Inteligente, liberal, bonita, con buena formación académica, criada en Inglaterra. Así se describe a Asma Assad, la esposa del Presidente sirio Basher al Assad, quien desde el estallido de la crisis hace 10 meses no ha sido vista en público, ni tampoco dando entrevistas. Según analistas consultados por el diario The Times, la mujer de 36 años apoya completamente al régimen, mientras que otros señalan que se encuentra en estado de negación. No obstante, un grupo de observadores sostiene que ella es una prisionera, obligada a permanecer en silencio e incapaz de abandonar el país con sus tres hijos.

"Ella estaría horrorizada (por lo que está pasando)", dijo al diario inglés, Malik al Abdeh, editor del canal de televisión opositor Barada TV, quien fue su vecino en un barrio del oeste de Londres. "Su ética y moralidad fue formada acá. Creo que debe estar genuinamente impactada", añadió.

Apodada por la revista Vogue como la "rosa del desierto", Asma tuvo una infancia privilegiada, como hija de un reconocido cardiólogo y una ex diplomática siria. Asistió a un colegio privado y se graduó del King's College de Londres como ejecutiva bancaria. Su inteligencia y tenacidad hicieron que se labrara su propia carrera profesional, que ejerció como gestora de fondos de inversión en Deutsche Bank y en J.P. Morgan. Además, habla fluidamente cuatro idiomas.

A su influencia se atribuye parte del aperturismo económico iniciado por su marido a principios de la década pasada. Al presidente lo conoció durante sus viajes de niña a Siria. Sin embargo, estrecharon lazos cuando él fue a estudiar a Londres oftalmología en 1992. Se casaron el 31 de diciembre de 2000, seis meses después de que Al Assad fuera elegido presidente. La pareja tiene tres hijos, Hafez (10 años), Zein(8 años), Karim (7 años).