Cinco años antes del Mundial de Chile, se inició el proceso que culminó con el más grande éxito de la historia del fútbol nacional. Después de una desastrosa eliminatoria rumbo a Suecia 1958, la dirigencia de la Asociación Central de Fútbol (ACF), encabezada por Carlos Dittborn, decide que es necesario un cambio radical en la dirección técnica de la "Roja" para poder cumplir una actuación digna en el certamen. El encargado de llevar a cabo esta ambiciosa misión es Fernando Riera, un entrenador formado en Europa, quien, según cuentan los historiadores deportivos de la época, trató de imponer un estilo más físico y dinámico al equipo.

En este nuevo esquema no calzaban algunos de los futbolistas más talentosos en la historia de Chile. Fue el caso de jugadores de mayor edad, como Luis Vera, Ramiro Cortés, René Meléndez o Enrique "Cua Cua" Hormázabal, el habilidoso volante colocolino que sencillamente no cumplía con el perfil "profesional" que exigía Riera. Son varias las figuras de ese plantel que piensan que con el "8" albo hubieran sido campeones del mundo, pero las diferencias de personalidad entre jugador y técnico eran demasiado amplias. "No lo dejaron en la Selección porque no se subía las calcetas como ordenaba Riera", cuenta Humberto "Chita" Cruz.

Los primeros resultados no le dieron más que dolores de cabeza al técnico de la Selección. Como por ejemplo, una mala presentación en el Sudamericano de Buenos Aires 1959 (quinto lugar entre siete participantes). Pero en 1960, Riera consigue el financiamiento de una gira a Europa, la piedra angular de su proyecto rumbo al Mundial. El DT sabía que era necesario conocer mejor el estilo que se practicaba en el Viejo Continente. Sin embargo, los marcadores fueron lapidarios: una derrota 0-6 contra Francia, 1-2 ante Alemania Federal, 0-2 frente a Irlanda, 2-4 en Suiza, 1-1 con Bélgica y 3-3 contra el Inter de Milán.

Las críticas contra el técnico fueron contundentes, y Riera estuvo a punto de renunciar en varias oportunidades. Incluso fue enjuiciado en un Consejo de Presidentes de la ACF, en el que Enrique Atal, presidente de Palestino termina "pidiendo la hora" para evitar el despido del seleccionador nacional en agosto de 1960. Un nuevo papelón en Brasil (4-0) dejó al técnico con un pie afuera, pero el equipo levantó a tiempo, justo antes del Mundial, en 1961. "Cuando Riera se entregó a nosotros, nosotros nos entregamos a él y le cumplimos", cuenta Leonel Sánchez, una de las figuras de ese equipo. Dos triunfos ante Alemania (3-1) y Hungría (5-1) le permitieron a Riera completar su proyecto.

El resto es historia. Chile cumplió su mejor actuación mundialista de todos los tiempos y dejó una serie de interesantes episodios y sabrosas anécdotas, que retratan fielmente la mística y también la picardía de los "muchachos del 62.

1) El genio de Míster Riera

"¡Déjeme jugar tranquilo!", le respondió Carlos Contreras a Fernando Riera en medio de la semifinal contra Brasil, después de una fuerte entrada del central chileno contra Mario Zagallo. Los reclamos de Riera hartaron al "Pluto", quien pagó cara su insolencia, pues fue relegado al banco para el partido ante Yugoslavia. "Todos hablan de la disciplina de Marcelo Bielsa, pero Fernando Riera era terrible", cuenta Humberto Cruz. No le gustaba que cuestionaran sus decisiones. Según cuenta Sergio Navarro, cuando le consultó por tercera vez por qué lo había escogido capitán, el "míster" le contestó fuerte: "No pregunte huevadas". Por su formación europea, no admitía conductas poco profesionales ni retrasos. Lo supo el fallecido Jaime Ramírez, quien fue excluido en Algarrobo (ver número 5). Aunque en ese caso puntual Riera terminó cediendo ante las súplicas del grupo, su palabra debía ser tomada en serio. Con el tiempo, su actitud con los jugadores se suavizó, no así con los dirigentes. En cierta ocasión, bajó del bus a dos dirigentes nacionales afuera de Pinto Durán. "Lo queríamos, pero era jodido", recuerda el ex directivo de Rangers, Patricio Vildósola, quien recuerda que tuvo que pelear varias veces con él para cumplir con todas las actividades.

