Hace 10 años, la única actividad fija en la vida de Sebastián Preece (1972) era ir a regar un muro derrumbado y unos viejos libros, que había rescatado de una antigua casona familiar en Los Angeles, para que el musgo y las plantas que germinaban entre el adobe y las hojas dobladas no desaparecieran. Era una forma concreta y poética de evitar también la extinción de la memoria de sus antepasados, la que Preece transformó en operación artística, en el momento en que el registro de sus acciones (fotografías y videos) se exhibieron en varias salas de arte de Santiago, como galería D21 y Matucana 100, y en la Bienal de Venecia de 2011.
Desde ese instante, Preece quedó inscrito como un arqueólogo del arte. El lo reconoce: "Me gusta trabajar con los conceptos de habitabilidad, espacio, arquitectura, rescatar objetos y ver cómo el hombre va dejando sus huellas en ellos", explica.
Su actual proyecto se inauguró el jueves pasado en la galería Patricia Ready, en Vitacura: son 58 puertas de la ex cárcel de Rancagua, que Preece rescató del olvido para exponerlas en una especie de muestrario científico. "Podría haber sido cualquier cárcel de Chile, porque no es una investigación del lugar. Lo que me interesa son las puertas como objeto y las cargas que llevan. Son años de golpes, números borrados y vueltos a pintar, dibujos y rayados de los reos, todo el paso de esos hombres encerrados, hay desesperanza y sufrimiento ahí", dice Preece.
Desalojada en 2005, la centenaria cárcel de Rancagua fue abandonada y desmantelada por años, hasta que en 2009 las autoridades decidieron transformarla en un centro cultural, aunque el proyecto aún no se concreta. Hace dos años, un amigo de Preece que trabaja en el Ministerio de Vivienda lo invitó para que conociera los terrenos de la ex cárcel. "Las puertas se me aparecieron, estaban esperándome para que las salvara y prolongara su vida", dice.
En las manos de Preece, muros, casas y puertas cobran nueva vida, como en 2010, cuando trasladó un refugio precordillerano abandonado por un ermitaño al Museo de Bellas Artes. Pero ¿dónde está la mano del artista en este tipo de intervenciones? Para Preece lo importante no es su autoría. "Para mí el arte es seguir abriendo sentidos más allá de representar o crear. Lo que yo hago es agarrar algo que existe, cambiarlo de contexto y darle un nuevo significado. Quizás se trate de pedir autorías prestadas, como en el caso del refugio donde tomé prestada la manera en que el ermitaño construía su lugar de sobrevivencia", explica el artista.
En la galería Patricia Ready, Preece ocupa 280 metros cuadrados, donde instaló las puertas una tras otra, suspendidas en el aire. "Este trabajo está recién empezando, y esta es su presentación en sociedad. La idea es mezclar dos mundos contradictorios, el de las puertas de los reos con el tipo de público que viene a la galería, por eso el experimento tiene sentido en este sector de Santiago y no en otro", concluye.