El Volcán Osorno, el Lago Llanquihue y el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales. Para muchos, esta escena podría corresponder a una fotografía o al itinerario de unas vacaciones familiares por el sur de Chile. Pero no, se trata de los lugares que serán parte de la segunda edición del Vulcano Ultra Trail (VUT), que comienza hoy y que se ha transformado en una de las carreras de mayor nivel en el sur del país.

Como toda competición de alta resistencia, la distancia máxima -para los más experimentados- será de 80 kilómetros, aunque también habrá rutas de 15, 35 y 64K, para quienes no quieran -o no puedan- hacer la distancia tope.

"Tenemos muchas expectativas con esta competencia; doblamos la cantidad de gente que vino el año pasado. Además, el 98% de la carrera será en el Parque. También tendremos tres kilómetros verticales, es decir, habrá partes de la ruta en que en un kilómetro pasarás de los 200 a los 1.300 metros de altura. Es mucha subida en poca distancia", dice María José Elgueta, directora del VUT.

Desde la organización también valoran el hecho de que la carrera se haga en un parque nacional, gracias a los paisajes que podrán disfrutarán los corredores. Eso sí, este mismo hecho hace que los cupos de la carrera sean limitados, debido a que "es muy importante tener especial cuidado con la flora y fauna del lugar". "Por eso, no podemos tener más de 1.000 competidores, ya que no podemos saturar los senderos del lugar", dice Elgueta.

"Es una de las carreras más lindas de Chile. Hay de todo lo que puedas pedir: lava volcánica, ríos, subida en roca y arena", dice Marlene Flores, maratonista chilena y actual monarca del Vulcano Ultra Trail, competencia que, debido a sus condiciones meteorológicas, también se prevé muy dura. "Es muy exigente. Probablemente tengamos lluvia y viento con rachas muy fuertes. Espero que eso no nos toque cerca de la punta de cerros o del volcán. Las bajadas también serán complicadas y bordear el lago con arena suelta también será difícil. Tenemos que estar preparados para lo que venga", dice Flores. Y agrega que las partes sobre los 1.800 metros le preocupan, debido a los efectos que la lluvia y el viento puedan tener a esa altitud: "Ahí tengo un poco de miedo. Esa parte del trayecto se debe respetar. Puede que veamos poco o que el viento nos pueda botar".