tiende a influir en las tasas de natalidad la paz y prosperidad económica. En Estados Unidos la generación del baby boom se concibió cuando los soldados regresaban de la guerra, con ganas de sentar la cabeza y olvidar los años anteriores", dice a Tendencias Andrea Taylor, directora del Intergenerational Center de la U. de Temple.
Lo que la especialista indica fue planteado por el demógrafo y economista Richard Easterlin, quien para explicar el explosivo aumento de los nacimientos en su país después de la guerra, sugirió que las personas deciden tener más hijos cuando las posibilidades de tener buenos y estables sueldos son altas. "Podría pasar lo mismo en un país (como Chile) luego de haber experimentado una dictadura, porque la gente tiende a sentir una sensación de optimismo que no habían experimentado durante mucho tiempo", agrega Taylor.
Otra de las características de las generaciones masivas es que fueron engendradas en períodos de mayores expectativas económicas. Y esto los hace más exigentes. "Definitivamente se habitúan a tener mejores estándares", dice Calvo. Y no es raro, esta generación creció en un país donde el salario promedio se triplicó entre 1991 y 2003. Donde la clase media pasó de representar 29% de la población en 1970, a 45% en 2005. En el que entre 2000 y 2006 el acceso a computadores y celulares aumentó seis veces. Y donde el consumo de carnes creció 5% cada año entre 1990 y 2004. Si en 1974 había 5.500 productos en los estantes de los supermercados chilenos, en 2000 el número había aumentado a 25.000.
Y aunque todo haga pensar que esta generación, por el momento histórico en que creció, es muy consumista, no es tan así. ¿La razón? El factor novedad. Antes de que ellos aprendieran a caminar, los chilenos ya habían vivido la inauguración del Parque Arauco (1982) y las colas por comprar una hamburguesa en el McDonals (1990).
Crecieron en un país donde todo lo nuevo para sus padres y hermanos mayores no lo era tanto para ellos. "La generación anterior fue la que reemplazó la plaza por el mall, ellos son los que crecieron con centros comerciales y fastfood. Eso dejo de ser novedad, es parte de lo que hacen. Todas las novedades del sistema, para ellos no lo son", dice Calvo.
"Hay demasiados malls. De repente voy pero no como panorama, voy al cine o a comer pero no a pasear. Es muy rutinario". Dan, estudiante de Ingeniería Comercial.
Y más cosas relacionadas con la abundancia. "Tienden más al facilismo, porque tuvieron el acceso mucho más rápido que otras generaciones. Eso les da un menor nivel de resiliencia o de manejo de la frustración", dice Juan Ignacio Silva, manager de la consultora Page Personnel. Esto puede hacer que en el futuro, si es que enfrentan malos períodos económicos, la cosa se les complique. "Les va a costar mucho más adecuarse a una crisis. Y frente a una, les puede pasar dos cosas: que se paralicen o que huyan", agrega Silva, proyectando futuras migraciones masivas en épocas de vacas flacas. Aunque el desarraigo no parece ser tema para ellos.
"Me fui sola a estudiar a Miami porque la hotelería en Chile no es muy buena. Al principio me daba 'cosa' pero me había ido a Francia por tres meses, entonces no me dio tanto miedo. Lo asimilé todo cuando estaba en el avión, me acostumbré bien, vivo con un chileno y bien". Belén, estudiante de Administración Hotelera.
Nuevas familias
Es que, en el fondo, son tan especiales como el momento en que nacieron. Los únicos cuatro años de la historia chilena en que se superaron los 280 mil niños inscritos se registran en torno a este período: 1988 (281.752), 1989 (288.608), 1990 (292.146) y 1991 (284. 483). Para Rubén Castro, demógrafo de la UDP, esto responde a nuestro propio baby boom. "Los que nacieron en torno al 60 cumplen 30 años en torno al 90. Los nacidos en ese año son los hijos de nuestra generación de baby boom", dice. Esto se condice que estadísticas del Minsal, que muestran que entre 1955 y 1964 se vio una fuerte explosión demográfica que alcanza su peak en 1963, año que tenía el anterior récord de inscritos con 277.144.
Aunque este no ha sido el único período de la historia de Chile con saltos demográficos. Al revisar las inscripciones del INE, Castro identifica otros períodos que marcaron alzas o bajas drásticas de los nacimientos. El primero fue la Guerra del Pacífico, entre 1879 y 1883, y el segundo la Gran Depresión de 1929, que afectó los nacimientos chilenos en 1930 y 1931.
El ser muchos también mostrará su contracara en otro aspecto de la vida familiar: podría ser más difícil para ellos encontrar pareja ¿La razón? Como siempre ellos buscan mujeres menores y ellas hombres mayores, la diferencia de número con las generaciones colindantes podría dificultar la ecuación.
Aunque la familia llegará. Para Raúl Zarzuri, director del Centro de Estudios Socioculturales, la gran cantidad de miembros de esta generación que creció en familias desestructuradas y con padres separados les hará apostar por modelos menos tradicionales, aunque no necesariamente los alejará del matrimonio y los hijos. En un estudio de 2004, de la investigadora de la PUC Soledad Herrera, 77,7% de los jóvenes imaginaban que en 25 años más seguramente estarían casados, siendo más los hombres (80,8%) que las mujeres (75%) quienes lo creían. "En general quieren formar familias, eso es muy fuerte", dice Zarzuri. Según Injuv, actualmente 3,8% está casado (incluyendo separados de hecho), 15% convive y 30,8% tiene hijos.
"Mis papás son separados y obviamente no quiero que mi familia sea así. Ojalá pueda tener una pareja para toda la vida. Me gustaría tener una familia grande a los 30 años y con dos hijos. ¿Casarme? No es una prioridad, lo veo más como un contrato para la protección de mi pareja". Gabriela, estudiante de periodismo.
