"Llamadme Ishmael", es la primera línea del libro, una aventura iniciática en la que el joven con ese nombre se embarca junto a su amigo, el salvaje Queequeg, a bordo del Pequod, una embarcación dedicada a la pesca del mayor animal que habita el planeta. A pocos días de navegar, el misterioso capitán de la nave, un hombre llamado Ahab les comunica que la misión del viaje es acabar con la criatura que le arrancó su pierna derecha: el enorme y peligroso "Gran Dragón Blanco". El Pequod no es un barco cualquiera: vuela, como un dirigible. La novela Age of dragons fue publicada en 2010 y lleva la firma de Anna K. Black y Herman Melville, el autor del clásico Moby Dick.
El libro fue adaptado a telefilme por el canal SyFy con Danny Glover como un medieval capitán Ahab. La historia sigue de manera milimétrica el relato que lo inspira, los personajes y las situaciones son los mismos salvo que la acción se sitúa en un mundo tipo Tierra Media y en lugar de ballenas, estos marineros llamados "dragoneros" persiguen a los letales reptiles que escupen fuegos.
El género o tendencia se llama mash-up, algo así como mescolanza -o charquicán-, y en teoría es un ejercicio bastante simple. Se toma una obra literaria ya existente y se reescribe en códigos fantásticos, con vampiros, zombies o extraterrestres. Algo así como una ucronía -realidad alternativa- dentro de la ucronía que ya es una obra de ficción. Y tiene cada vez más cultores, sobre todo en Estados Unidos, donde del remix de la novelística clásica se ha pasado al sampleo histórico, poniendo a figuras reales en escenarios fantásticos, como ocurre en Abraham Lincoln: cazador de vampiros de Seth Grahame-Smith, que fue adaptada al cine por Timur Bekmambetov y producida por Tim Burton.
El filme se estrena el jueves en Chile y relata una historia ficticia de Abraham Lincoln: aquí el presidente que abolió la esclavitud en EEUU enfrenta una guerra sobrehumana: debe librar al país del ataque de un ejército de vampiros.
El fenómeno explotó hace tres años y ya no es exclusivo del mundo anglo: a fines del 2011, Random House Mondadori publicó en España la novela Lazarillo Z, "folletín" firmado por Lázaro González-Tormes que básicamente es El Lazarillo de Tormes con zombies. El resultado es un éxito arrollador: Lazarillo Z no solo ha sido de las novelas más vendidas en ese país, también ha creado un inusitado interés entre los lectores jóvenes por conseguir el libro original. Algo similar a lo ocurrido en EEUU con Abraham Lincoln y sus vampiros que ha gatillado un particular interés en la historia.
El padre de la cazuela
"Es una verdad universalmente conocida, que un solo hombre que posee buena fortuna, debe querer una esposa", así empieza Orgullo y prejuicio de Jane Austen, una de las novelas más conocidas de la lengua inglesa. El remake Orgullo y prejuicio y zombies comienza con esta frase: "Es una verdad universalmente conocida, que un zombie que posee cerebros, debe querer más cerebros". La novela de Seth Grahame-Smith, publicada en 2009, fue la responsable de abrir la caja de pandora al mash-up y convirtió a su autor, hasta entonces un anónimo guionista y productor de cine y TV, en superestrella de las letras, claro, en la línea de Dan Brown o Stephenie Meyer.
Tras "zombificar" a Austen, Grahame-Smith apuntó a la historia norteamericana, primero con Lincoln y los vampiros y luego con una anunciada novela en la que John Kennedy y Martin Luther King encabezan la lucha contra una invasión extraterrestre en 1964. Condimento para mezclar hay de sobra y así lo han demostrado quienes han seguido el legado de este curioso personaje, hoy multimillonario no solo por las ventas de sus libros, sino por el negocio de vender los derechos de ambos a la productora de Tim Burton.
Aunque Orgullo y prejuicio y zombies fue el primer mash-up exitoso, hay antecedenetes: el 2004 apareció Move under ground, firmada por Jack Kerouac y un tal Nick Mathamas, que mezcla En el camino con Los mitos de Cthulhu de H.P. Lovecraft, misma fórmula que el autor repitió en Miedo y asco en Arkham (2012), que mete a la batidora los mitos de Lovecraft y el reportaje alucinado de Hunter S. Thompson.
Ben H. Winters es otro autor que ha entrado fuerte en este género, suyos son Sensatez y sentimientos y monstruos marinos, también sobre la obra de Jane Austen, y Androide Karenina, una fantasía steampunk sobre la novela de Leon Tolstoi. Las inglesas Porter Grand y Lynn Messina han hecho lo suyo con dos versiones de Mujercitas de Louise M. Alcoltt, una con vampiros y otra con hombres lobo, similar a El cantar de Mio Cid con invasores de Marte, próxima a publicarse en España.
Made in Chile
Aunque en rigor mash-up literarios chilenos aún no hay, dos obras se han acercado bastante al género. La primera es La sombra de fuego de Alberto Rojas, que toma el mito del Teniente Bello y lo usa para dar vuelta la historia de Chile de finales del siglo XIX. Aquí figuras históricas como el Presidente Aníbal Pinto son partícipes de una Guerra del Pacífico protagonizada por máquinas imposibles y toda clase de tecnología anacrónica.
Algo parecido sucede en la novela gráfica 1899, dibujada por Nelson Daniel, donde personajes literarios como Martín Rivas o Alsino habitan un mundo en el que Arturo Prat sobrevivió al combate naval de Iquique para terminar enfrentando monstruos de Lovecraft en la Antártica.
Entretanto, el periodista Daniel Olave prepara el primer mash-up nacional, una versión de Martín Rivas con vampiros, que espera publicar durante 2013.
A este ritmo no sería raro que aparecieran un Adiós al Séptimo de Línea con muertos vivos, un Loco Estero y los invasores de Marte o un Bernardo O'Higgins, cazador de demonios. Material en el aire es lo que sobra y quién sabe, lectores también.