Sólo tres años fueron suficientes para revolucionar la antropología. En 1935, el veinteañero Claude Lévi-Strauss llegó a Brasil para integrarse al departamento de etnografía de la Universidad de Sao Paulo. Apenas pudo, entró en contacto con pueblos indígenas del Mato Grosso y el Amazonas. Su conclusión: la "mente salvaje" no era distinta a la del hombre civilizado. Incluso podía ser igual de compleja.

Esas experiencias las plasmó en el libro que lo hizo famoso, Tristes trópicos, publicado dos décadas después. Es un estudio de antropología estructuralista, pero también una "autobiografía intelectual", escrita en primera persona y capaz de ser leída como obra literaria. "Era como si tuviera una bolsa llena que necesitaba vaciar", dijo Lévi-Strauss. Después publicó las fotografías en Saudades do Brasil (1994). Para los brasileños, sus estudios son "orgullo nacional", tal como publicó ayer el diario Folha de Sao Paulo. La visita del pensador francés, según el periódico, rescató lo que durante "todo el siglo XX, se insistió en negar: el Brasil de decenas de grupos indígenas que no desaparecieron". Ahora, Lévi-Strauss es elogiado por filósofos, escritores, artistas y músicos. El ex presidente francés Jacques Chirac lo describió como "un intelectual que ha dedicado su vida a comprender y explicar la cultura". Pero a Lévi-Strauss, que desconfiaba de las masas y la "monocultura", no le gustaba ser tratado como personalidad. "El 'yo' es odioso", anotó en Tristes trópicos.