CUANDO el actual ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, dejaba su cargo de director ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) para los países del cono sur, con el fin de asumir como titular de Hacienda del gobierno de Ricardo Lagos, el año 2000, el economista Alvaro Rojas era nuevo en Washington y debutaba como asistente de investigación en el staff de ese organismo.

Varios puestos más tarde en la capital estadounidense y en Santiago, que incluyen el de asesor del director ejecutivo para el cono sur en el FMI y el de jefe de la mesa de dinero internacional del Banco Central, manejando el portafolio de reservas, hoy Rojas ocupa la misma oficina que Eyzaguirre tenía entonces. Es quien comparte reuniones de directorio con la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, y quien vota en representación de Chile y Argentina, además de Uruguay, Paraguay, Bolivia y Perú.

La silla la dejó anteayer, porque desde ahora la representación de esos países la tendrá un argentino. A diferencia de Eyzaguirre, que ingresó en la política, Rojas se está privatizando como consultor internacional en banca central y economía y finanzas internacionales, que es lo que ha hecho durante las últimas dos décadas.

Con la perspectiva que otorga la distancia, el economista considera que la economía chilena está en buen pie para reactivarse el próximo año. Cree que el estímulo monetario provisto por el Banco Central va a impulsar, por la vía de menores costos de financiamiento, el crecimiento de la inversión. Esta, opina, no ha caído como resultado de peores expectativas sobre las reformas que realiza el gobierno, sino que lo ha hecho siguiendo el ciclo minero. Por eso, refuta tajantemente la visión de que Chile está teniendo un desempeño económico mediocre, a partir del concepto que su propia jefa, Lagarde, acuñó a principios de octubre.

¿Se ve en el FMI, donde se acuñó el término 'nueva mediocridad', que Chile adolece esa condición?

Primero hay que aclarar lo que la directora gerente denominó en inglés como el new mediocre. Esto fue en el contexto de su discurso en la Universidad de Georgetown antes de las reuniones anuales del FMI. Ahí no solamente se refirió a ese concepto, sino que lo usó en el contexto de lo que ella denominó las "3 M". Estas son la mediocridad respecto del nivel de crecimiento; el momentum necesario para reactivar la actividad global y evitar la primera M, y multilateralismo, en el sentido de cooperación global y el rol del FMI. En mi entendimiento, el mediocre se refería a la condición de la economía global, pero específicamente a otro tipo de países, con posiciones de crecimiento consistentemente debilitadas como efecto de la crisis financiera global y que puede llevar a que su crecimiento de largo plazo se ubique permanentemente en un nivel más bajo. En particular, eso estaba referido a algunos países de la eurozona. El hecho de que el Financial Times haya tomado y asociado el término mediocre a Chile no es una interpretación correcta, porque no toma el contexto en que la directora gerente hizo referencia a ese concepto, que no estaba dirigido particularmente a las economías emergentes y, en ese caso, a Chile.

¿No es un desempeño mediocre pasar de un crecimiento de 5% y fracción, a uno de 2%?

Para responder a esa pregunta hay que recordar que existen los ciclos económicos. La economía venía creciendo a una tasa bastante rápida durante la administración anterior y, sin embargo, ya al término de ésta, en 2013, se empezaron a ver signos de desaceleración. A mi entender, ésta está explicada por la desaceleración puntual de los proyectos de inversión de sectores como la minería. Hubo un proceso natural de inversiones que fueron madurando y es natural que las muy altas tasas a las que venían creciendo tendieran a estabilizarse o a desacelerarse y que eso impactara fuertemente en el nivel de expansión. En mi opinión, bajar de un crecimiento de 5% a 2% es estrictamente el resultado del ciclo económico. El concepto de nueva mediocridad habla de tasas sostenidas de bajo crecimiento en el tiempo. Hoy Chile está en una coyuntura puntual, en la cual bajar del 5% al 2% para mí es un fenómeno cíclico y, por lo tanto, no un fenómeno estructural. Asimismo, en Chile tenemos las políticas para aplicar los estímulos necesarios y recuperar tasas de crecimiento en el corto plazo sobre el 2% que estamos observando puntualmente.

