EN 1944, mientras trabajaba en una base secreta británica dedicada a descifrar códigos del ejército alemán, uno de los colegas del matemático Alan Turing le preguntó cuál era su proyecto más ambicioso. El investigador sonrió y dijo: "Quiero construir un cerebro". Cuatro años después, crearía la Máquina Experimental a Pequeña Escala (SSEM), apodada "bebé": era el primer computador que operaba con instrucciones programadas en su memoria y el pionero de una revolución que transformó al mundo, sentando las bases de una amplia gama de avances en informática, medicina, exploración espacial y entretenimiento.

Todo gracias a un científico que mostró pasión por el aprendizaje desde joven. Su primer día de clases en la Escuela Sherborne, cuando tenía 14 años, coincidió con una huelga general en el país, pero eso no lo detuvo: condujo su bicicleta por más de 97 km hacia el colegio. Cuando están a punto de cumplirse 100 años de su nacimiento -ocurrido el 23 de junio de 1912 en Londres-, varias universidades celebrarán a un investigador que Nature llamó "una de las mentes más importantes de todos los tiempos".

Turing no solo originó la computación, sino que fue clave en la victoria aliada en la II Guerra Mundial al descifrar las complejas claves nazis. Pero, además, fue un pionero en inteligencia artificial, ciencia que hasta no mucho era poco más de ficción. No satisfecho con eso ,hizo estudios avanzados en morfogénesis, el proceso celular que hace que los organismos adopten una forma específica.

Una vida de logros que acabó en 1954, cuando se suicidó luego de ser condenado por homosexualidad, práctica que era ilegal en el Reino Unido. Mientras universidades como Manchester y Kent -donde estudió- realizarán conferencias para conmemorar su obra, ya hay iniciativas para que su rostro aparezca en un billete inglés y para que el gobierno británico lo perdone oficialmente.

"Turing es el fundador indiscutido de la ciencia de la computación, disciplina que ha tenido un impacto profundo en nuestras vidas. El hecho de que esté respondiendo esta entrevista vía email se debe a su obra", dijo a La Tercera Moshe Vardi, profesor de ciencias de la computación y encargado de las celebraciones en la Asociación de Máquinas de Computación (ACM). Este grupo entrega desde 1996 el Premio Turing, el "Nobel de la computación", y pretende reunir a los ganadores en una ceremonia en San Francisco.

Los inicios de la informática

Desde adolescente Turing tuvo predilección por las matemáticas y la ciencia, afición que no era bien vista por sus profesores de la Escuela Sherborne, cuya educación se enfocaba más hacia las lenguas. Pero eso no lo detuvo y en 1927, con 15 años, resolvió complejos problemas matemáticos, aun cuando ni siquiera había estudiado cálculos avanzados.

Su afán no solo le permitió estudiar en el King's College, sino que también convertirse en académico de esa institución a los 22 años. Pero tras su impulso había una tragedia: cuando tenía 18 años murió Christopher Morcom, su único amigo en Sherborne. El fallecimiento de Morcom, producto de tuberculosis bovina, hizo que Turing se volviera ateo y se convenciera de que todos los fenómenos, incluyendo el funcionamiento del cerebro, se debían netamente a interacciones de tipo material.

"Tras su investigación, yacía el sueño de revivir, tal vez bajo la forma de un programa computacional, el alma de Morcom", escribió el editor de Nature, Tanguy Chouard. Su primer gran aporte a la ciencia computacional se produjo en 1936, al concebir lo que se conocería como la máquina de Turing: un dispositivo hipotético que podría realizar cualquier tipo de operación matemática.

El aparato -que leería símbolos en una tira de papel para interpretarlos según reglas establecidas- fue vital en las primeras teorías informáticas. En esa época, Turing estudiaba en Princeton (EE.UU.) y en una carta le contó a su madre que también había hallado una forma de usar matemáticas para encriptar mensajes. Tres años después regresó a Inglaterra y fue reclutado por el gobierno inglés: sus fórmulas ayudaron a descifrar los códigos del dispositivo Enigma, usado por los nazis para cifrar mensajes y coordinar ataques.

No solo eso: creó un aparato portátil que permitía hablar de forma segura con otra persona, volviendo la comunicación ininteligible para un espía. El equipo fue un gran avance, ya que el aparato SIGSALY usado para enlazar telefónicamente a los ingleses con la Casa Blanca pesaba 50 toneladas y requería miles de watts de energía. "Era un matemático brillante y su trabajo fue tan vital para los aliados que sin él el resultado de la guerra pudo ser muy diferente", dijo hace poco Iain Stewart, parlamentario inglés que impulsa el perdón al investigador.

Más allá de su trabajo militar, crear un cerebro mecánico seguía en su mente. Hasta la II Guerra, la palabra "computador" se usaba para referirse a una persona, a menudo una mujer, que realizaba cálculos manuales o con la ayuda de un aparato para sumar o restar. Estos funcionarios fueron claves en la revolución industrial, ya que realizaban tareas repetitivas como generar inventarios.

Pero tras las teorías de Turing de 1936, se generó la idea de diseñar un computador como los actuales. Esto se tradujo en la SSEM, creada en 1948 en la U. de Manchester -donde Turing hacía clases- y que realizaba tareas matemáticas básicas para las cuales Turing elaboró avanzados circuitos.

Ese mismo año publicó un estudio donde planteaba que el cerebro de un niño se podría simular en un computador. De hecho, incluyó una descripción de redes neuronales artificiales que hasta hoy se usa para estudiar células cerebrales reales y que también sentó las bases de la inteligencia artificial usada en robots, videojuegos y aparatos como el iPhone. Su investigación se expandió en 1950 al publicar su reporte "Máquinas de computación e inteligencia", que incluye su famoso test de Turing de inteligencia artificial: este consiste en enfrentar a un computador a una serie de preguntas y si es casi imposible distinguirla de un humano debería ser declarada inteligente. Según Turing, este logro se alcanzaría en 2000, aunque hoy se cree que esto recién ocurrirá en 2020.

Su trabajo se empezó a desmoronar en 1952, cuando su casa fue asaltada y la investigación policial sacó a la luz su relación con otro hombre. Fue arrestado bajo la misma ley usada contra Oscar Wilde en 1895 y se le dio elegir entre la cárcel o una castración química con una hormona. Eligió esto último, pero en 1954 se suicidó con cianuro.

Solo cuando la homosexualidad fue despenalizada en Inglaterra en 1967, se empezó a reconocer su legado. Y recién en 2009 el ex primer ministro Gordon Brown emitió una disculpa formal del gobierno por el tratamiento que le dio al científico. Todavía queda pendiente un perdón oficial, iniciativa que ya suma 34.000 firmas. "En su corta vida, Turing tuvo un profundo impacto en el mundo. Si hubiera vivido más, su lista de logros habría sido mucho más larga y significativa", afirma Moshe Vardi.