El rey saudí, Abdullah bin Abdulaziz al Saud murió anoche a los 90 años. El monarca, que será sucedido por su hermano Salman, había sido hospitalizado recientemente por una neumonía y su salud era motivo de rumores desde hace años.

Durante su permanencia en el trono del mayor exportador petrolero del mundo, el rey consiguió contener las amenazas de la red islamista Al Qaeda y mantener al ultraconservador país petrolero al margen de las convulsiones de la Primavera Arabe.

Abdullah, un cauteloso reformista entre los envejecidos herederos de la dinastía del rey Abdul Aziz, cedió contados derechos a las mujeres y redujo en detalles mínimos el enorme dominio de la policía religiosa sobre la vida cotidiana de sus súbditos. En el marco regional, apoyó inicialmente a los regímenes autocráticos de Túnez y Egipto frente a los levantamientos populares que acabaron por derrocarlos, pero ofreció apoyo material a los rebeldes en Siria y se esforzó en recomponer las vapuleadas relaciones con el nuevo poder egipcio.

Sin embargo, no dudó en enviar tropas para reprimir un movimiento prodemocrático encabezado por chiitas contra la monarquía sunita de Bahréin, un importante aliado de los sauditas en el Golfo Arabo-Pérsico.

Abdullah llegó al trono luego de la muerte de su hermanastro Fahd, en 2005, aunque en realidad manejaba los asuntos cotidianos desde que Fahd sufrió un derrame cerebral en 1995.

En 2001, tras los atentados cometidos el 11 de septiembre en Nueva York y Washington con aviones secuestrados, la alianza histórica del reino con Estados Unidos sufrió un serio golpe al conocerse que 15 de los 19 secuestradores eran saudíes. Cuando la violencia de los yihadistas creció al punto de amenazar con tragarse al propio reino, Abdullah ordenó una respuesta contundente, expulsando a los grupos afiliados a Al Qaeda hasta el sur del empobrecido vecino Yemen.

La sucesión

La Corte Real de Arabia Saudita anunció que Salman bin Abdulaziz al Saud asumió la corona. El nuevo monarca ha sido parte de la camarilla gobernante de príncipes por décadas y se piensa que continuará con los principios centrales de la estrategia política saudí, lo que incluye mantener la alianza con Estados Unidos y trabajar hacia la estabilización de los mercados de energía.