Para saltarse un engorroso trámite en la Dirección de Tránsito de la Municipalidad de Providencia, Hugo Matus aceptó sin muchas ganas la invitación de su amigo Charles Murray. "Te ayudo si juegas bádminton conmigo", le propuso. Aunque en un principio le pareció un deporte "para mujeres", una vez que tomó la raqueta no la soltó nunca más.
Van 22 años desde entonces y las cosas no han cambiado demasiado. Matus sigue siendo parte de un reducido grupo de 50 personas que van al Club Providencia a practicar esta variante del tenis que, según él, "tiene mucho de vóleibol". Buena parte son extranjeros, europeos en su mayoría, algunos peruanos y el instructor canadiense, Timothy Walmsley. También hay chilenos como Juan Rioseco (72 años), quien estuvo exiliado en Suecia y que, a su regreso, no pudo encontrar con quién jugar por casi siete meses.
Al tiempo que Rioseco dejaba el país nacía el bádminton en el Providencia. Desde los años 70 que este recinto es el único punto de reunión posible en Santiago para los aficionados a este alicaído deporte, que tal como aportan los datos del COCh, es el menos popular de todas sus disciplinas asociadas, particularmente en cuanto a sus exponentes en el alto rendimiento. De hecho, los seis clasificados a los Panamericanos de Guadalajara son los únicos que cumplen con este perfil en todo Chile. Y todos son de Antofagasta.
Los antecedentes vienen de muy atrás. La capital de la Segunda Región se transformó en un polo de desarrollo de este deporte en 1997, cuando la extinta Digeder creó los CIED (Centro de Iniciación y Especialización Deportiva). En este sistema, cada región elegía tres deportes prioritarios y el bádminton fue uno de los escogidos. En esa época partieron varios de los jugadores que viajaron a Guadalajara, como Camila Macaya, Esteban Mujica, Andrés Trigo, Cristián Araya y Ting Ting Chou. "Esta es la única ciudad donde se entrena competitivamente. Partimos como 60 niños en esa época, pero perdimos mucho tiempo sin ayuda y sin recursos", cuenta Chou sobre el momento en que la Ley del Deporte cambió todo.
A partir de 2001, el programa CIED fue terminado y se acabó el apoyo para el bádminton. Chou y sus compañeros abandonaron la actividad, que se mantuvo como algo meramente recreacional.
La crisis definitiva estalló durante la gestión de Carlos Figueroa, cuando se decidió priorizar la masificación de este deporte en vez de apoyar a los deportistas de alto rendimiento. "Falta una masa crítica de jugadores y entrenadores que conozcan el juego, pero es un proceso lento", argumenta Walmsley, quien colaboró con Figueroa, uno de los impulsores históricos de la actividad en el Club Providencia. El aporte del canadiense consistió en entregar su tiempo para clínicas en colegios y universidades.
Sin embargo, mientras se hacían esos esfuerzos, los jugadores de Antofagasta no recibieron un solo peso. "Nosotros tenemos un grupo que ganó nueve medallas en los Juegos del Alba y que ahora estuvo cerca de disputar un bronce panamericano. No nos ayudaron, porque nosotros íbamos por clarificar las cosas y el señor Figueroa quería manejar todo a su antojo", dispara la entrenadora antofagastina de la selección, Susana Salinas. "Su gestión fue nula. Nunca recibimos ni una plumilla", añade.
La federación fue disuelta por el propio Figueroa a principios de este año, por lo que el bádminton quedó acéfalo. Actualmente, hay una nueva federación en proyecto, cuyo presidente será Raimundo Lizama, pero todavía falta que el Ministerio de Justicia les entregue los papeles de la personalidad jurídica. "Necesitamos ser reconocidos como federación para salir adelante. Tenemos talentos en la región", asegura Salinas, aunque lo cierto es que la ciudad sólo cuenta con un par de canchas reglamentarias.
Pese al empuje de Antofagasta, Temuco y Punta Arenas, el Club Providencia sigue siendo el bastión de la actividad en Chile. Los extranjeros dan cátedra todos los lunes y sábados en las cuatro canchas instaladas en el gimnasio, que también es usado para la práctica de otro deporte federado que sufre con la indiferencia generalizada: el kendo.
A un lado de la pista, Matus observa jugar a su hijo de 11 años, Diego. Se lo imagina representando a Chile y recuerda sus días como seleccionado. "Creo que el bádminton está prendiendo nuevamente. Le tengo fe", sostiene, mientras otras 13 personas cortan el aire con sus remaches y lanzan la plumilla de lado a lado. Que su deporte sea el menos popular del país no los aproblema.