La mirada de Gabriela es un ejemplo de cómo va esta generación por la vida. "En términos valóricos es diversa y tolerante, no castigan al que piensa distinto sino el doble estándar", dice Jorge Larraín, sociólogo y prorrector de la U. Alberto Hurtado. Con esto concuerda Silva, quien cree que ése es el principal reproche que tienen hacia las generaciones anteriores. "Sus padres tienen un doble estándar: un ser y parecer. Han convivido con eso, han respondido a un esquema cultural y religioso que les han impuesto. Esta es la generación del 'no quiero ser esto'".
"El doble estándar son malas prácticas que de a poco se van recreando en las generaciones más chicas. Hay que ser honesto, ir con la verdad. Lo he visto en personas mayores: la franqueza no existe para ellos, quizás lo hacen porque se formaron de forma más restrictiva y no son capaces de expresarse como quisieran". Miguel, estudiante de Pedagogía en Historia.
¿Y el trabajo? Rotación
Esta forma de ser también se ve en el trabajo. Si no les gusta algo, toman sus cosas y se van. Cálculos del demógrafo australiano y autor del libro El ABC de XYZ, Mark McCrindle, han proyectado que estos jóvenes tendrán, en promedio, 17 puestos de trabajo durante su vida, siendo claves en su futuro las palabras "movilidad" y "reinvención". Silva cree que la universidad (con una educación enfocada al éxito) no les ayudó a generar resiliencia para un mundo laboral mucho más frustrante de lo que ellos conocieron. Por eso, ante conflictos rutinarios, desisten. "Lo normal para ellos es huir , en vez de pelearla. Son una generación de pelea, pero no desde la perspectiva de la generación que diseñó todo (la de sus padres). Pelean desde otros ámbitos: las dan más para conseguir desarrollos personales, más en el campo de la inteligencia emocional, del ocio o disfrute. Es más hedonista. Pelean para conseguir la experiencias que quieren", dice el analista.
"Es muy importante que uno se sienta cómodo en el trabajo, eso es muy importante. Si hubiera discusiones o el jefe fuera poco flexible me buscaría otro trabajo 'altiro'". Dan, estudiante de Ingeniería Comercial.
Actualmente, 39,6% de los nacidos en 1990 está trabajando, a los que se suma el 17,3% que busca trabajo, lo que da un 56,9% económicamente activo. Pero en el futuro su injerencia debiera ser mucho mayor, capaz incluso de copar sectores laborales. "Eso pasa algunas veces, hay generaciones que se dedican a ciertas ocupaciones. Empiezan a descubrir nichos atractivos para ellos o desplazan a otros grupos", dice Calvo. Así que algo se puede proyectar. Según datos del Consejo Nacional de Educación (CNED) en 2008, el año en que ellos ingresaron a la educación superior, las carreras del sector de las ingenierías vinculadas a tecnología fueron las con mayor cantidad de matrículas (23%), seguidas por las de Educación (17,6%), Salud (13,9%), Ciencias Sociales (9,9%) y Arte y Arquitectura (7,7%).
De acuerdo a Larraín, justamente "la universidad va a ser su gran impronta en relación con otras generaciones". Según la encuesta Casen, en las últimas dos décadas los hombres han duplicado su acceso a la educación superior, mientras que las mujeres casi lo han triplicado. Y el año pasado, cuando se encuestó a los participantes de la última encuesta de Injuv, el 50,2% de los nacidos en 1990 estudiaba en la educación superior.
"En una clase un 'profe' nos hizo una pregunta: ¿En qué trabajan tus papás? Un compañero dijo 'mi mamá es nana', otro dijo 'mi papá, taxista'. Muchos eran primera generación en la universidad. Un profesor cuenta que era pobre y ahora se va al MIT a hacer un doctorado. Esas cosas te hacen menos cerrado y te ayudan a aceptar otras visiones". Roberto, estudiante de Ingeniería Comercial.
Neohippies
Todas estas características las desarrollan en paralelo junto a un gran potencial para generar cambios. Así explica a Tendencias McCrindle, para quien esta generación tiene muchos puntos de contacto con la que produjo los grandes cambios sociales de Estados Unidos y Europa en los 60. "Los baby boomers y la generación del 90 tienen características similares y han nacido en épocas de economía similares", dice el demógrafo australiano, para quien la influencia de la generación del 60 sí puede ser superada gracias "al impulso tecnológico de la época y la plataforma global que los baby boomers no tuvieron".
Aunque para Calvo esta ventaja de la cantidad es relativa: pueden crear cambios, desde un mercado de productos comerciales hasta el mapa político, siempre y cuando se interesen en algo. "Es un grupo que por su tamaño, que es mayor, van a tener un mayor peso político… si es que participan obviamente". Por el momento, 23% de ellos participa de organizaciones vecinales, 34% en clubes deportivos, 14% de partidos políticos, 16% de organizaciones profesionales o sindicatos, 26% de barras de fútbol y 6% de centros de alumnos.
Sin embargo, según Zarzuri deberían ser ellos quienes "muevan las fronteras" de los chilenos con cambios hacia una sociedad más plural y diversa, menos desigual, en lo cultural más plural y diversa, con espacios más amplios para la participación política, valóricamente más abierta y con menos tapujos, y más igualitaria en las relaciones de género.
"Para nuestra generación son más necesarios los cambios, sentimos que son nuestra tarea y hay como una necesidad porque si no los hacemos nosotros no los hará nadie. Siento un poco la responsabilidad". Valentina, estudiante de Ingeniería Civil Industrial.