No es ninguna novedad: desde que el arte es arte se ha discutido su relación con la política. Pero en las dos últimas décadas, este debate se ha intensificado, precisamente porque los cambios en la estructura mundial plantean nuevos problemas que requieren de miradas creativas y experimentales.

Bajo la dirección de los curadores brasileños Moacir dos Anjos y Agnaldo Farías, la 29ª Bienal de Sao Paulo se estructura en la idea de que el arte está estrechamente ligado a la política y que, con sus propios medios y lenguajes, ayuda a modificar y ampliar nuestra percepción de la realidad.

La Bienal de Sao Paulo es la segunda más antigua e importante del mundo, después de Venecia. Fue creada en 1951 y se celebra cada dos años en el Parque do Ibirapuera, que es el pulmón verde de la ciudad. Se trata de diversas exposiciones que se articulan en torno a un concepto y a lo largo de su historia ha tenido altos y bajos. En 2002 recibió 670 mil visitantes, siendo una de las más fuertes. La última versión, en 2008, se desarrolló en plena crisis y la exposición sólo recibió 162 mil visitas. Por eso, este año hay expectativas de que las muestras vuelvan a consolidar su peso institucional.

Los chilenos que han participado en las últimas versiones de Sao Paulo han sido todos relativamente jóvenes y de mediana carrera, como Pablo Rivera, Patrick Hamilton y Mario Navarro. Hasta 2006 eran enviados desde aquí, pero ese año se decidió poner fin a las representaciones nacionales y que fueran los curadores de la Bienal quienes eligieran a los artistas. Para esta versión, los brasileños pensaban visitar Chile y hacer su selección, pero, debido al terremoto, prefirieron pedir asesoría a la chilena Pamela Prado, curadora del Royal College of Art de Londres, quien de inmediato sugirió a Alfredo Jaar, con quien está realizando un amplio catálogo de su obra, cuya edición se realiza en el contexto de la Bienal.

"Es una satisfacción muy grande", dice el artista. "El concepto curatorial está basado en la imposibilidad de separar el arte de la política y eso siempre ha sido determinante en mi trabajo". Jaar mostrará la instalación Los ojos de gutete emerita, que se articula a partir de una fotografía que encuadra la mirada de un niño de Ruanda que vio morir a sus padres en la guerra civil de ese país africano. El artista registró episodios, experiencias y emociones del genocidio y desarrolló el Proyecto Ruanda, al que le dedicó seis años, entre 1994 y 2000. El resultado se traduce en obras de gran fuerza poética, en las que se ocultan las imágenes explícitas de la violencia. Ante el espanto de la masacre, Jaar desarrolló un lenguaje opuesto al de los medios periodísticos, que convierten la violencia en espectáculo, volviéndonos insensibles a su sentido profundo. Su idea es, precisamente, que ese silencio de las imágenes nos abra la conciencia crítica. "Cada obra del Proyecto Ruanda es un ejercicio fútil de representación, casi un ensayo filosófico", dice Jaar. "¿Cómo representar lo irrepresentable?, ¿cómo representar lo que la mayoría de nosotros preferiríamos ignorar? Estas son las preguntas a las cuales trato de responder en una serie de 26 obras sobre el genocidio Ruandés que cobró un millón de vidas ante la indiferencia criminal de la llamada comunidad internacional", agrega.

La figura y la obra de Jaar calzan perfectamente con todos los criterios de los curadores: es un artista latinoamericano, eminentemente político y ampliamente reconocido en Europa y Estados Unidos. Los curadores, dos Anjos y Farias, decidieron darle más protagonismo a Latinoamérica en esta versión, porque consideran que Brasil lleva demasiado tiempo mirando sólo hacia Europa y América del Norte y que ahora es importante estrechar relaciones con los países vecinos y hacerse una idea de cómo la política atraviesa la producción del arte regional. Por otra parte (y a diferencia de versiones anteriores ), esta vez los curadores decidieron mostrar artistas conocidos mundialmente. La idea es que aunque la Bienal privilegie el arte regional sea también atractiva para un público internacional.

Sin duda, entre septiembre y diciembre Jaar estará marcando una presencia muy significativa en el Cono Sur. En Chile, el artista ha estado exponiendo en Dislocación y formará parte de SCL2110, proyecto internacional orientado a ver cómo se verían Santiago y Valparaíso para el Tricententario. "No es sorprendente que las dos grandes muestras del Bicentenario sean organizadas por artistas y arquitectos independientes", afirma. "La pobreza de la institucionalidad cultural de Chile es una vergüenza que me choca a cada vez que vuelvo a Santiago", concluye el realizador.