"No queda nada. En Copiapó está todo vendido a full", es la respuesta que repite uno de los recepcionistas del hotel Chagal de Copiapó a los llamados recurrentes para encontrar una habitación, y que refleja el repunte turístico debido al accidente minero en el yacimiento San José.
Son 89 las habitaciones con que cuenta el recinto hotelero y sólo a fines de octubre, alguna de ellas podría desocuparse. Una realidad similar experimenta el también hotel de cuatro estrellas Diego de Almeyda, ubicado frente a la plaza de la ciudad. Más del 95% de las 136 habitaciones disponibles está reservado, e incluso la demanda persiste los fines de semana, algo que sólo ocurría durante el verano.
La gerenteageneral del establecimiento, Carmen Luz Zamora, explicó que "en agosto, durante los días posteriores al accidente, fue el mejor momento, teníamos mucha demanda, primero de periodistas de Santiago, luego en la semana del 18 bajaron nuestros pasajeros, pero ahora aparecieron los extranjeros".
Zamora cuenta que "de aquí a dos semanas estamos repletos", hecho que coincide con el inminente rescate de los 33 operarios. Esto incluso los llevará a readecuar los turnos de los trabajadores para cubrir los requerimientos.
El presidente de la Cámara de Comercio de Copiapó, Enrique Bordoli, reafirma el éxito hotelero, no sólo en Copiapó, sino también en las localidades de Caldera y Bahía Inglesa, y agrega que la industria gastronómica de la zona también ha experimentado un fenómeno similar.
"Todo incide. Las personas que vienen compran productos de primera necesidad, esas personas necesitan alojarse, necesitan comer, por lo que, en general, todo el comercio, incluido los microempresarios se han visto beneficiados", cuenta Bordoli.
El empresario Cristian Bembow es dueño del restaurant " Sabores del Mar". Dice que la demanda de clientes aumentó al doble y a modo de anécdota revela que el pasado martes, por primera vez, tuvo que cerrar su local porque simplemente no había capacidad de atención.
"De alguna forma, es la otra cara de la tragedia, Copiapó tiene gente, pero ahora la cantidad es anormal. Tú ves más camionetas, los supermercados están llenos", agrega.
Las residenciales y cabañas de la zona también han visto aumentada su demanda. Desde 1971, Jorge Alarcón arrienda cabañas a metros de la playa en Bahía Inglesa. Hoy, ocho de sus nueve habitaciones se encuentran ocupadas por turistas que llegaron a la zona atraídos por la experiencia de supervivencia de los mineros.
"Es penoso decirlo porque, por una parte, los cabros están sufriendo abajo, pero por otra, nosotros estamos generando plata", dice Alarcón.
De la situación también se han beneficiado las empresas dedicadas al arriendo de vehículos. La disponibilidad de camionetas y 4X4 es casi nula en Caldera y Copiapó. Mario Durán, representante de Europcar, cuantifica el incremento de la demanda por vehículos en un 50%, señalando que la demanda repuntó desde fines de septiembre.
"Algo parecido ocurre cuando tenemos el rally Dakar, pero eso es un día o dos días, pero ahora desde hace más de un mes que estamos a full trabajando", precisa.