10) La sagrada conmemoración del 30 de mayo

Si Fernando Riera supiera que hoy, cuando se les pide referencias a sus pupilos sobre el técnico, se refieren a él como "Don Fernando", se molestaría mucho.

Una vez, cuando Leonel Sánchez trabajó con él años después, el puntero izquierdo seguía diciéndole "Don". Riera lo miró enfurecido y le dijo: "No me 'digai' más así, huevón. A la próxima no nos volvemos a ver", demostrando la confianza que se construyó con sus dirigidos.

Incluso, como tradición, todos los 30 de mayo celebraban el onomástico del entrenador. Coincidentemente, es la misma fecha en que se inauguró el Mundial de Chile.

¡Nos servían de todo! Nosotros llevábamos la torta. Escuti con Ortiz decían que mejor se iban a comer un hot dog a la esquina. Primero, como que se ponía serio y después se moría de la risa. A nosotros nos aguantaba todo, pero como que tenía doble personalidad Don Fernando. Con los periodistas y la gente era duro. Con nosotros era pura 'chacota'. Bielsa era un niño de pecho al lado de Fernando Riera", comenta el capitán de ese equipo, Sergio Navarro.

También, los 30 de mayo, los veteranos que van quedando vivos visitan a los compañeros que ya partieron. Además, en todas las comidas en que se reúnen no falta un salud en su memoria antes de empezar a comer. "Somos una familia", afirma Carlos Campos.

9) Desaparecidos en medio de la algarabía

Esa misma noche de los fuegos artificiales y la celebración, en la que todos debían llegar a la una de la madrugada para asistir a la final de la Copa al día siguiente, no todos llegaron a la concentración.

Aprovechándose del permiso otorgado por Riera para ir a sus casas y estar con sus familiares, dos jugadores se perdieron en medio de la noche y no llegaron a Hernando de Magallanes 1024.

Uno fue el arquero Misael Escuti, quien no había jugado el partido por el tercer puesto. "Fue el mismo 'Ciego' quien le dijo a Riera que no estaba en condiciones de jugar. Se sentía sin confianza después de los cuatro goles recibidos contra Brasil. Fueron muy injustos con él", confiesa un integrante de ese plantel.

El defensor Sergio Valdés fue el otro jugador que no regresó a la casona para concentrarse. El ex Universidad Católica reconoce que prefirió alargar los festejos en otra parte y revela que la bebida no faltaba dentro de la concentración, pues tenían un trato con los empleados del lugar para que les compraran una que otra botella de alcohol. "Eramos buenos para tomar. Don Fernando Riera lo sabía, pero se hacía el leso, porque sabía que igual le íbamos a rendir en la cancha. Igualmente más de alguno se llevó un reto cuando lo pillaron", indica "Keko", quien no alcanzó a disputar un solo minuto en aquella Copa del Mundo.

8) Las peores bromas de los "chingues"

Las travesuras más grandes de los "muchachos del 62" fueron cometidas durante la última noche de concentración, justo después de obtener el tercer puesto tras vencer 1-0 a Yugoslavia. En su estilo, Fernando Riera obligó a los jugadores a concentrar, pues el día siguiente había que asistir a la final que disputaron Brasil y Checoslovaquia. Obviamente, el DT permitió que sus pupilos festejaran, con la condición de que volvieran a la casona a la una de la madrugada.

"Don Fernando dijo que fue un error habernos dado permiso. Teníamos que volver a la una, pero a las 0.30 estábamos muertos de hambre, porque nadie perdió el tiempo comiendo en sus casas. Compramos en el Pollo Stop, en Las Condes. Volvimos y a las dos, don Fernando dijo: 'hay que ir a la final, a acostarse'. Nos paramos de la mesa (luego de una intensa guerra de partes de pollo y papas fritas). Todos dormían y a un 'satanás' se le ocurrió tirar fuegos artificiales en el hall donde apuntaban todas las puertas de las piezas. ¡Riera estaba furia!", cuenta el delantero Carlos Campos. Luego se supo que fue el portero suplente Manuel Astorga. "Estábamos eufóricos. El profe no lo podía creer cuando le conté la verdad años después", reconoce el portero. Esa misma noche, Mario Ortiz encontró excremento en su cama al acostarse ¿El autor? Sigue siendo uno de los misterios del 62.

