Con una imagen cuestionada y una creciente pérdida de credibilidad internacional a raíz del escándalo desatado por las investigaciones a sus fiestas privadas con mujeres, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, apostaba a revertir las críticas con su rol de anfitrión de la cumbre del G-8, en la ciudad italiana de L'Aquila. Sin embargo, en la apertura de la cita Il Cavaliere sufrió una serie de desaires que eclipsaron su estrategia.
La fotografía de Berlusconi extendiendo su mano para saludar a un indiferente Barack Obama parecía reflejar, según los analistas, la incomodidad del mandatario norteamericano. El mensaje más elocuente de Obama llegó poco antes del inicio de la cumbre de los líderes de las ocho principales economías del mundo. Tras una reunión ayer con el Presidente italiano, Giorgio Napolitano, en el Palacio del Quirinal, Obama se deshizo en elogios para el jefe de Estado. "(Napolitano) merece la admiración de todo el pueblo italiano no sólo por su carrera política, sino también por su integridad y gentileza: es un verdadero líder moral", afirmó. Según el diario británico The Times, los dichos de Obama desataron inmediatamente conjeturas sobre la posibilidad de que se tratara de una crítica indirecta a Berlusconi.
Y eso no fue todo. Un dossier de prensa que la Casa Blanca distribuyó a los reporteros que acompañan a Obama dedicó varias páginas a la biografía de cada líder participante de la cumbre del G-8, con la excepción de Berlusconi, al que le otorga menos de 50 palabras y donde cita como fuentes a la cadena BBC y la agencia The Associated Press. Por contraste, la biografía de Napolitano ocupa tres páginas y cita como fuente a la Jefatura de Estado de Italia. En 2008, cuando se celebró el G-8 en Japón, Washington publicó un currículo lleno de datos negativos sobre Berlusconi, lo que motivó posteriores disculpas a Roma.
Bruni y críticas de diarios
Asimismo, la prensa europea destacó que, de los principales líderes europeos, Berlusconi fue el último en reunirse con Obama en L'Aquila. Obama llegó a Roma bajo el eco de un duro editorial de The New York Times que criticaba con fuerza al primer ministro por la elaboración de la agenda de la cumbre. "Berlusconi, durante las últimas semanas ha enfocado la mayoría de su energía política para defenderse de las denuncias de los periódicos, que le imputan por sus relaciones con prostitutas de lujo y chicas menores de edad. Espectáculo: sí. Liderazgo: no", escribió el diario norteamericano.
En la víspera del inicio del G-8, el diario británico The Guardian calificó de "caótica" la organización de la cumbre del G-8 en L'Aquila y aseguró que "está creciendo la presión por parte de otros países miembros para que Italia sea expulsada del grupo". Berlusconi tildó a The Guardian como un "diario pequeño" al desmentir que Italia podría salir del G-8 y dejar su lugar a España.
Por su parte, Carla Bruni, la esposa del Presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, optó por saltarse la visita a Roma organizada por Berlusconi para las primeras damas del G-8 y decidió viajar directamente desde París a L'Aquila. Según The Times, la protesta de Bruni respondería al pedido de un grupo de académicas italianas para que las esposas de los líderes mundiales boicotearan la cumbre, en represalia por las conductas "ofensivas" de Berlusconi hacia las mujeres.