En 2007 menos de 1.000 chilenos visitaban Aruba. El año pasado esa cifra superó los 3.100 pasajeros, evidenciando un creciente interés por esta isla que, además de darse a conocer en nuestro mercado, cada vez está más cerca. Porque si hasta hace algunos años llegar a Aruba implicaba un sacrificio de varias conexiones y horas de vuelo -incluso, tener visa si se hacía por Miami-, hoy Avianca y Copa nos llevan con buenas conexiones y en menos de ocho horas (vía Bogotá y Ciudad de Panamá, respectivamente). Lan anunció una ruta desde diciembre, también vía Bogotá.

Aruba está más cerca de lo que se cree. Para la mayoría, esta isla más pequeña que nuestra Rapa Nui, suele estar difusa en el mapa del Caribe, perdida entre colonias inglesas o francesas. Pero sepa que se encuentra a apenas 24 km de la costa venezolana (¡casi para ir nadando!), o sea, justo donde termina América del Sur. Estado autónomo del reino de Holanda desde 1986, parte de sus 110.000 habitantes eligen un Parlamento y, a su vez, al Primer Ministro. Pero Holanda, cuya reina designa al gobernador, sigue siendo responsable de la defensa y de las relaciones exteriores.

La isla es y ha sido una mezcla de culturas, y ese resultado uno lo percibe en la calle. Hay letreros con nombres en español e inglés. Muchas casas del centro tienen en sus fachadas una clara influencia de los Países Bajos, pero adornadas con el colorido del Caribe, y en los barrios de Oranjestad (la capital) o la pintoresca San Nicolás hay decenas de supermercados chinos y coreanos. Más de 96 nacionalidades diferentes conviven en este territorio. Los isleños tienen la suerte de manejar desde niños cuatro idiomas: holandés y papiamento (el idioma local) lo aprenden como oficiales en el colegio, pero el inglés y el español los incorporan con rapidez. Y es que el turismo es la principal actividad económica y los arubianos lo tienen claro.

Pocas veces uno encuentra gente más amable y sonriente que ellos. Llama la atención la primera vez, pero pronto uno se da cuenta de que es una actitud generalizada. Quizás por ello, y por los encantos paisajísticos, Aruba ostenta el mayor nivel de "reincidencia" del Caribe. Es decir, de turistas que una vez que conocen la isla, regresan.

Pero ¿qué tiene Aruba para atraer más visitantes que otros destinos del Caribe? Para nosotros hay tres diferencias claras: clima, diversidad de actividades y estupendas playas. Hay más, pero estas marcan la decisión de muchos.

¿Es de los que con sólo pensar en cruzar el trópico ya empieza a sudar? ¿De los que no soporta el calor sofocante y húmedo? Bueno, Aruba es caluroso como muchos otros destinos del Caribe. Sus temperaturas promedian los 27 °C, pero tiene algo a su favor: la brisa. Aquí corre un viento constante que refresca y se agradece. Así, se está en la playa con calor, pero sin asfixiarse, ya que también es menos húmedo que otros sitios. Y por esta época tampoco hay que asustarse: es sólo un vientecito, Aruba está fuera del corredor de huracanes, así que tifones y tornados no son foco de preocupación. Y si de clima hablamos, la lluvia es tan escasa como en nuestro Norte Chico, de hecho, eso también hace que el paisaje en gran parte de la isla sea bastante seco. No se ven extensos cocotales ni palmerales como en Cuba o República Dominicana, algunas de sus playas sí cuentan con palmeras, pero introducidas. Este es el reino del dividivi (caesalpinia coriaria), árbol que crece hacia el lado por acción del viento, y de manglares que también parecen peinados por la brisa.

Entretenida y variada

Cuando hablamos de diversidad de actividades, nos referimos a lo que se puede hacer más allá del hotel. Y acá es un punto importante porque si bien hay resorts all inclusive, gran parte de la hotelería no lo es y el pasajero, después de la playa, hace su vida puertas afuera. Afortunadamente en Aruba, más que un problema, es una oportunidad. Partimos por su gastronomía (ver recuadro), con más de 200 restaurantes de las más diversas especialidades. Seguimos con la más reciente oferta de diversión: un paseo en UTV alrededor de la isla. Los UTV son pequeños vehículos 4x4, mezcla de buggie y cuadrimoto, para dos personas. Se trata de un recorrido de tres horas, con guía, pero cada uno conduce. Es adrenalínico, totalmente divertido, y es posible conocer el faro California, la capilla Alto Vista, las ruinas de Burishibana, el puente natural y el Parque Nacional Arikok, entre otras atracciones. Vale US$ 169 para dos, www.depalmtours.com

Pero el parque Arikok, que representa 18% del territorio, es un destino por sí mismo. Puede recorrerlo por su cuenta o en excursiones con guías -tiene numerosos senderos y un centro de visitantes- y alberga especies endémicas como búhos, loros, cascabeles, boas y lagartos azules. Muchísimos cactus y atractivas cuevas con pinturas indígenas en las que se puede internar.

Claro que ya es hora de mar. Por algo los chilenos viajamos al Caribe. Y acá las playas son de lujo. Con un mar de colores impresionantes, siempre en distintos tonos y aguas templadas. La mayoría de ellas tiene una transparencia tal que, por más que nos internemos, siempre vemos nuestros pies. Eagle Beach y Palm Beach son las concurridas de la zona hotelera. Aquí están las empresas que ofrecen motos acuáticas, bananos, surf y kitesurf, muy de moda. Un poco más alejadas (y próximas a San Nicolás) están Rodgers Beach y Baby Beach, esta última estupendamente calma y de arenas como talco. Y una de las más frecuentadas por los locales es Mangel Halto, de fácil acceso.

Otra forma de disfrutar del mar arubiano es arriba de una embarcación. Hay barcos y catamaranes que salen desde Palm Beach y prometen un día de sol, música, barra libre y almuerzo. Hay tres paradas para realizar snorkeling o simplemente zambullirse, pero la visibilidad de las aguas y la belleza de los coloridos peces invitan a ponerse máscara y gualetas. Boca Catalina destaca por su tranquilidad y el sitio donde del naufragio del Antilla, un carguero alemán hundido para la II Guerra Mundial, permite acercarse a sus restos. Impresiona ver al barco partido en dos y cómo salen cardúmenes desde su esqueleto.

Un panorama ideal para los que viajan con niños es De Palm Island, se trata de una pequeña isla hecha para el turismo y a la que también van los arubianos. Por un precio único, ofrece bar abierto de tragos y bebidas, comida ilimitada, menú en su restaurante, snorkeling, banana boat, un divertido parque acuático con toboganes y laberintos, entre otras atracciones. También, por un costo adicional, puede hacer snuba, que es como el snorkeling, pero que gracias a una manguera permite respirar bajo el agua y no requiere experiencia previa.