LA FALANGE Nacional, fuerza política que precede y anticipa a la Democracia Cristiana, es el fruto de la decisión valiente de un grupo de jóvenes. Nacidos entre 1905 y 1915, tuvieron que entrar en la adultez en momentos en que el mundo conocido se caía a pedazos.
Todavía estaban en el colegio cuando una guerra sin precedentes asoló Europa y escuchan a sus padres comentar el triunfo de los bolcheviques. El aparentemente invencible Imperio Alemán es reemplazado por una República frágil. En Italia irrumpe un Duce que promete enfrentar y derrotar al comunismo, en su terreno y con sus armas.
Recién incorporados a la vida universitaria experimentan también la profunda crisis política que vive Chile. Después de tres décadas de estabilidad (aunque algo infecunda, hay que decirlo) y en cuestión de meses, se exilia un Presidente, se suceden dos juntas militares, vuelve el Presidente, se cambia la Constitución, se elige un nuevo Presidente, éste renuncia y es elegido un militar que pronto derivará en dictador. Chile vive la crisis del salitre y el mundo sufre la crisis del '29. No hay duda: esos jóvenes enfrentan un momento histórico dramático.
El grupo al que nos referimos, estudiando en las Universidades Católica y de Chile, capta la magnitud del desafío. Tienen el talento, la pasión, y lo más importante, la fe que se necesita para estar a la altura. Ahí están estudiando, empapándose de cultura, discutiendo y armando escuelas nocturnas para obreros, Eduardo Frei, Bernardo Leighton, Manuel Garretón, Radomiro Tomic, Ignacio Palma, Rafael Agustín Gumucio, Alejandro Silva Bascuñan y Clemente Pérez, entre muchos otros.
Estos universitarios se sienten interpretados por el mensaje de la Encíclica Quadragesimo Anno (1931). Ven en el socialcristianismo una respuesta integral a la crisis del capitalismo. En un primer momento optan deliberadamente por el estudio y la acción social a expensas del compromiso propiamente político. Desconfiaban de los políticos y los partidos, la mayoría de los cuales tuvo una conducta obsecuente ante la dictadura de Ibáñez. Los jóvenes socialcristianos, por el contrario, estuvieron en la primera fila de las movilizaciones sociales que terminan por forzar la renuncia de Ibáñez (julio de 1931).
Hubo, sin embargo, unos pocos políticos que se opusieron a la dictadura, razón por la cual fueron persguidos, encerrados o exiliados. Entre ellos destacó el conservador Rafael Luis Gumucio. Esta conducta le ganó la confianza de los jóvenes. Se dio la coincidencia, además, que el hijo mayor de don Rafael Luis, el ya mencionado Rafael Agustín, era parte importante del grupo juvenil. Empujados por el deseo de hacer cambios en la política, el grupo completo entró al Partido Conservador en 1932. Desde un primer momento dejaron en claro que no les interesaba simplemente sumarse a lo que ya había. Ellos querían cambiar esa colectividad.
Luego de recorrer el país formando núcleos en casi todas las provincias, los líderes convocaron a un nuevo movimiento, que muy pronto pasaría a llamarse Falange Nacional. La reunión constitutiva se llevó a cabo en el Teatro Principal entre el 11 y 13 de octubre de 1935. Allí se escuchó por primera el grito entusiasta "¡Juventud chilena Adelante!" Hace 80 años.