7) La mística de Hernando de Magallanes

La casona de Hernando de Magallanes 1024, esquina Cristóbal Colón, en Las Condes, fue el cuartel general de los mundialistas chilenos en la previa y durante la Copa del Mundo. Las paredes de la concentración, comandada por el técnico Fernando Riera, encierran varios episodios que los jugadores recuerdan con nostalgia, como las felicitaciones del Presidente Jorge Alessandri tras el partido con la URSS.

Uno de ellos es la visita de varios grupos musicales como Pedro Messone, Cecilia, José Alfredo Fuentes y The Ramblers, quienes interpretaron El Rock del Mundial. Varios se alegraron de poder escuchar la canción en vivo y en directo, pero hubo uno que no tenía ganas: el volante Jorge Toro. El "Chino" no quería música y se fue a dormir, una de sus actividades favoritas y que lo dejaban habitualmente frente al grupo como el "pesado" y aburrido. Las actividades favoritas, de las que sí participaba Toro, eran el croquet, los naipes, dominó y jugar al "dudo" con dados y cachos. Esta última actividad incluían al técnico Riera, fanático de ese juego. Por su lado, "Tito" Fouillioux y Armando Tobar armaban aviones a escala para matar el tiempo.

Eran cuatro las habitaciones que alojaban a los 22 jugadores y cuerpo técnico. Dos de ellas estaban bautizadas como la de los "chingues" (desordenados) y el "mausoleo" (la de los más viejos).

6) Dos historias de amor

Una historia de Shakespare fue la que vivió el volante Jorge Toro para terminar casándose con Matilde, la mujer que hoy sigue siendo su esposa.

"Que no haya ido a la gira de Europa tiene una explicación. En ese tiempo bajé mi rendimiento por un motivo muy especial... Y que me costó que Riera me dejara fuera de esa importante gira. Me enamoré de Matilde y a mis padres no les gustaba ella y lo mismo los de ella conmigo. Era como Romeo y Julieta. Entonces, nos fuimos. Escapamos. Incluso, la policía fue a un entrenamiento a interrogarme por una denuncia de los padres de ella. Yo me hice el loco nomás", rememora con melancolía el mejor "8" del Mundial.

"Nunca me enojé porque me bajaron del avión, porque yo jugaba mal. Con Riera éramos amigos, pero si jugaba mal, me sacaba. El equipo estaba por sobre la amistad", remata.

La otra historia la escribe Humberto Cruz. El "Chita", conoció a su actual señora, Sonia Floh, en la concentración de Algarrobo previa al Mundial. En la playa, ella recolectaba dinero para su "kermesse" en el colegio. Fue entonces que se flecharon para, este año, cumplir 47 años de matrimonio.

5) Perdón a Jaime Ramírez

Tres meses estuvo la Selección concentrada en Algarrobo durante el verano de 1962. Riera era estricto, pero sabía que los jugadores debían tener un rato de esparcimiento. Obviamente, era inflexible con los horarios de llegada. Cierto día, el talentoso puntero derecho de Universidad de Chile, Jaime Ramírez, se demoró un poco más de lo presupuestado. Al respecto, hay diferentes versiones. "Iba a El Quisco a carretear, pero sin alcohol", dice Carlos "Tanque" Campos, mientras que el capitán Sergio Navarro indica que "se demoró un poco más porque se quedó firmando autógrafos".

Lo cierto es que mientras "carreteaba" o "firmaba autógrafos", Riera le pidió a Campos que "cuando llegara, le avisara. Yo dormía en la pieza de Ramírez", cuenta el delantero.

Al día siguiente debían volver a Santiago y antes de subirse al bus, "nos reunió. En ella nos dijo: 'Quiero comunicarles que el señor Ramírez queda fuera de la Selección y el señor Landa queda advertido. Eso es todo ¡Nos vinimos helados a Santiago! Nadie hablaba. Entonces llegamos a la ACF y decidimos crear una comisión de cinco jugadores para que hablaran con el DT. Por suerte resultó y Jaime apareció luego de la semana de descanso que nos habían dado luego de Algarrobo", cuenta Campos.