En sus análisis residuales, el Central encuentra que parte de la desaceleración tiene causas que no puede explicar. ¿Pueden ser las expectativas, más allá de la minería?

Los agentes económicos toman decisiones en base a la información que están observando. Obviamente, ese residuo puede estar explicando una moderación en las expectativas respecto de las que tenían el año pasado, probablemente perspectivas de crecimiento muchísimo más altas. Sin duda que la discusión de las reformas que se están llevando a cabo es algo que puede generar un cambio transitorio en los agentes, por estar a la expectativa de cuál va a ser el resultado final de las reformas. Pero no podría atribuir directamente a que ese residuo se pueda explicar estrictamente como una especie de ruido por efecto de las reformas. Los agentes tenían internalizado que la reforma tributaria se iba a llevar adelante y que esta administración tiene otros proyectos de reformas estructurales. Por lo tanto, no puedo entender ese residuo como una sorpresa.

¿Cuál es su estimación de crecimiento de Chile para este año y el próximo?

Probablemente, este año el crecimiento va a estar más cercano al 2%, quizás algo por debajo de ese valor, pero no creo que sea inferior al valor mínimo de la última proyección del BC. Habría que esperar si va a haber alguna revisión de esas proyecciones en el Ipom con que cierra el año. En 2015, probablemente vamos a estar en torno a 3,5% y 4%.

Tiene una visión optimista...

Sí, yo diría que sí. En la medida que se sabía que la desaceleración venía, nuestras autoridades fiscales y monetarias han hecho uso de los instrumentos de política para estimular la demanda. Las bajas de la tasa del BC deberían empezar a estimular la inversión a través de un menor costo de financiamiento y en algún grado también el consumo a través del canal de crédito. Por su parte, con el anuncio del presupuesto para el próximo año, hay un impulso fiscal que puede ayudar a reactivar la demanda en Chile y tener algún mayor crecimiento en 2015.

Se estima que los proyectos de inversión pública, si se ejecutan, lo harán en el segundo semestre, que es cuando las bajas de tasas de interés podrían estar actuando, dado el rezago que tienen. ¿Podría, entonces, la economía tener una sobredosis de medicinas?

No, yo creo que el BC ha hecho su tarea de ir bajando gradualmente la tasa, porque además sabe que eso tiene efecto en un horizonte de proyección. Eso está considerado en lo que se ha hecho. No veo que las dos políticas sean incompatibles. Creo que para la coyuntura de menor demanda que se está observando

-la contracción de la demanda va a ser muy significativa este año- el mix de política es el adecuado. En la media en que se observe una desaceleración más marcada, podría implementarse, en alguna medida, un presupuesto con un sesgo más bien de estímulo fiscal.

En ese caso, ¿no sería suficiente el crecimiento del gasto público de 9,8% en 2015?

La cifra de crecimiento del gasto público es responsable en términos del estímulo que se necesita, dadas las condiciones actuales. Recordemos que no estamos en un escenario de contracción, sino que en uno de desaceleración. Por lo tanto, un número de esa magnitud es compatible con los equilibrios macro, con que no exista una posibilidad de estar sobreestimulando la demanda y enfrentar cierto de tipo de problemas en 2015. Las dos medidas de política van en la dirección correcta y deberían empezar a reflejarse en las cifras de crecimiento que veamos el próximo año.

¿Su previsión de crecimiento es consistente con que el Banco Central no baje más la tasa?

Sí, es compatible con eso, porque la tasa de política monetaria ya está en un rango que podemos calificar de estímulo monetario.

¿Cómo se ve desde Washington la forma con que algunos sectores han recibido la reforma tributaria y otras en carpeta?

Acá, con el beneficio de la distancia, se hace un análisis más frío de lo que es el impacto real de las reformas y cuál es el marco de políticas, en el cual éstas, se llevarán cabo. La visión acá parte con el hecho de que la reforma se enmarca dentro de la política de balance estructural. Dado el hecho, también, de que la mayor recaudación estructural iría destinada a cerrar el déficit estructural de 1% y a alcanzar de manera responsable la posición de balance, se vio como un paso natural que mayores gastos permanentes tuvieran como contrapartida el mejoramiento de los ingresos permanentes.