Desde el comienzo de las internas republicanas, Mitt Romney se ha mantenido como amplio favorito para obtener la nominación presidencial de su partido, aunque no le ha sido fácil confirmar aquel sitial, dada la disputada contienda electoral que recién esta semana ya está derechamente a su favor. Si bien el ex gobernador de Massachusetts se ha presentado como un empresario exitoso, parte de sus propios votantes lo consideran como una persona fría, que no ha logrado una real conexión con sus electores, especialmente con los más conservadores y las mujeres. Pero tal como ocurrió en las primarias de 2008, Romney debió recurrir nuevamente a su "arma secreta": su esposa Ann.
Carismática y con una historia de vida que ha emocionado hasta las lágrimas a las audiencias, Ann Romney ya lleva varios meses en la primera línea de la campaña de su esposo, el más probable contendor de Barack Obama en las presidenciales de noviembre. La esposa de Romney tiene 62 años y en los mitines de campaña suele referirse al lado más humano de su pareja o, como ella ha dicho, "el lado que nunca has escuchado de Mitt". Sin embargo, ella tiene su propia historia: no sólo sus 42 años de matrimonio, sus cinco hijos y 16 nietos, sino una serie de dolorosas enfermedades que ha superado de a poco y que a la pareja le ha significado dolorosos momentos.
Ann Romney sufre de esclerosis múltiple desde 1998. El diagnóstico se lo dieron poco antes del Día de Acción de Gracias y según ha dicho el propio precandidato, la serie de exámenes que le hicieron a su mujer se transformaron en su peor pesadilla. Desde entonces, Ann ha estado sometida a una serie de tratamientos, incluidos métodos alternativos. "En 1998 me sentía desesperada, estaba muy, muy enferma", ha recordado. Diez años después, a Ann le diagnosticaron cáncer de mama, aunque no invasivo.
"Espérame"
Fanática de la equitación, cuando Romney la vio por primera vez, Ann tenía 16 años, el pelo castaño oscuro y montaba un caballo durante un paseo escolar. Desde ese día, Romney quedó enamorado. "No quería estar en ningún lado, excepto con Ann. Quería estar con ella todo el tiempo", escribió el político republicano tiempo atrás. Pero la pareja debió esperar varios años para estar juntos. En esa época, Romney emprendió un viaje de más de dos años como misionero mormón a Francia. Mientras su novio se encontraba en ese país, Ann aprovechó de estudiar un semestre en la Universidad francesa de Grenoble. Las estrictas reglas mormonas le permitieron apenas un par de visitas y algunas llamadas telefónicas.
En ese entonces, él le imploró que lo esperara. Y ella así lo hizo. Cuando Romney volvió a Estados Unidos, ella lo fue a buscar al aeropuerto. En el auto, Romney le preguntó si aún lo quería y ahí mismo le pidió matrimonio. Por él se convirtió a la iglesia mormona y desde 1970 en adelante, se dedicó a su hogar y a criar a sus hijos. Desde entonces, la pareja ha saboreado el triunfo y soportado la derrota. Ann disfrutó especialmente de la gestión de su esposo como organizador de los Juegos Olímpicos de Invierno en Salt Lake City en 2002 y su elección como gobernador de Massachusetts ese mismo año. Como "Primera Dama" de ese estado, Ann mantuvo un perfil bajo. Y cuando Romney fue derrotado por John McCain en las internas republicanas en 2008, se mantuvo estoica.
Durante la actual contienda, Ann se ha implicado a fondo y no ha escondido su admiración por tres primeras damas republicanas: Mamie Eisenhower, Nancy Reagan y Barbara Bush. Además, ha apelado al voto de sus pares: "¡Las mujeres están enojadas, preocupadas por el legado que estamos dejándoles a nuestros hijos y nuestros nietos. Y yo voy a decirles algo: tengo alguien aquí que puede arreglarlo!".