SEGUN CIFRAS recolectadas por el gobierno, la cantidad de delitos graves cometidos en el país durante el tercer trimestre de 2011creció 10,1% respecto de idéntico periodo del año pasado. Se trata de un incremento significativo que debe causar preocupación en las autoridades, debido a que denota un deterioro sensible en la calidad de vida de la población. Esta no puede sino sentirse frustrada al considerar que la derrota de la delincuencia fue uno de los argumentos que aquellas utilizaron durante la campaña electoral.
De acuerdo a los datos del Centro de Análisis del Delito del Ministerio del Interior, una serie de delitos graves marcaron un incremento relevante. El asalto (robo con violencia), que es el que provoca mayor sensación de inseguridad en la población, subió 17,9%. También registraron alzas los homicidios (27%), las violaciones (11,5%), los robos con fuerza (10,8%), los delitos asociados a la violencia intrafamiliar (9,9%) y los hurtos (9,2%).
El aumento se produce pese a que las cifras de desempleo muestran una sostenida tendencia a la baja en el último tiempo y la economía ha venido creciendo a un ritmo saludable. Tradicionalmente, se asocia el auge de la delincuencia a los ciclos de depresión económica, cuestión que no se da en este caso. Al mismo tiempo, el fenómeno se produce mientras el gobierno ha impulsado una serie de reformas institucionales que buscan dar mayor eficiencia a la lucha contra el crimen, como por ejemplo la creación de la Subsecretaría de Prevención del Delito bajo el alero del Ministerio del Interior. El titular de esta cartera, además, ha tomado en sus manos la dirección de la estrategia y el combate antidelincuencia.
Las cifras en este ámbito venían mostrando una caída desde hace un tiempo, tendencia que se prolongó durante los primeros meses del mandato del actual gobierno. Sin embargo, ahora se han encendido luces de alarma en una serie de indicadores, como la sensación de temor ante la posibilidad de sufrir un delito y la victimización.
La explicación del fenómeno parece radicar en una percepción de grados de impunidad que los delincuentes, cuyo comportamiento es racional y sensible a este tipo de variables, han sido capaces de detectar. Quienes cometen delitos procesan como una oportunidad en su favor una serie de señales emitidas en el último tiempo que ayudan a generar este ambiente: el clima de desafío a la autoridad que ha cobrado fuerza a raíz de la violencia en que a menudo han caído las manifestaciones públicas; la persistencia en el tiempo de tomas en colegios y universidades; la escasa sanción que han recibido hasta hora quienes han protagonizado desmanes en el marco de éstas; el errático discurso de La Moneda en torno a la manera de enfrentar dichos fenómenos; la gran cantidad de ataques a carabineros registrada este año, con más de 900 efectivos policiales heridos; las polémicas entre el Poder Judicial y el Ejecutivo a raíz de la actuación y calificación de los jueces, y entre éste y el Ministerio Público debido a su financiamiento, entre otros ejemplos.
Es deber de todas las autoridades vinculadas a la prevención, combate y sanción del crimen actuar de manera consistente y coherente para evitar que la tendencia al alza del crimen se transforme en una escalada que afecte aún más gravemente la calidad y el estilo de vida de los ciudadanos.
Aumento en cifras de delitos más graves
El alza puede deberse a la lectura que los delincuentes hacen de la percepción de impunidad y de desafío a la autoridad que se ha instalado.