En 2006, el foro de Facebook de la rama de aeromodelismo de la U. Católica consignaba 3.465 mensajes. "A octubre de 2013, ya hay más de 25 mil", asegura su presidente, Francisco Fortuño (44), para reflejar aritméticamente el despegue de la disciplina.
El giro no sólo es numérico. El hobbie está dejando de ser una afición de nicho, como en los 80, donde sus seguidores eran en su mayoría hombres adultos de buen poder adquisitivo, para transformarse en una actividad mucho más transversal, que incluye mujeres, niños, y familias en general. "Queremos que deje de ser un club de Tobi. Y lo estamos logrando. Hoy, cuando nos reunimos, van familias, niños, se llevan bicicletas. Es como un paseo dominical. Es una actividad muy familiar", asegura Gian Brunetto (52), un cultor de la disciplina junto a su padre y sus dos hijos.
María José Sazie (29) es una pionera. La sicóloga es formalmente la primera mujer en la escuela de aeromodelismo de la U. Católica. Hace un mes y medio comenzó a asistir a las clases. "Lo encuentro genial, muy adrenalínico. Estoy invitando a mis amigas. Es una actividad muy divertida. Exquisita", relata. "Es muy familiar. Va mucha gente con pololas, niños", agrega.
Claudia Villaseñor (44) es otra cultora. Se inició junto a un grupo de amigos, hace cuatro años "aunque todavía no puedo aterrizar", confiesa. De hecho, es el proceso más riesgoso. Un mal cálculo, y el avión se destroza. "Pero lo seguiré intentando," desafía.
Buena parte de la masificación se debe al mejoramiento de la tecnología de los aviones, lo que ha redundado en una baja de valores de los modelos. "En los 80, los precios rondaban los 500 mil pesos. Hoy llegan a los 150.000", dice Fortuño. Similar apreciación tiene Brunetto. "Con los precios, todo se está masificando. Ahora puedes encontrar aviones hasta por 80 mil pesos".
En regiones, el entusiasmo también se eleva. "Es un evento cada vez más familiar. Cuando nos juntamos, van muchas esposas, hijos, familia en general", dice José Abascal, presidente del Club Aeromodelo de Concepción. Incluso, relata, en lo que ya se ha transformado en una tradición, todos los años, en octubre, viajan en familia a Neuquén, Argentina, para realizar actividades con un club local. "La excusa es el aeromodelismo", dice. Además, cada año organizan el llamado Aeropicnic, un encuentro nacional para cultores. "El año pasado tuvimos 5.000 personas", asegura.
En Chillán, un disperso grupo de fanáticos reunió su pasión para fundar en 2012 el Club de Aeromodelismo de Chillán. Usan como pista un terreno del Campo Experimental que la Facultad de Agronomía de la U. de Concepción tiene a 20 km de la ciudad, hacia la cordillera.
Tal como en Concepción, si bien en un inicio la reunión era más bien masculina, ya en las primeras actividades se fue sumando gente. "Muchos invitaron a sus hijos y llegaron espontáneamente con sus familias", dice Russel Cabrera, uno de los fundadores del club.