Señor director:
La pronta publicación del fallo de La Haya en el marco del litigio marítimo entre Chile y Perú ha propiciado algunas actitudes aisladas de corte nacionalista en ambos países. En este clima negativo destacaron las declaraciones del diputado Jorge Tarud (PPD), quien mostró su desconfianza ante el fallo del tribunal internacional, barajando la posibilidad de no acatamiento ante una situación adversa.
Quisiera tomar distancia de la coyuntura valorando positivamente este tipo de instancias en su contexto histórico. Debemos recordar que hasta la creación de este tipo de instancias judiciales supranacionales, la forma de dirimir los conflictos entre estados era la guerra. Con cada conflicto se sumaron muertos desde épocas remotas. Resulta entonces claro el avance humano que han significado los tribunales internacionales como modo de resolución de conflictos. No obstante, la apelación a ellos trae aparejadas también nuevas reglas de juego: una de ellas es el acatamiento de los fallos.
No se puede querer los beneficios actuales con las reglas antiguas. Simple costo y beneficio: si nuestro interés es fortalecer los modos de resolución no violenta de los conflictos internacionales, no cabe duda respecto de la necesidad de acatamiento de los fallos.
De acuerdo con los datos del Human Security Report Project (HSRP), América Latina registra en los siglos XX y XXI los menores niveles de conflicto armado entre estados a nivel mundial. Nuestra región cuenta con una virtud -anclada en su experiencia histórica- que no debe ser olvidada en las coyunturas. Por el contrario, debe ser valorada como tal, ubicándola como un elemento esencial de nuestra identidad colectiva. Esta virtud de paz debe estar muy presente en los próximos días.
Federico Rojas de Galarreta