Setenta y cinco años después del estallido de la Segunda Guerra Mundial, que marcó a fuego en la mente de los alemanes el "¡Nunca más guerra!", el gobierno de Berlín se apresta hoy a tomar una decisión que representa un viraje en su política exterior y de seguridad.
La canciller Angela Merkel y sus ministros tomarán hoy una resolución definitiva sobre el envío de armas a los kurdos que intentan frenar el avance del Estado Islámico (EI) en el norte de Irak.
Tras acordar el suministro de material militar como visores nocturnos y chalecos antibalas, Merkel dará probablemente el visto bueno al envío de armas de fuego de calibre menor y proyectiles antitanque.
Se trata de la primera vez que Alemania suministrará armamento a una facción beligerante, interviniendo directamente en un conflicto armado.
La decisión ha generado polémica en un país que abrazó el pacifismo como consecuencia de dos guerras devastadoras. La población rechaza mayoritariamente en las encuestas el envío de armamento. Tras la "guerra total" de la Alemania nazi, los alemanes prefirieron que otros velasen por la seguridad a nivel mundial.
Pero tras la reunificación en 1990, los gobiernos germanos han ido rompiendo con los cánones de no intervención en conflictos bélicos y poco a poco se han alejado del abstencionismo para propagar hoy que Alemania debe hacer frente a una creciente responsabilidad en el mundo. b