4) La gran pena de Leonel

Juan Eduardo Maldonado era conocido en la Población Chile como el "Flaco Lalo" o "Poto de Palo". Según el libro "1962" de Daniel Matamala, este empleado fiscal falleció en la madrugada del 1 de enero de 1961, después de un accidente automovilístico, con su gran amigo Leonel Sánchez al volante. El emblema de la "U" entrega la versión de los hechos. "Ibamos para Santa Laura, cuando un camión se me viene encima. Para esquivarlo, tuve que moverme para el lado derecho y terminé metido debajo de un camión. No hubo trago de por medio", cuenta Leonel.

El delantero azul estuvo inconsciente por un par de días. Al despertar, un médico le comunicó la trágica noticia: su amigo había fallecido. "Me puse a gritar y llorar. Me dejó muy mal y estuve afectado por mucho tiempo. Su familia nunca me tuvo mala por lo que pasó, porque sabían cómo era con él. Siempre lo llevaba al estadio, incluso sobre la micro de la 'U'. Hasta hoy lo echo mucho de menos", dice uno de los goleadores del Mundial de 1962.

Sánchez volvió a las canchas poco tiempo después, pero tuvo que lidiar con el proceso judicial: "Nunca lo oculté. Todos saben que no hubo maldad. Por suerte, la gente de la 'U' me ayudó con un buen abogado".

3) Pelé sirve la mesa en Brasil

El plantel de 1962 se siente muy cercano a Pelé, quien terminó siendo el gran ausente en la copa chilena (sólo jugó dos partidos). El más amigo es el "Chita", quien lo marcó innumerables veces en los hexagonales de verano (fue allí donde le bajó los pantalones) y también por la Selección. "Es un tipo espectacular, muy sencillo", recuerda Cruz.

Sergio Navarro revela una anécdota que habla de la simpleza de O Rei. En junio de 1960, la federación brasileña ofrece un partido de beneficencia para las víctimas del terremoto de Valdivia en Río de Janeiro. Pese a la buena disposición, los locales no tienen misericordia con el elenco de Riera y lo golean por 4-0, aprovechando la infalible combinación entre Pelé y Garrincha. Después de la humillación, los chilenos deben tragarse el orgullo y asistir a una cena de gala. La sorpresa de Navarro fue gigante cuando se sentó en la mesa y vio al mejor jugador del mundo con una servilleta colgada en el antebrazo. "¿Qué se van a servir, muchachos?", preguntó Pelé a varios de los seleccionados nacionales. "Hoy hay cada tronco aquí en Chile que apenas tiene piernas para subirse a la micro y se cree divo. Sin embargo, el mejor del mundo nos atendió después de habernos dado un baile", reflexiona el capitán.

2) Escapa el rey de la noche

Consultados respecto de quien era el jugador menos fácil de la Selección de 1962, la opinión de sus compañeros es casi unánime: Carlos "Pluto" Contreras . "Riera me pedía que estuviera pendiente siempre de él, que le cuidara la espalda", revela su compañero de zaga, Raúl Sánchez. Aunque no brillara dentro de la cancha, el central de la "U" si lo hacía fuera de ella. "Don Fernando me perdonó al menos tres veces", confiesa.

La primera es la más célebre. En plena gira por Europa de 1960, el plantel estaba deslumbrado con París. Varios recuerdan que Riera los sacó a pasear para que conocieran museos y otros sitios históricos. Pero lo que más deslumbraba a los impresionables chilenos eran, cómo no, las mujeres. Así fue como Contreras se encontró con una hermosa francesa en un ascensor del hotel de concentración. "Nos miramos un buen rato y después empezó a hacerle cariño al escudo chileno. Cuando me iba a bajar, me tomó de la mano y subimos hasta su habitación. Fueron sólo relaciones diplomáticas", ríe el "Pluto".

Sus compañeros lo buscaron por todo París, hasta que finalmente el capitán Sergio Navarro lo encontró dentro del mismo hotel. "Yo era el rey de la noche", se jacta Contreras, pese a que fue devuelto a Santiago tras la escapada.