Señor director:
La Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación es prueba fehaciente de la preocupación de don Patricio Aylwin por los derechos humanos. Nacida para investigar y recuperar la memoria sobre los atropellos de la dictadura, surge como un intento de mitigar su impacto en el alma de las víctimas y en el corazón nacional.
Su tesis, defendida con la fuerza de un estadista, fue: "La conciencia moral de Chile exige que se esclarezca la verdad y que se haga justicia, en la medida de lo posible". Patricio Aylwin dio a conocer el Informe Rettig y pidió perdón a nombre de la nación con lágrimas. Y cuando un Presidente pide perdón, lo hace a nombre de todos.
Con esa política realista enfrentó la delicada tarea de la reconciliación, para llegar a una patria justa, sin odiosas divisiones. Una patria de civiles y militares sin exclusiones. Sólo de esa manera se podía reconstruir la democracia de los acuerdos.
Algunos detractores consideraron que ese realismo significaba hipotecar algunas reivindicaciones. Pero la historia demostró que Aylwin estaba en lo correcto. Con el gesto de perdón público cimentó las condiciones para avanzar en la verdad, la justicia y la reconciliación.
Como líder político no tuvo contemplaciones para defender los principios democráticos en la lucha contra la ideología comunista. Con la misma firmeza luchó contra la Unidad Popular y Salvador Allende. Luego, en la oposición a Pinochet y al régimen militar. Ambas dictaduras violaban en teoría y práctica los derechos humanos. Aunque fue hijo de un padre que no confesaba la fe católica, Aylwin heredó el legado de un hombre de familia y fiel creyente. Su inspiración se alimentó de las fuentes de la Doctrina Social de la Iglesia, donde el concepto de persona humana es clave.
Siento gran admiración por el estadista chileno del siglo; por su opción por los pobres y por su capacidad de impulsar "la democracia de los acuerdos" y la paz, virtud de la amistad cívica que anhela la sociedad en medio de tanta desconfianza actual en la política.
Walter Sánchez González
Aylwin y los derechos humanos
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