Mientras Europa sigue en crisis y la preeminencia de EEUU aparece disminuida, Asia se encuentra en medio de una transformación que puede ser histórica. Si el continente logra mantener su trayectoria reciente, en cuatro décadas 3.000 millones de asiáticos lograrán los niveles de riqueza que posee hoy Europa. Su ingreso per cápita podría aumentar seis veces en paridad de poder adquisitivo (PPA) y su producción casi duplicaría su participación en el PIB global, al 52%.

Así, para 2050, Asia recuperaría la posición dominante en el mundo que tenía hace 300 años, antes de la Revolución Industrial. Hoy la región representa menos del 30% del PIB mundial (ver gráfico).

Este nuevo orden global fue delineado por un influyente informe publicado en 2011 por el Banco Asiático de Desarrollo (BAD), en el que se analiza cómo la mayoría de las economías emergentes en esa región debiera avanzar con éxito hacia la convergencia con las economías más maduras. Denomina ese escenario central hacia 2050 como "el Siglo de Asia".

Pero el trabajo también advierte que el avance del continente hacia ese estatus no está exento de riesgos. "A pesar de que este resultado, basado en la premisa de que las principales economías de la región mantienen el impulso de su crecimiento actual, es prometedor, no significa que su consecución esté asegurada. Un escenario alternativo -no el base- es la llamada 'trampa de los ingresos medios'", señala el estudio. De acuerdo al BAD, "el éxito requerirá un diferente patrón de crecimiento y la resolución de una amplia gama de cuestiones políticamente difíciles durante un largo período".

La noción del siglo asiático extiende los éxitos pasados de las economías en la región hacia el futuro. Desde hace 30 años, la participación de Asia en la economía global ha ido creciendo y, desde hace más de una década, su dinamismo ha sido el principal contribuyente a la expansión mundial.

Aparte de Japón, Asia tiene cuatro importantes exponentes de cómo una economía puede converger hacia niveles de mayor desarrollo: Taiwán, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong. Los tres primeros están hoy dentro de los NIC -"países recientemente industrializados", en inglés.

El escenario del siglo asiático, describe el informe, asume que las economías con el mejor desempeño económico de la región continúan en esa senda por al menos otros 40 años. De esa manera, hacia 2050 el PIB de Asia representaría el 52% del PIB global, con un valor de US$ 174 billones, versus el valor actual de US$ 17 billones.

A. Latina contribuiría con un décimo, Norteamérica con un 13% y Europa con 18% (ver infografia).

Con un PIB per cápita de US$ 40.800 (PPA), Asia en 2050 tendría ingresos similares a los de Europa hoy. "No tendría países pobres (aquellos con un PIB per cápita promedio inferior a US$ 1.000), en comparación a los ocho de la actualidad", predice el BAD.

Según el informe, de las casi 20 economías de Asia, siete liderarían la marcha a la prosperidad del continente. Una ya está desarrollada -Japón- y las otras seis tienen ingresos medios convergentes: China, India, Indonesia, Corea del Sur, Tailandia y Malasia.

En 2010, estas siete economías tenían una población combinada de 3.100 millones de personas (78% del total asiático) y un PIB de $ 15.100 millones (87% de Asia). En el escenario del siglo asiático tendrían en 2050 el 75% de la población y un PIB que correspondería al 90% de Asia. Por sí solas representarían el 45% del PIB mundial. Su ingreso per cápita promedio llegaría a US$ 45.800 (en PPA), dice el BAD, comparados a los US$ 37.300 del mundo en general. Asimismo, entre 2010 y 2050, estas siete economías representarían hasta el 91% del crecimiento del PIB de Asia y casi el 53% del aumento del PIB mundial.

No obstante lo anterior, el informe describe una serie de peligros que pueden poner en jaque dicho escenario. Uno de ellos es el perjuicio que puede generar la creciente desigualdad de ingresos en Asia, en términos de cohesión social y estabilidad. Otra de las amenazas es que se verifique una competencia intensa por los recursos naturales de la región, a medida que las economías se hagan más prósperas.

Pero el más sombrío es el de la "trampa de los ingresos medios". Ella se resume como la incapacidad de estos países de reemplazar sus fuentes actuales de crecimiento, como los recursos naturales y mano de obra barata, por un dinamismo generado por una mayor productividad.

El informe explica que conforme aumentan los salarios, a la industria manufacturera se le hace difícil exportar, pues compite contra productores con menores costos en otras economías. Al mismo tiempo, sus productos tienen menor valor agregado que aquellos provenientes de economías más avanzadas. Tal escenario asume que las economías de rápido crecimiento de Asia podrían caer en dicha trampa en los próximos cinco a 10 años. "En otras palabras, Asia seguiría el patrón de América Latina en los últimos 30 años. Este es el escenario pesimista y podría considerarse un llamado de alerta a los líderes asiáticos", según el BAD.

El trabajo analiza el caso de Brasil, eterna promesa, que se ha visto sumido en la trampa por décadas. La definición de ingresos medios, según el Banco Mundial, engloba a todas las economías con una renta per cápita de entre US$ 1.000 y US$ 12.000 al año. Muestra la evolución en las últimas tres décadas del PIB de Brasil y Corea. Mientras la curva de esta última se empina a 1985, la de Brasil incluso declina.

En este escenario, en 2050, Asia sería de todos modos la primera potencia económica global (31% del PIB mundial), pero casi empatada con Europa y Norteamérica (ambos con 28%), mientras que América Latina seguiría con 9%.

Para evitar la trampa de los ingresos medios, el BAD recomienda un esquema de acciones estratégicas en el ámbito político local, a nivel regional, y en las interacciones de Asia con la comunidad global, que incluye medidas para estimular el crecimiento y la inclusión; el emprendimiento y el desarrollo tecnológico; desarrollo financiero, y una reducción en el uso de energía y recursos naturales, entre otros, lo que involucra también una transformación urbana hacia ciudades compactas y eficientes en el uso de la energía.